Ante la arremetida fascista: ¿Qué hacer?

“La pequeña burguesía podría resignarse temporalmente a privaciones crecientes si a través de su experiencia llega a la convicción de que el proletariado está en condiciones de llevarla por un nuevo camino. Pero si el partido revolucionario, a pesar de que la lucha de clases se acentúa incesantemente, se muestra una y otra vez incapaz de unificar a la clase obrera tras él, si vacila, se vuelve confuso, se contradice, entonces la pequeña burguesía pierde la paciencia y empieza a considerar a los obreros revolucionarios como los responsables de su propia miseria. (…) Cuando la crisis social asume una agudeza intolerable, aparece en escena un determinado partido con el objetivo declarado de agitar a la pequeña burguesía hacia un blanco de ira, y de dirigir su odio y su desesperación contra el proletariado. En Alemania, esta función histórica la realiza el nacionalsocialismo, amplia corriente cuya ideología está formada por todos los tufos pútridos de la sociedad burguesa en descomposición”
León Trotsky. “La lucha contra el fascismo”.

Con la excusa de protestar por la liberación de un grupo de estudiantes detenidos por causar destrozos en la casa del gobernador del Estado Táchira, el ala fascista de la oposición venezolana ha iniciado una nueva escalada de violencia en nuestro país1. Los objetivos de esta violencia son claros. Por un lado, crear un estado de pánico e incertidumbre colectiva con el fin de mantener desmovilizados e inoperantes a los movimientos populares, y por el otro, propiciar las condiciones para un golpe de estado o una insurrección popular.

Hoy son pintadas, quemas de cauchos, destrozos de instalaciones, quemas de vehículos, cierre de avenidas, una centena de heridos y tan sólo tres muertos. Mañana, los daños podrían ser mayores. Y, si bien es cierto, que el Estado ha sabido sortear este nuevo intento de provocación, actuando con ponderación y apegado al Estado de derecho en medio de todas estas irracionales e injustificadas expresiones de violencia -pues los estudiantes detenidos en Táchira estaban incursos en delitos sancionados por la Ley, y ya ha sido liberados-, no debe olvidarse que la superioridad moral y sensibilidad de un gobierno progresista de izquierda, no crea equilibrios de fuerzas de clase. Esto es importante tenerlo presente, si no quiere cometerse el fatal error que llevo a la caída del gobierno de Salvador Allende.

En cualquiera de los casos, urge romper con el efecto desmovilizador que estos ataques generan y hacerle entender al pueblo organizado que la calle es un importante escenario de lucha donde se debe actuar. De allí, la necesidad de defender estos espacios y demostrar con su empoderamiento que se está dispuesto a resguardarlos de forma resuelta y decidida en contra de la violencia que esta masa de pequeñoburgueses de clase media, desesperados y derrotados, quieren imponer: O se demuestra que se está dispuesto a defender estos espacios, o el fascismo se envalentona e incremente sus acciones violentas.

Una respuesta concreta, ante los ataques y jactancia de estos fascistas, es desmontar esa imagen de tipos duros, de supernazis, de papi-ruquis que proyectan ante los medios de comunicación. Es necesario hacerles aparecer ante la opinión pública nacional e internacional como lo que realmente son: POCOS, COBARDES e IRRACIONALES.

Y, en este sentido, el problema no es determinar si la violencia de estos disociados requiere de una respuesta contundente por parte del Estado o no, sino cuál sería la respuesta más adecuada para dejarles en ridículo y desmontar su imagen de tipos duros, envalentonados y al mismo tiempo pacifistas.

Por otro lado, en medio de las respuestas políticas a esta nueva arremetida fascista que intenta desestabilizar el país, la oposición fundamental capitalismo-socialismo no debe ser reemplazada -como comunicacionalmente se está haciendo- por la oposición democracia-fascismo. Un error como este tiende a reducir la lucha contra el fascismo a una lucha a favor de los derechos democráticos3 y por tanto a una lucha por defender un determinado tipo de gestión del capital contra otro. Esto es muy peligroso, pues la lucha por el socialismo lejos de ser una guerra por la democracia, es una lucha por la sustitución de un modo de producción por otro.

De igual modo, creemos que más allá de la caracterización que pueda hacerse en función de las coyunturas actuales o históricas de cómo opera el fascismo, no debe perderse de vista el objetivo central de la lucha, que no es otro que el de organizar y movilizar al pueblo para seguir avanzando hacia una salida revolucionaria que permita una reorganización de la economía sobre unas bases verdaderamente socialistas.

En este sentido, la necesidad en estos momentos es reforzar la movilización en las calles y la organización popular, activar y radicalizar a la clase obrera, arrastrar al conjunto de la izquierda a una política de acción común que permita articular una efectiva contraofensiva popular frente a la acción desestabilizadora del enemigo de clase. Esto implica radicalizar progresivamente el contenido del emplazamiento por parte del gobierno a las acciones desestabilizadoras, y poner fin a la actual política de conciliación de clases que desvirtúa la esencia de las reivindicaciones hasta ahora alcanzadas y confunden y desarman a la clase obrera y al pueblo.

Ciertamente, -y, no debemos confiarnos- la correlación de fuerzas gira todavía a favor del Proceso, y es posible si se implementa una táctica adecuada, mejorarla enormemente y en forma rápida. Sin embargo, el implementar una táctica meramente defensiva y vacilante –como hasta ahora se ha hecho- sólo contribuye a debilitar el empuje de las masas, permitiéndole a las clases dominantes ganar tiempo para articularse, fortalecerse, pasar a la ofensiva, emplazar al gobierno y obligarlo a capitular (como hasta ahora ha ocurrido desde 2002).

Es por ello que frente a la actual ofensiva reaccionaria, la salida es impulsar una contundente contraofensiva revolucionaria y popular que neutralice el intento de golpe y permita al mismo tiempo elevar el nivel de organización, unidad y conciencia de las masas y avanzar en la lucha por la erradicación del capitalismo en Venezuela. Sólo así podrá demostrársele a estos grupos reaccionarios, que se está dispuesto a defender nuestras aceras y que esto se hará sin miedo y con la resuelta convicción de que se romperá cualquier yugo que quiera imponérsenos.


rijchiro7@yahoo.com









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