Los medios de comunicación y sus marcos mentales o el trabajo que todavía no se ha hecho

     La propuesta de un cambio en Venezuela no supone solamente buenas intenciones. Todo cambio material de una sociedad tiene que estar acompañado, necesariamente, de cambios en los discursos que lo promocionan. Los discursos son los principales medios a través de los cuales se construye la realidad social. Todo indica que a pesar de los buenos esfuerzos al respecto, todavía el gobierno está muy debilitado en esto. Esta debilidad viene dada, por sobre todo, por el hecho de que muchos venezolanos todavía siguen pensando su mundo material y las acciones que en él emprenden, desde marcos mentales construidos desde el discurso de la derecha. Esta idea es fundamental para entender qué ha pasado en nuestro país y por qué los medios de comunicación han tenido tanto éxito en mantener una alta proporción poblacional apegada a las propuestas político-ideológicas que los medios defienden como auténticos actores sociales.

      Para entender esto hay que partir, ante todo, de la noción de marcos mentales. Los  marcos mentales, según George Lakoff, lingüística cognitivo norteamericano, “son estructuras mentales que conforman nuestro modo de ver el mundo (…)”. Esta afirmación es lapidaria. Se traduce en que todo nuestro sistema de pensamiento, ése que decide en qué creemos y en qué no, qué valoramos y qué no, a quien  aceptamos y a quien no, qué hacemos y qué no, es decir, todo lo que usamos para interpretar y tomar posición en el mundo social, está determinado por los marcos mentales que tenemos alojados en nuestras mentes. Nuestro cerebro es un complejo laboratorio de constante sinapsis que hace posible todo lo anterior. Eso es lo que ha venido a descubrir la ciencia cognitiva y a lo que le hacemos tan poco caso.  La ciencia cognitiva cada día nos revela más las formas en que nuestro cerebro, responsable de toda nuestra vida consciente e inconsciente,  se comporta. Pues resulta que esos marcos son los que habilitan o impiden que una sociedad, por ejemplo la venezolana, esté o no de acuerdo con las propuestas de cambio que se le hacen. Esto quiere decir que, necesaria y obligatoriamente, todo propuesta de transformación y emancipación que este gobierno quiera llevar a cabo, tiene que pasar por pensar en los marcos mentales desde los cuales se tendrá que interpretar. Además de eso, visualizar con claridad si nuestra sociedad comparte o no dicho marco y en caso negativo, realizar un trabajo arduo (en el cual no se obtiene éxito de forma inmediata) para diseñar los nuevos marcos que se necesitan.

     Piénsese por un momento en lo que ocurrió con la Reforma Constitucional.  He leído diversas críticas y evaluaciones sobre las variables que habrían propiciado su mayoritaria aceptación. Sin embargo, lo que no se ha dicho es que la Reforma realmente no convocó a la cantidad de ciudadanos necesarios para su aprobación porque estaba diseñada desde marcos mentales que nuestra sociedad todavía no posee. Digo que no “posee” y no que “no conoce”. Los medios de comunicación a la cabeza de la oposición, por el contrario, realizaron su campaña desde los marcos mentales que sí están bien instalados y bien conformados en nuestra sociedad. La sociedad venezolana, como toda la sociedad capitalista, ha vivido durante años haciendo crecer marcos mentales consumistas, egoístas, discriminatorios, insolidarios, etc. Marcos que sirven para interpretar y aceptar que sólo existe un tipo de propiedad (la privada), la cual hay que defender cueste lo que cueste; que sólo somos adultos y responsables cuando cumplimos 18 años, que el gobierno mientras menos interventor es, es mejor gobierno, que la opción sexual valedera sólo es la heterosexual, que la empresa privada crea bienestar social, que el rico lo es porque trabaja mucho, que la religión hegemónica es la cristiana… etc. Estoy afirmando con esto que, pese al trabajo arduamente discursivo desarrollado por el presidente de la República, no se puede ignorar el brutal contrapeso que los medios y otros actores sociales (iglesia, empresa privada, etc.) hacen para lograr mantener los antiguos marcos mentales. Solo así podemos entender esa vasta población de clase popular que vota en contra de sus intereses, es decir, por la oposición; ya que la oposición representa a la derecha y la derecha nunca representa los intereses de esta clase. Pero, ¿se puede votar en contra de los intereses propios? Sí, es altamente posible. Sé de homosexuales y lesbianas que votaron en contra de la reforma, a pesar de que en la nueva Carta Magna había un artículo que incluía el derecho al respeto de la opción o preferencia sexual. Y sólo por lo que suponía históricamente ese artículo, debían de haber votado por el sí. Por tanto, lo que difícilmente ocurre es que se vote en contra de los marcos mentales, sean cuales sean.

