Propongo examinar algunas tendencias y factores, que a mi juicio serán determinantes en Chile, en las próximas elecciones presidencial y parlamentaria. En las elecciones municipales del 2004, la Alianza y la Concertación estaban separadas por 16,21 puntos a favor de esta última. En 2008 la diferencia se acortó a 7,19 puntos. A lo cual debe sumarse el triunfo de la Alianza en alcaldes en las ciudades más importantes del país, lo cual otorga una proyección territorial decisiva en la elección presidencial y parlamentaria de 2009.
Tendencias
Por todo ello resulta imperativo revisar las tendencias electorales de ambas coaliciones. En un período de 12 años la Concertación ha bajado su votación de 56,13% en 1996 a 45,20% en 2008. En cuanto a la Alianza sube de 32,47% en 1996 a 40,09% en 2000, para experimentar en 2008 una baja al 39,05% (1). Aparentemente el año 2000 la Alianza habría capitalizado el descontento social que produjeron las medidas contra cíclicas que el gobierno de Lagos impuso a raíz de la crisis asiática. Si bien los fenómenos socio-políticos no son lineales, de proseguirse la tendencia descendente de la Concertación al ritmo de los últimos 12 años, esto es a una tasa anual de 1,8%, experimentaría una baja de su capital político para las elecciones del 2009, a un 43% de preferencias del electorado. Aplicando el mismo criterio para la Alianza en el período de los últimos 8 años, la baja a un ritmo de 1,3% anual llevaría a una pérdida de su capital político que en 2009 se reduciría a poco menos de 35%.
Al interior de las coaliciones
No obstante, lo que domina el debate interno es el posicionamiento de los socios en ambas coaliciones. Renovación Nacional (RN) obtuvo 18,3% en concejales y 53 alcaldes, es decir 15 más que en 2004. Con esto, RN no sólo derrota a la Unión Demócrata Independiente, que obtuvo 17,75% y 56 alcaldes – 5 más respecto a 2004 – sino que por añadidura se sitúa como el partido más votado de Chile, desplazando a la UDI al segundo lugar y a la Democracia Cristiana al tercero. Sin embargo, el propósito de la UDI de levantar bandera propia en la carrera presidencial obliga a Piñera y a RN en su conjunto, a bregar por la candidatura presidencial en Alianza con la UDI y a mantener la ventaja de las municipales en las parlamentarias de 2009. Agréguese a ello las ambiciones del Partido Regionalista Independiente (PRI) que obtuvo un significativo 7,66% en concejales [equivalente a 50% de la votación del Partido Demócrata Cristiano], y que intenta levantar la candidatura presidencial de Adolfo Zaldívar – que se autoproclama como representante del centro de la política chilena – con lo cual pone en jaque la aspiración de Piñera de encabezar una coalición más amplia que la Alianza.
En la Concertación la gran perdedora es la Democracia Cristiana, que en 15 años desciende progresivamente de 27% a 20,8% en 2004 y 15,45% en 2008. De continuar dicha progresión y según el mismo ritmo a la baja en 2009, su capital político habría descendido a alrededor de 12%. Vale la pena recordar que los socios de la coalición no lo han hecho mejor. El PPD se estanca en un 10,60% [en rigor 3 puntos menos que su mejor cómputo en elecciones parlamentarias]; el PS sube un punto, a 12,40%, pero no logra romper su cuota de votos que en dos décadas se sitúa sistemáticamente entre 11,5 y 12,5% –, pierde además 15 alcaldes. El PR logra un avance importante desde el 4,9% en 2004 a un 6,74% en 2008. Habiéndose debilitado la Democracia Cristiana, surge así el PR como una fuerza central al interior de la Concertación para articular acuerdos y romper empates.
La crisis y los partidos
En una carrera presidencial donde todos los partidos adelantan candidatos, el punto decisivo será la manera como logran resolver sus querellas internas; punto de partida de una reflexión programática y de una propuesta concreta para Chile, que hoy está escandalosamente ausente. El Chile de la crisis – muy diferente al de la bonanza – no es propiciador de consensos basados en elementos sociales y económicos más o menos controlables. Reina lo incierto sobre lo seguro. El discurso del blindaje frente a la crisis – mundo en el que se refugió con soberbia el equipo económico del gobierno hasta hace poco – no sólo resultó provocador en su época, sino que reveló la absoluta falta de comprensión de los problemas sociales y políticos que genera la grave crisis económica que vive el mundo.
El PS, gobernado por la nomenclatura de Escalona en sucesivas reelecciones, donde el fraude se parangona con el cinismo, ha sido literalmente destruido. Su base militante, sin brújula ni proyecto, contempla la disidencia del senador Navarro que desde el Movimiento al Socialismo (MAS) pretende levantar una alternativa de izquierda. En la DC el problema es Alvear. Su alternativa al fracaso, sería propiciar una generación de recambio que enfrente las próximas elecciones. Sin embargo, es difícil que lo entienda así [la ruptura con Adolfo Zaldívar y los militantes DC que fundaron el PRI así lo prueba] pues su propio ascenso está marcado por el apoyo que le brindaron en un momento los barones del partido –, absolutamente opuestos al cambio. Sugerentemente es el mismo camino que llevó a la ruina a Frei Montalva, que no sólo cerró el partido a la renovación sino que además hizo inevitable la ruptura de la generación del MAPU y la IC y la derrota de Tomic en las elecciones presidenciales de 1970. Esta dramática destrucción de dos partidos históricos, el PS y la DC, afecta inevitablemente la suerte de la Concertación. Suerte que difícilmente podrá superarse con el concurso del PPD y el PR, y desde fuera el eventual apoyo del PC.
