Carta a Ledezma, el que cargaba el neceser de la otra de Cap

Antonio, perdón que te tutee. Aunque realmente lo que quiero decir es, perdón que lo putee, conscientes de que esto es sólo formalismo, porque tu no perdonas, la historia te lo va a recordar ahorita cuando dentro de unas cuantas palabras te recuerde algunas de las cruces que están clavadas en tu memoria y tu allí, haciéndote un acérrimo defensor de los derechos humanos. Antonio, la verdad es que eres un ejemplar, no hay duda que constituyes un perfecto ejemplo del cinismo social demócrata solamente opacado por la repugnante batalla que lidera Primero Justicia y Voluntad Popular para dejarle a los oscuros intereses norteamericanos y europeos la faja del Orinoco en bandeja de plata, cuestión esta que manejas muy bien.

Hoy aparece Antonio Ledezma, como el cretino dirigente que es con una no menos estúpida tesis de muertes morales que según el- propugna el estado venezolano contra algunos miembros de este sector que Ledezma y sus conmilitones preparan para el formol como una excusa que propicie la salvadora intervención de fuerzas extranjeras en nuestro país.

Tu tesis de muertes morales, panita, no tiene nada que envidiarle al gocho revulsivo de la derecha venezolana Daniel Ceballos y sus tesis de guerra mental. Se parecen tanto en lo absurdo y en lo profundamente estúpidas, hechas a imagen y semejanza del pueblo que ustedes siempre se imaginaron hacer: sumiso y genuflexo.

9 añitos tendrías tú cuando desaparecieron a Victor Soto Rojas, el colmo es que te acuse de estar allí, aunque quizás ya tendrías el germen del asesino moral en tu interior, allá en San Juan de los Morros. Tu si, tú mismo que sabes de muertes morales porque tu lo fuiste allí mismo cerca de la dermis de los asesinos, que le festejabas los malos chistes y te preocupabas a tus 19 años de robarte la simpatías de CAP, y con el miedo del avance de las simpatías de Héctor Alonso, te acuerdas.

Empezaba el primer gobierno de CAP, yal año y medio cerraba CAP, RCTV y no precisamente ese facto fue un cierre moral. En esos años y tu mozo, ya tu presidente te había nombrado a dedo diputado de la Asamblea Legislativa de Guarico. Apenas eras un muchacho, realmente siempre has sido un bandido, cuando en 1977 la policía política de la democracia de CAP desaparece a un muchacho que estudiaba 8vo semestre de ing. Electrónica en la Simón Bolivar, Francisco Divasson, te suena ese nombre. Pues ese muchacho aparece después muerto a las más feroces torturas, nada morales, Alfredo, nada morales. Un año antes, ya habían asesinado a Lilian Gutierrez y a Nelson Rodríguez, por allá en San Felipe. Otras muertes para CAP. En el mismo San Felipe luego ustedes asesinan a un muchachito de apenas 14 años (23 años tenias tú), lo suficiente como para que cuando veas a tus hijos te acuerdes de este nombre, Carlos Rivero, así se llamaba, Alfredo, te acuerdas de esa nada moral muerte.

1 de noviembre del año 1977, yo me acuerdo clarito de esa muerte, era un camarada y se llamaba Enrique, Enrique Rodríguez y para más detalle estudiante de la ETI, en Puerto la Cruz. Lo acribilló la guardia nacional aquella nada bolivariana. Lo acribilló cuando pintaba consignas alusivas a un nuevo aniversario de la liga. Luego vinieron otras muertes, como las de Orlando Marín protestando, sabes porque Alfredo, por agua y eso basto para asesinarlo, y tu entra y sale de palacio y caían Jenny Bastidas y Luis Villegas, en la silsa y el 23 de enero. Sabes, de bolas que lo sabes, cuantos años tenía la chamita, 10 años y ya tú te destacabas por dar órdenes a los policías. Te acuerdas que por esa afición a la policía la gente te llegó a llamarte años después el distinguido Ledezma.

Notorio y bastante inmoral fue la muerte de aquel muchacho que siendo el mejor estudiante de ingeniería quisieron hacerlo pasar como un delincuente. Te acuerdas, eso pasó en la esquina de candilito, el 14 de febrero del año 89. A el muchacho le dieron un tiro en la espalda. Se llamaba Dennis Villasana. Dos mese después, asesinan a Gonzalo Jaurena de la USB. Luego asesina a Carlos Yepez a las puertas de la UCV.

En el 91, Antonio (vistes porque te puteo) los chamitos del liceo Fajardo José G. Delgado y Darwin Capote Rondón, ambos de 17 años, caen asesinados con sus balas. Luego vino el asesinato, nada moral, de Jimmy Hernández. Tienes que acordarte también de un tal Raúl Contreras, te suena, te lo recuerdo, era estudiante del Cecilio Acosta. Lo mismo hicieron con Ricardo Silva en el Arco de Bárbula.

Y sabes quién era Héctor Guzmán, Alfredo, hoy que te has convertido en el mejor defensor de estudiantes. Pues bien, Héctor, el de Andreita, un estudiante de la tacarigua de margarita que asesinaron en Barquisimeto. Era estudiante de la UCLA, tan querido, como buen margariteño que luego el cantautor local Chino Labrador le compone una canción y siempre se escucha su letra: Culpable de mi muerte, yo soy Héctor Guzmán, he dado mi vida por un ideal, yo daría toda mi vida por la Universidad. Ese fue su delito, dar la vida por su universidad y tu hoy de baboso andas aplaudiendo y llamas universitarios a quienes queman su universidad. Héctor Guzmán, tiquito el de tacarigua que Domingo Carrasquero le escribiera desde el alma, palabras más, palabras menos tu que no tenías donde caerte muerto, caíste muerto por pelear contra el aumento del pasaje. Héctor Guzmán, el que como dice el mismo Carrasquero siempre será recordado como un muchacho que alimentaba la esperanza de la Patria buena y que se quedó en el camino con las lágrimas de Rosita y Teresita, Chico y Marcelina y aquellos compinches tacarigueros.

Siempre se va a recordar a ese grupo de jóvenes que dio su vida en Valencia, fusilados. Siempre a José Rodríguez, Gabriel Ruimar Girón de 15 años, Alexis Márquez, quemado horriblemente por la policía metropolitana. Te suenan estos apellidos Uzcategui, Patiño, Sergio Rodríguez el que cayó entre Linares y El chorro.

Ya no voy a seguir, Ledezma, recordándote a ti que no tienes ni memoria, ni vergüenza, el rosario de jóvenes nuestros asesinados. Te voy más bien a recordar un libro, pero no como un libro, sino más bien como una pena, para que no leas páginas sino que en su lugar dedos que te acusan hoy cuando con tu sonrisa falsa hablas de que el gobierno de Maduro asesina moralmente a estudiantes. El libro, Adriana de Karyn Pereira, deberá hacerte recordar lo podrido de tu alma.



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Nelson España

Miembro del Frente Antiimperialista de la Zona Sur - Anzoátegui

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