Insólito: Guaidó ha conversado con altos funcionarios de la Fanb

El presidente Guaidó aseguró como un logro a su política de acercamiento y aceptación comunicacional de su persona al poder del Estado como lo quiere y lo desea apoyado por Trump, que ha mantenido reuniones y conversaciones recientes con altos funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y, no dijo más nada, por lo que es muy fácil imaginar lo conversado entre ellos y, para no perder más tiempo de tan inverosímil acontecimiento que no pone de manifiesto nada en particular que es la intención de Guaidó, y de sólo hacer ver que está comprando a bajo precio a los representantes militares del país después, de venir de fracaso en fracaso que lo va enterrando políticamente como el autoproclamado de su buena intención, no de servirle al país, sino de entregárselo a los yanquis, y como anda de muy bajo perfil dentro de la oposición, pregonando, una protesta continuada que no camina, para el cese de la usurpación de Maduro en el poder como presidente  que si lo empujamos cae.

Y como no es nada fácil infiltrarse en esos menesteres de inteligencia recurrente en que Guaidó se esmera en convencer a ese grupo de militares y civiles que según él están dispuesto de ponerse al lado de la Constitución por él y sólo por él, lo que le da una fortaleza que es lo que espera que pronto esté en Miraflores como presidente, no importa lo demás, y así fue como nos enteramos de esa milagrosa conversación que Guaidó con una mano en la boca trataba que más nadie lo oyera sino los militares y, como buenos lectores que somos de labios tapados en acción, detallamos sin esfuerzo tan estrepitoso ese momento que no se les puede clasificar de golpe encubierto, sino de acercamiento institucional, por lo que afrontó y dijo:

No somos golpistas, pero como nos estamos ahogando en esta tertulia política en plena orilla con la marea baja, quiero y agradezco de ustedes, que me oigan con claridad fonética y hagan valer su derecho mas no su deber de ser fieles servidores a lo que venga y, así como le sirven a Maduro me pueden servir a mí que los puedo poner a valer y hacerlos más felices al lado de sus familiares: comiendo bien y gozando de una rumba continuada donde quieran que estén con todos los gastos pagos, que a no ser solamente or nosotros se los ponemos a su alcance que se van a cansar de contar, así como ven pasar las horas. Así que piénselo que para mañana puede ser demasiado tarde y la oferta es inmediata, pues nuestra suerte está echada, cara o cruz no hay para donde coger, y si aceptan cuando mueran irán al Paraíso celestial como unos héroes apuntando a la grandeza de ser los nuevos innovadores del poder y, la República se los agradecerá con sus signos patrios a su voluntad como leales sin raya y dejarán de ser los soldados anónimos como desconocidos que solamente con abrir la boca tendrán lo suyo, eso sí, mosca que hasta el aire que respiramos es cómplice de su comandante que, entre más pidan más tendrán a su alcance, y olvídense de Bolívar y Chávez que ya ellos no existen, ni tampoco saldrán en su auxilio por estar bien enterrados.

Entonces -preguntó Guaidó- ¿somos o no somos, señores militares? No hubo respuesta con el cielo enrejado de nubes oscuras, nubes metálicas silenciosas.

Y con tono pasmado de incertidumbre, Guaidó, les recordó en tono brusco, recuerden que en la unión está la fuerza y además, les encajó con irá en el costado de la traición: el pueblo sufre por ustedes que no han sido digno de despertar al deseo del oro que brilla de ausencia en sus mentes y sólo los mediocres no se hacen sentir.

Y, balbuceó, tranquilidad la de ustedes de dejar pasar como cómplices a una dictadura de ojos pícaros, con su boca cerrada, no puede ser nuestro camino, nuestro camino señores militares: será la gloria de servirle a este pueblo que no quiere seguir con más de lo mismo que conmigo que soy mejor político que Maduro con más calle -dijo, Guaidó- no se perderá la República que es nuestro destino final, animarla de odios, de rencores y sudarla de mucha corrupción jamás vista.

No hubo respuesta, nadie más quería hablar como debía ser cuando se habla solo, porque ya no tiene quien le crea a sus mentiras y sólo el imperio puede inyectarle odio para su regocijo y, como un Juan Preciado soñó que buscaba a Pedro Páramo al que nunca encontrará en Venezuela para convencerlo con sus caprichos antirrevolucionarios.



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Esteban Rojas


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