      El asunto de los marcos mentales y su decisiva participación en las acciones y decisiones de los sujetos, es determinante. Si este gobierno quiere cambiar al país, tiene que tomárselos en serio. Todo indica que la derecha venezolana, asesorada por los norteamericanos que saben de esto hace mucho, lo está haciendo. No hay más que fijarse bien en la campaña que despliega Manuel Rosales en Zulia, apropiándose de supuestos “símbolos” con los que se identifica el zuliano y cómo Pablo Pérez  lo ha calcado. Es por eso por lo que las campañas en contra de todas las políticas de gobierno comienzan siempre en los medios de comunicación. Esto se hace para lograr la consolidación de ciertos marcos mentales. Los medios de comunicación privados, la oposición y sus asesores saben que no tienen la mayoría de su lado. Estoy convencido que el trabajo de Globovisión o RCTV, muy por el contrario de los que muchos compatriotas piensan, no es propiciar la adhesión hacia la oposición. Su labor central es mantener activos, activados y actualizados los marcos mentales que le ha inyectado la política de la derecha a la sociedad venezolana desde hace muchos años. Más aún, su trabajo es bloquear la creación de nuevos marcos mentales. Por ejemplo, que el comunismo es una amenaza para las democracias. O con mantener como único marco de interpretación del bienestar social a la sociedad de consumo. Sólo con eso ya tienen un gran triunfo. Por eso para ellos el modelo cognitivo idealizado de democracia es la petrificada chilena y nunca lo será la boliviana. Ellos trabajan con lo que ya está instalado. La revolución tiene un triple trabajo: desmontar los marcos, construir marcos nuevos y fundar su validez. Esta labor es tan dura que la mayoría de las veces hasta los partidarios del gobierno se mueven y defienden el proyecto revolucionario ¡desde los marcos mentales de la derecha! Veamos otro ejemplo que ilustra la afirmación anterior: Durante la campaña para el referéndum aprobatorio de la enmienda constitucional, pude ver a números parlamentarios y a muchos simpatizantes del gobierno participando en foros y debates televisivos sobre la ¡“reelección indefinida”! La aceptación de tal denominación era la aceptación de una incongruencia semántica, pero  esto suponía, de entrada, un triunfo del medio sobre el partidario del gobierno. El medio de comunicación imponía su marco mental y los partidarios del gobierno, muy pocas, pero muy pocas veces, se lo desbarataban. A los medios poco les interesaba reconocer que estaban proclamando un disparate lingüístico. Nunca dejaron de hablar de reelección indefinida. Lo único que enfocaban era que cumpliera su cometido dentro del marco mental que defendían: el presidente quiere perpetuarse en el poder, conclusión lógica, el presidente es un dictador.

     Esto quiere decir, a su vez, que los partidarios del gobierno y de la revolución, cuando aceptan y no luchan por desbaratar  y revertir el discurso de la oposición, trabajan desde el discurso de la derecha y que son incapaces de darse cuenta de la trampa discursivo-ideológica. Si esto no fuera así, la principal acción que harían cuando acuden a los medios a defender el proyecto revolucionario es desmontar el marco mental del medio y hacerlo de manera constante y sin perder ninguna oportunidad, hasta el cansancio; así se le vaya la entrevista en ello. Los partidarios de la revolución tenemos que traer hasta nuestros marcos a la derecha y mostrarla como es. Si eso implica no avanzar mucho en otros aspectos de los intercambios discursivos, no importa.

 

      Tal como lo afirma el mismo Lakoff, los marcos se activan por las palabras, por tanto, “los nuevos marcos requieren un nuevo lenguaje”. Las palabras son las principales responsables de que se activen las ideas. Ese nuevo lenguaje implica evitar, por todos los medios, el uso del lenguaje de la derecha y hay que darse cuenta de ello. De igual manera, deberíamos estar entrenados discursivamente para desplazar las palabras que la derecha venezolana acuña. Pero más aún, nos obliga a utilizar un discurso emancipatorio que sea la identidad del tipo de sociedad en la que nos queremos convertir.  Ése es el duro trabajo que todavía estamos por hacer. 

(*)Dr. Profesor universitario

sbermudez37@hotmail.com


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Steven Bermúdez Antúnez(*)

Profesor de Comunicación Social de la Universidad del Zulia (LUZ)

 sbermudez37@gmail.com

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