En el presente, ni la Alianza ni la Concertación han propuesto una ruta para enfrentar la crisis y las demandas sociales. El gobierno de Bachelet responde pasivamente a los acontecimientos sobrevinientes y la actitud de la Alianza es la crítica a puntos menores… después de todo ambos gobiernan con el modelo heredado del pinochetismo.
Las próximas elecciones se jugarán con un actor que ya entró en escena: la crisis.
Descolgados, abstencionistas y [jóvenes] no inscritos
Un fenómeno, “los descolgados”, demostró que la opción de quienes ya no creen en sus partidos de origen, no sólo fue aceptada por el pueblo elector sino que además fue acogida con entusiasmo. A esta opción, se unió otra, pero de manera más radical, con su rechazo a Alianza y Concertación, fue la cantidad de votos nulos y blancos que registró la municipal 2008 –, nulos [384.364] y blancos [179.092] que sumaron más de 500 mil. Agregados a la abstención – 1 millón 500 mil votos – constituyen sorprendentes 2 millones de votos. Se trata de 2 millones de ciudadanos que no tienen otra forma de expresarse que rechazando la alternativa que propone la clase política que en sucesivas tandas lleva ya 35 años gobernando. Sumo así, los políticos de la Alianza que gobernaron con Pinochet y la Concertación que muy pronto contará dos décadas en el poder.
A este potencial de protesta que rechaza la repartija de las dos coaliciones, se suman jóvenes en edad de votar y que no se ha inscrito y que según estudios de Flacso constituye un contingente de 2,4 millones de potenciales votantes. Este es el potencial que hoy se juega, bajo expresiones diversas, por el “ni-ni”: ni Alianza ni Concertación. Movilizar este tremendo e impactante potencial de 4 millones de ciudadanos, permitiría no sólo renovar un padrón electoral envejecido sino que además, los términos en que funciona la política tradicional en Chile. Pues resulta incompatible con la lógica, que quienes resultan favorecidos con el presente estado de cosas tengan la capacidad de cambiarlo.
En este nuevo escenario de cambios, caería el muy impresentable y antidemocrático sistema binominal, que aliancistas y concertacionistas han disfrutado alegremente en estos años de democracia traficada. Seguidamente permitiría cambiar la actual clase política que insistentemente, por dos décadas, bloquea todo intento de otros y otras por participar en la dirección de los procesos políticos.
Sin cambios en el padrón electoral y las leyes de representación ciudadana veríamos en algún tiempo más una gerontocracia en el poder, dedicada a bloquear cambios y nuevos actores en la política.
Cambio del escenario político
Por último, un pacto de gobierno de la Concertación con el PC, o bien una extensión del pacto por omisión, no cambiará gran cosa, pues cualquiera de estos acuerdos se hará según el programa de la Concertación que en su lógica de gobierno excluye todo cambio al sistema que nos rige.
Los grandes cambios pertenecen a otra generación y otra concepción del poder. Baste mencionar algunos de ellos para entender la profundidad de las transformaciones que los tiempos exigen: nueva Constitución con mecanismos, entre otros, de plebiscito y referéndum revocatorio claramente establecidos; proclamación del agua, la educación, la salud, la vivienda, las semillas, el cobre, la energía como bienes públicos; recuperación de nuestras riquezas naturales básicas; nuevas leyes tributarias; nuevo código del trabajo; nuevo sistema de pensiones; derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras…
Concluyo. Las circunstancias reales planteadas por la crisis, modificarán trascendentalmente el escenario político en los meses que preceden las elecciones de 2009. Lo decisivo en esto no será la crisis en sí, sino la conciencia cada vez más generalizada en la ciudadanía, que la clase política actual y sus coaliciones, son incapaces de resolver sus problemas.
* Abogado y Economista
(1)La Alianza Democrática es la oposición de derecha al gobierno de Michelle Bachelet. Está integrada por Renovación Nacional (RN) y la UDI (Unión Demócrata Independiente).
La Concertación de Partidos por la Democracia o simplemente Concertación, conglomerado de partidos de gobierno está integrada por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), Partido Por la Democracia (PPD), Partido Socialista (PS) y Partido Radical (PR). El Partido Regionalista Independiente (PRI), es una escisión del PDC, independientes y de oposición al gobierno de Bachelet.
El Junto Podemos Más, es una coalición integrada por el Partido Comunista (PC), el Partido Humanista (PH) y la Izquierda Cristiana (IC). El Junto Podemos Más firmó un “pacto por omisión” con la Concertación en virtud del cual ésta se abstenía de presentar candidatos a concejal o alcalde en algunas comunas, en el entendido que sus militantes votarían por los candidatos del Junto Podemos Más.
*hecvega@netline.cl