A propósito de que el joropo fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, los venezolanos deberíamos recordar que la defensa de nuestra identidad también pasa por la defensa de nuestros recursos. Y así como se compran alpargatas para bailar, también hay que calzarse firme para resistir los embates de un imperio que insiste en saquear nuestras riquezas.
El reciente asalto pirata de un tanquero petrolero venezolano en aguas del Caribe por fuerzas estadounidenses confirma la estrategia de despojo que venimos denunciando desde hace años. El presidente Donald Trump anunció públicamente: "Acabamos de incautar un petrolero en la costa de Venezuela, uno muy grande, el más grande jamás incautado, en realidad". Más tarde, al ser consultado sobre el destino del crudo, respondió con cinismo: "Nos lo quedaremos, supongo".
La operación fue ejecutada por el FBI, la Guardia Costera y fuerzas especiales que descendieron en rápel desde helicópteros sobre la cubierta del buque Skipper, cargado con más de 1,1 millones de barriles de crudo Merey. Según Washington, el barco estaba vinculado a redes ilícitas de transporte de petróleo iraní y venezolano, acusaciones que Caracas rechaza tajantemente. El gobierno venezolano denunció el hecho como un "robo descarado y un acto de piratería internacional", subrayando que "siempre se trató de nuestras riquezas naturales, de nuestro petróleo, de nuestra energía".
Este episodio revela la vulnerabilidad de nuestras rutas marítimas y la necesidad de reforzar la defensa con aliados estratégicos. Rusia, China e Irán han expresado solidaridad, pero los abrazos diplomáticos no bastan. Se requiere una estrategia de escoltas y ejercicios militares conjuntos para disuadir nuevas incursiones y demostrar que Venezuela no está sola.
La paradoja es que mientras se libra esta batalla por la soberanía, muchos venezolanos se distraen en protestas por bonos o bolsas de alimentos, sin dimensionar el peligro mayor: el bloqueo de las remesas, que sostienen a millones de familias. Estados Unidos podría extender su política de asfixia económica hacia ese terreno, afectando directamente a quienes dependen de esos ingresos.
Por eso, en estas navidades, más que nunca, hay que ponerse las alpargatas: no solo para bailar joropo, sino para resistir con dignidad. Que la hallaca y el pan de jamón, aunque disminuidos, sean símbolos de unidad frente a un imperio que pretende arrebatarnos lo que nos pertenece por derecho histórico y constitucional.