Luego del saludo respectivo a todos los presentes que estaban identificados con la causa, que no es más que alcanzar el poder para reordenar todo lo que este “rrrrégimen” ha “destruido”, y que a su vez los asistentes representan con sus siglas la “voluntad popular” opositora, voluntad dada y cedida, mediante “transferencia representativa” con todas las de la vieja ley, es decir, con las prerrogativas de la moribunda del 61, se inició el acto político de masas con los himnos simultáneos de cada organización, como para que no existiese confusión y la unidad se fortaleciera con el nacionalismo que cada uno le impregna al compas del “canto de ballena”. Aunque no todos son milicianos, algunos con cara de Juan Bimba, intentan mantener el tono para no desentonar, pero el himno más viejo parece impregnar el ambiente de un tufillo pueblerino, que a esta clase decente presente en este importante evento, le produce piquiña en la nariz.
Terminada la bullaranga, la gente del protocolo pide calma y cordura, pues a empujones y coscorronazos alguien reclama por la diferencia de decibeles aplicado a los himnos y solicitando un recurso jerárquico ante la MUD, esperan frenar a los que dirigen el acto. Sintiéndose irrespetados por estos “petimetres” reconocidos por la farándula como supuestos inventores de la nueva política, los organizadores mantienen su autoridad a la fuerza y exponen con megáfono en mano, dado el robo del micrófono inalámbrico, que el que no esté de acuerdo será expulsado de la conferencia.
Calmada la cosa, el conferencista traído de una universidad autónoma caraqueña, famoso por sus desaciertos en sus predicciones políticas, hace una reflexión exotérica, invocando los espíritus de los que aun “después de muerto” toman decisiones en las viejas organizaciones, mediante mensajes al negro encarnación quien a su vez, los retrasmite a sucesivas generaciones hasta llegar a un viejo zorro de la política, que es el que da la cara siempre y tiene un diccionario de epítetos que le permite llamar a cada cosa por su nombre, famoso por cierto, por acuñar aquello de “lechuguinos, petimetres y mari….”
Pasado el incienso y esparcido el olor a tabaco, el conferencista vuelve a sus cabales no sin antes echar un chiste largo y tedioso de los tiempos de Rómulo Betancourt y Rafael Caldera. Se enseria y expone: ¡Señores, el CNE era confiable antes de los resultados! Una vez conocido estos, se confirma que teníamos razón. ¡Qué íbamos a ganar, pero que había la posibilidad de perder!-Y continua- Habíamos dicho también que éramos mayoría, y el CNE confirma que si somos mayoría. Si sumamos los votos nulos, las abstenciones, más los votos de los empleados públicos obligados a votar, hubiéramos arrasado.
Como pueden ver, todas esas artimañas del CNE, es lo que hace que perdamos. Por lo que la tesis de mí propuesta para las elecciones a gobernadores que permitirá que ganemos mínimo 6 gobernaciones y máximo 8, es que continuemos desacreditando al árbitro. Como ven mientras más desacreditamos al árbitro más crecemos. Por lo tanto, nuestros electores deben ir en masa con la convicción de que van a una guillotina. Con conciencia y confianza, deben saber que estamos perdidos de antemano, pero que voten carajo, que sepan que el mundo tiene los ojos puestos en estas elecciones nuevamente. Insiste el conferencista: Hemos crecido, seguimos creciendo, no importa que perdamos, ganar no es nuestro objetivo. El objetivo de esta generación es transitar un camino lleno de obstáculos, lleno, lleno de mártires, es enfrentarnos a un árbitro que es bueno si ganamos y es tramposo si perdemos.
Hagamos de estas elecciones una “Innovación”, copiemos a los lechuguinos con sus ideas novedosas de hacer política, hagamos un “voto castigo” contra el CNE, nonos hagamos ilusiones, de antemano somos perdedores y a mucha honra, lo importante es crecer, crecer, pero a sabiendas de que no ganaremos. ¡Vivan las elecciones! ¡Abajo el CNE!
De repente un coro de voces empezó una consigna que inundó el salón, era un grito de guerra. Seguidamente los meseros empezaron a repartir vasos de whisky 18 años y pasapalos de toda clase. Mientras los asistentes bebían y tragaban al mismo tiempo, gritaban atragantados ¡Creecer! ¡Creecer! ¡Creecer! ¡Creecer! Las cámaras se daban un gustazo mientras la gente mostraba las amígdalas inflamadas, como una demostración frenética de su fe profesada al nuevo gurú de la política opositora.
El conferencista traído de una universidad autónoma caraqueña, había impuesto su tesis y la línea electoral. Así que la paz postelectoral llegará bajo la conformidad de que es suficiente crecer, porque el crecer seguramente en los seres humanos, permitiría a la clase opositora en lo sucesivo madurar.
*Representante legal de REDESPOR y profesor de la UPTP J.J.Montilla
renjoslo@hotmail.com