CNN, cuando el imperio premia

No es nada nuevo. El establishment jamás premiará la disidencia, sino la pleitesía. Es, prácticamente, una naturaleza animal que nunca conspirará contra sí misma. El sistema dominante, sea de castas, religioso, colonialista o imperial, permanentemente buscará entre sus dominios poéticas inspiraciones para perpetuar su enclave.  
 
Si posee una colonia que se debate entre acólitos e independentistas, naturalmente intentará crear la matriz de opinión de que el hombre sin libertad -para no decir esclavo- es un corolario de felicidad si tiene la ventura de tener un amo magnífico. Y, en efecto, el aparataje de poder instituido, en todos sus ámbitos funcionales de maquinaria de Estado, tendrá atisbos de generosidad y reconocimiento para "pescar" situaciones convenientes de manejo de conciencias. Sin ningún rubor, infiltrará un periodista en la zona rebelde -por decirlo de algún modo- para que retrate indeseable situaciones que sólo tienen ocurrencia en aquellos lugares alejados de dios y la ciencia, es decir, donde ellos, el sistema, no tutela.  
 
Inmediatamente la imagen, testimonio o historia, dará la vuelta al mundo acompañada con el melifluo lema de que lo contrario es infernal y lo afecto es deseable y progresista.  

Pero el conglomerado de fuerzas dominantes alcanza el orgasmo imperialista cuando no es uno de los suyos sino un lugareño el que se ofrece o se presta sin saberlo para realizar la proeza, obteniéndose algo así como una Oda a la estupidez o inconsciencia humana. Nada mejor que uno de los propios para que hable, desde adentro, de lo subdesarrollado que es vivir sin manto tutorial de las fuerzas progresistas del mundo industrializado, capitalista y, para más ñapa, imperial o neo imperial. Entonces podrán los pueblos en cuestión -bajo subyugación o en trance de serlo- hallar en los titulares nacionales e internacionales paisanos hablar de la estupidez propia, de la miopía intelectual o brutalidad de quienes en su comunidad se atreven a cuestionar los beneficios de la cultura, la libertad, democracias y valores progresistas, todos entre comillas. Hablamos ya, por ejemplo, de la imagen de una pila de niños muriendo de hambre en los territorios de la gente renegada, o de mujeres violadas, o de retratos de inútiles próceres de la independencia que, como dioses en el olvido, ya no rinden favores.  
 
Por supuesto, nadie en una situación como la descrita tiene culpa. Ambos, victimarios y víctimas, son inocentes. Los unos llevados por un cinismo visceral que no se detiene en sí mismo y que responde expresamente a mandatos de una salvaje naturaleza ilustrada; los otros, podridos de ignorancia, yendo contra sí mismos, tampoco cayendo en la cuenta de que son unos peones de su propia inconsciencia, mirando hasta normal que lo propio es basura y lo extraño mejor.  
 
Semejante estado de barbarie, en sus extremos, parece constituir el perfecto amor civilizatorio, los amores eternos, las gemelas almas, la idea esa de ser el uno para el otro. Al menos así lo expreso, y probablemente yo mismo no ande exento de algún tipo de atadura psico-cultural.  
Cosas como las dichas vienen al pensamiento cuando unimos cabos y relacionamos, por ejemplo, el impasse reciente entre Hugo Chávez y el Rey Juan Carlos de Borbón, y el pasado Premio Rey de España que le entregasen a un periodista venezolano por mentir sobre los hechos de abril de 2.002, cuando el golpe de Estado de la derecha en nuestro país. Un rey manda a callar a aquel a quien no se pudo derrocar a través del golpe y el premio en su nombre se le entrega a quien de algún modo lo ataca. Es, en fin, ni más ni menos, lo que acabamos de mencionar arriba: un lugareños yendo contra los suyos y rindiéndole pleitesía a un trasatlántico molde del poder, monárquico en este caso. Un poder instituido, o una matriz de opinión sobre él, cazando y acechando lugareños para premiarlos por velados y pequeños actos de traición que ellos luego convierten en piezas comunicaciones de su discurso dominador.  
 
