Los verdaderos parásitos

Provoca responderle en los mismos términos y como lo sabemos hacer nosotros los maracuchos: “más parasito seréis vos”, pero sería sentirme aludido por las aseveraciones del candidato opositor, Manuel Rosales, en declaraciones suministradas a un canal de televisión de Miami, donde calificó de esa manera a la inmensa mayoría que sigue al comandante Hugo Rafael Chávez Frías, quien al llegar a la presidencia de este país, puso en práctica las misiones para retribuirle a la población lo que le fue negado, robado y expoliado en esa IV República rapiña.

Lo más importante es que el candidato Rosales se delató ante la opinión pública. Lo traicionó el subconsciente. Se le salió el odio a los pobres, a esos cinturones de miseria que Chávez trata de reivindicar pese a los torpedeos de esa oposición insensata.

Eso es necesario que lo sepa el resto del país. Aquí en el Zulia lo sabemos, pero tengo la certeza de que en otras regiones de Venezuela sólo conocen lo que les venden políticos como éste tipo de candidatos: el lago, el puente, La Chinita, La Basílica, algunas avenidas principales, una que otra plaza, pero no muestran los barrios marginales que ocupan la mayor parte del territorio regional y donde, por su puesto, no llega la gestión de la Gobernación.

Y es que la animadversión del aspirante a la gente humilde es tan grande, que lo evidencia, entre muchos otros aspectos, la negativa de pagarle a los jubilados, un caso insólito contra personas que ya no están en capacidad de seguir trabajando.

Sé que allí hay hombres con dignidad y aún cuando les deben sus beneficios, si tuviesen fortaleza no se expondrían a tantas agresiones y humillaciones frente a la Gobernación, sino que, sencillamente, con orgullo de maracucho, buscaría otro trabajo, pero sabemos que eso les es imposible a estas alturas de la vida.

Ya dieron lo que podían dar por este país. No se les puede exigir más, ahora lo que necesitan es la consideración de un Gobierno regional que, lamentablemente, no tiene sensibilidad humana, no tiene sentimientos y desprecia todo aquello que no le resulte beneficioso o no le deje dividendos políticos.


Imaginen ustedes, amigos lectores, llamando parásitos a los venezolanos más necesitados, de menos recursos y olvidando que la pobreza de este país la acentuaron esos políticos que presidieron aquellos 40 años de miseria y destrucción.

Y es que nada se asemeja más a un parásito que un político cuarto republicano. La definición más elemental de parásito, según cualquier diccionario es: “Todo ser vivo que parte de la existencia o todo en otro ser vivo de diferente especie. (Ser vivo que vive a expensas de otro)”.

Así que, candidato Rosales, las personas humildes no son ni virus ni bacterias ni protozoos ni helmintos ni antropodos, en todo caso ahora son científicos de la parasitología, una rama del conocimiento que estudia los organismos parásitos y los efectos que estos producen en lo que los sustentan.

Porque eso si han hecho siempre los chavistas, estudiar lo que los políticos parasitarios de la IV República hicieron con el país y lo que intentaron hacer con las guarimbas, la Plaza Altamira, el sabotaje petrolero, el 11 y 12 de Abril, cuando insistían en seguir chupando las entrañas de Venezuela.

De modo, que esas declaraciones de Rosales no pueden atribuirse ni a la ignorancia, ni a un lapsus, sino al rencor, al sentimiento solapado que tiene y expresa en contra de los pobres.

Muchos dirán que en el Zulia ha imitado a Chávez con algunas misiones y ciertamente es así, pero ¿en realidad le duele la gente de los barrios? No, lo que sucede es que el éxito de la gestión de Chávez es irrebatible, de forma tal, que dirigente que quiera sobrevivir políticamente tiene que “subirse al burro”.

Y eso es lo que hace Manuel Rosales. Por un lado critica a Chávez, pero por otro lo imita con las misiones de alimentación, salud y educación.

No tiene alternativa, de lo contrario no hubiese ido para “el baile”, pero eso no quiere decir que quiera a la gente desamparada y necesitada, pues con esas declaraciones al mundo no cabe duda de que su corazoncito sigue en ese pasado adeco, donde está una buena parte de los verdaderos parásitos de este país.

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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