Mientras tanto en Chacao…

Mientras se organiza el I Festival Internacional de Cine de Caracas, en el que se proyectarán más de 200 películas en diez salas de cine (Cine Aquiles Nazoa, Cine La Previsora, Sala Margot Benacerraf, Sala del Centro Cultural Parque Central, Cinemateca de Bellas Artes, Teatro Junín, Teatro Bolívar, Teatro Catia, Teatro Alameda y Teatro Simón Rodríguez) y al aire libre (Plaza Venezuela, Mirador Boyacá y plaza San Jacinto); mientras atletas de 15 países participan en los III Juegos Suramericanos de Playa que se realizan en el estado Vargas; mientras se reactivan doce salas del Circuito Teatral Caracas, con teatro para el pueblo a precios accesibles; mientras se inaugura el Centro Musical Alberto Arvelo Torrealba para formar a un millón de niños; mientras se entregan millones de computadoras Canaimas y Canaimitas a estudiantes de básica y bachillerato; mientras la Cantv avanza en la conexión inalámbrica y gratuita a Internet en 319 aldeas universitarias, 746 liceos, 117 universidades y 65 plazas del país para garantizar a los estudiantes el acceso a las tecnologías de la información y comunicación; mientras diez mil comuneras y comuneros integrantes de las 632 comunas registradas en el país se encuentran en el Poliedro; mientras en Caracas se reúnen representantes de mil 970 organizaciones ambientalistas comprometidas con la preservación del ambiente; mientras todos los días se subastan millones de dólares para reactivar la economía privada, mientras el Gobierno ordena el aumento de 30% al salario mínimo para mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores venezolanos, mientras el Plan Patria Segura anuncia la reducción de 50% de los secuestros en el último año; mientras se construyen y se entregan miles de casas todos los jueves a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela… mientras todo eso sucede en el país, ¿qué sucede en Chacao?

Bueno, les cuento. En Chacao aún persiste un foco de perturbación de la paz ciudadana. Muy pequeño el foco. De los casi 30 millones de venezolanas y venezolanos registrados en el censo nacional, unos 200 o 300 ignoran que todo lo enumerado arriba existe y pretenden, porque a ellos les da la gana, cambiar de Presidente. Para ello han insistido en causar destrozos a los edificios públicos, interrumpen el libre tránsito, queman vehículos y asesinan agentes del orden público. A esas protestas las llaman pacíficas y si el Estado actúa, como es su deber, la oposición responde levantándose de la mesa de diálogo dizque porque hay “detenciones masivas” y “violaciones a los derechos humanos”.

Mientras el país avanza y trata de solventar los problemas con la conducción de autoridades legítimamente electas (presidente, gobernadores, alcaldes y concejales) en Chacao están los preclaros, los sabios, los más inteligentes, los más capaces quemando cauchos y lanzando molotov y, de pasapalo, exigen que los dejen protestar violentamente en libertad. No me jodan. Sigamos.



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Mercedes Chacín


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