No se vaya muy lejos y mírense los premios del concurso de CNN en español Fotografía periodística objetivo 2007, todos ellos un poema a la deconstrucción nacional disfrazado con la musa de la denuncia social o histórica. Claramente se nota el sentido peyorativo, de orientación política, de la mayoría de las fotografías ganadoras. Como si se titulara el evento Estupidez y atraso de sudacas o latinos en tiempos de cambios, aludiéndose explícitamente a las corrientes de revolución social que soplan en América Latina y arteramente sembrando la matriz de opinión dicha de que lo propio e independiente es degradante y lo sujeto y extranjero es progresista.  
 
En este sentido la matriz imperial no escatima gastos y entrega premios a granel, y los galardonados, como a Disneylandia, tienen la oportunidad de visitar los estudios de CNN en Atlanta y mirar las astas del poder por dentro, sin desperdiciar el galardonado la ocasión, por supuesto, de denostar de los suyos desde los micrófonos y cámaras de origen.  
 
No es casualidad -¡no!- que el ganador del gran premio sea un venezolano, el representante del país que hoy está en el ojo del huracán político internacional ante la incomodada faz del poder mundial, celoso de perder al país como colonia proveedora de materia prima industrial y energética. En el esfuerzo por mantener a raya los brotes de dignidad soberana no habrá de escatimarse nada, y todo aquello que pinte un futuro de miseria, incertidumbre, atraso, miedo, es excelente material explotable psicológica y comunicacionalmente para perpetuar el estigma subyugador.  
 
A continuación la fotografía ganadora del gran premio, con su respectiva leyenda al pie. Saque usted su conclusión.  

<a href="http://www.cnnobjetivo07.com/complete.html">Objetivo 07: concurso de fotografía periodística CNN</a> 

Y así, mirando el resto de las imágenes premiadas, podrá usted encontrar otros poemas premiados que nos pintan un panorama aterrador en nuestra América, si es que decidimos quedarnos con nuestros dioses y próceres, como Bolívar, por ejemplo, para nombrar la mayor figura de invocación político militar. La siguiente imagen, de un concursante colombiano, nos presenta a un indigente con su bolsa de latas transitando frente a la que fuera la casa del Libertador, como si se dijera, para efectos manipulares imperialistas, que con semejantes símbolos históricos el porvenir de la patria es apocalíptico. De ahí -se dirá- a presentar a un ejecutivo parado contemplando el busto de George Washington como una imagen ganadora también hay poco trecho.  

(Ver misma dirección) 

Por supuesto, no deben interpretarse las palabras de este artículo como un acto de censura a la expresión de arte que pueda haber en una obra determinada, ni debe creerse que las personas que enviaron sus imágenes a concursar sean unos redomados vendidos al interés extranjero. Nada de eso. De hecho, siendo realistas, la miseria existe en muchos planos de la América Latina y el trabajo de la denuncia social es necesario y es hasta loable que sea premiado. Pero todo ellos pierde su virtualidad cuando la denuncia se sirve en la mesa de quienes se interesan por la deconstrucción de los valores propios de nacionalidad, historia e idiosincrasia.  
 
Y no es que una denuncia de un problema determinado presentada ante quienes constantemente están interesados en caotizar tenga menos visos de realidad que otra presentada ante otra instancia. Nada de eso tampoco. El problema existe porque existe, del mismo modo que un limón aquí y allá será siempre agrio. El asunto que preocupa esencialmente será un asunto de conciencia, y para quienes ganan los premios desde aquí se les felicita en tanto su trabajo se mueve en el marco de la estética, pero también se les alerta cuando a través de la emoción de un premio se les invita a degenerar, reconducidamente, su patrimonio ambiental, histórico y hasta personal.  
 
De todos modos desde aquí proclamamos la libertad de conciencia para aquellos que rechacen cualquier crítica, y proponemos al trabajo artístico como generador de una materia en sujeción a la crítica, el dilema, el análisis y toma de conciencia.

 
Se crea artísticamente para generar belleza, en su espíritu griego, pero de la belleza hablamos todos los mortales desde un plano magistral, teniendo el poder para la crítica y la controversia. La obra de arte no es intocable.  
 
Usted vea el resto de la fotografías ganadoras, todas denigran histórica, política y nacionalmente. Hasta el grado que podríamos decir que muy fácil ganar un concurso en CNN; baste nomás con mostrar un cúmulo de porquería frente al busto de un personaje histórico o de una oficina gubernamental de un específico país en rebeldía ante el interés del poder mundial institucionalizado.
 

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camero500@hotmail.com



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Oscar Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

 camero500@hotmail.com      @animalpolis

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