Los terrores nocturnos de cierta clase media

Que las hordas chavistas asalten sus casas para quitarles el tostiarepas, por ejemplo.

Si estos terrores no amenazaran con situaciones violentas, darían una risa más cómoda. A partir de estos pavores fue posible lo que pasó en abril y en diciembre de 2002.

En Cuba, por ejemplo, aterrorizaron de tal modo a esa clase que se dejaron organizar una tal Operación Peter Pan, para sacar de la isla, en volandas, a decenas de miles de niños, que terminaron en orfelinatos en los Estados Unidos. Hoy son personas desoladas, ni cubanas ni gringas, sin contar con el martirio emocional radical de toda una vida. ¿Por qué? Porque se desató una campaña según la cual el Estado les quitaría los niños. Y los perdieron para no perderlos, precisamente.

A conductas así conduce el terror. Montaigne decía que un ejército en pánico puede ser más devastador que un ejército con la moral alta. El pánico embrutece.

Terrorismo no es solo un coche bomba o derribar unas torres. También es someter a una población a un bombardeo mediático sistemático a fin de especularle los peores espantos. No solo es terrorismo, sino tortura. Porque tortura no es solo hacer las cosas que el ejército gringo hace en Abu Ghraib. Tortura es que a una clase social idiotizada la hagan temer más a Hugo Chávez que a los créditos mexicanos, destinados a aniquilarla en menos de una generación. No perciben que esa forma de usura les niega para siempre el acceso a la propiedad inmobiliaria y a bienes de esos que no se compran con el dinero que se lleva en el bolsillo, como un vehículo, es decir, toda adquisición que requiera crédito.

La IV República diezmó a la clase media. Apenas ahora comienza a recuperarse, con Chávez precisamente. Pero muchos de sus miembros, engendrados por el centro comercial, los medios de comunicación, la empresa y la educación privadas, están en estado de shock solo porque el Presidente de la República no es uno de ellos. Mientras era uno de ellos no había problema, así fuesen Rafael Caldera o Carlos Andrés Pérez. Eran devastadores, pero eran de ellos. Un tipo que canta canciones despreciadas y tiene un color de piel inaceptable es la peor desgracia posible para esta gente. Prefieren la tragedia de Iraq.

¿Son curables? Me lo vengo preguntando desde hace tiempo. Creo que sí, pero con esfuerzo. Algunos recuperan súbitamente la cordura cuando sienten el olor de un carro nuevo que, como decía Henry Ford, es irresistible. Bajo este rrrÉgimen comunista hay records de venta de automóviles. Es imposible entrar en un restaurante opulento un sábado a mediodía. No hay cómo estacionar en un centro comercial a ciertas horas. No sé cuántos centros comerciales han aparecido como burbujas desde 1999.

Con razón Manuel Rosales no logra captar el 40% que alcanzó el «Sí» en el Referendo de agosto de 2004. Demasiado bien le va con el 20 y poquitico por ciento que le dan las encuestas de ellos mismos.


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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