La libertad no se confía a los nazis

Cuando Hitler invadió la Unión Soviética en 1941, en la llamada Operación Barbarroja (Unternehmen Barbarossa) fueron muchos los ciudadanos de la nación agredida que se plegaron a las fuerzas nazis, debido al odio y el resentimiento que sentían contra Stalin.

El Ejército Ruso de Liberación (ROA), liderado por el general desertor Andrei Vlasov fue uno de los más emblemáticos, pero hay muchos ejemplos, como El Ejército Popular Nacional Ruso e, incluso, grupos abiertamente fascistas formados por ciudadanos de Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania, así como cosacos, chechenos y otras minorías étnicas, que compartían, además del deseo de derrocar a Stalin, la esperanza de que las hordas del III Reich los ayudarían a alcanzar la libertad y vivir en democracia.

Este colaboracionismo le costó muy caro a quienes formaron parte de esos grupos pronazis, pues muchos de sus integrantes fueron hechos prisioneros o ejecutados al terminar la Segunda Guerra Mundial, cuyo costo para la URSS fue enorme, por lo que el castigo para ciudadanos soviéticos que respaldaron a los invasores debía ser ejemplar.

Lamentablemente, el ser humano tiende a tropezar varias veces con la misma piedra, como dice la famosa canción y, continuamente, colocan esperanzas en quienes, lejos de ayudar, se convertirán en sus verdugos.

En el caso venezolano, algunos sectores de la sociedad venezolana -de la oposición, lógicamente- pusieron sus esperanzas de cambio en Donald Trump. La llegada del impredecible empresario convertido en político y líder del Partido Republicano a la Casa Blanca, se convirtió en motivo de celebración para opositores venezolanos -dentro y fuera del país-, quienes vieron en la figura del reaccionario "showman" una especie de libertador que acabaría, no solo con el gobierno de Nicolás Maduro (quien, irónicamente, en varias oportunidades ha destacado su parecido con Stalin), sino con la llamada Revolución Bolivariana.

No obstante, la victoria de Trump sobre el maltrecho Partido Demócrata y su candidata Kamala Harris, lejos de beneficiar a los venezolanos, marcó un período de acoso y persecución contra nuestros compatriotas, como nunca antes había ocurrido en la potencia del norte.

Trump, empleando estrategias de manipulación de masas que evocan las tácticas del ministro de Propaganda de Hitler, Joseph Goebbles, equiparó a los venezolanos con los integrantes de la banda Tren de Aragua. Los venezolanos en Estados Unidos fueron -y son- criminalizados, llegando a niveles de revocar residencias, incluso, a personas con estancia legal en el país.

Desde luego, estas políticas migratorias no son solo contra los venezolanos, sino contra todo migrante considerado "bad hombre", por los neonazis que tomaron el control del Ejecutivo estadounidense. Aunque, el ensañamiento contra los venezolanos es mayor, tal vez Trump quiera vengarse del engaño que sufrió durante su primer mandato por el farsante de Juan Guaidó y su tristemente célebre interinato -¿por cierto por qué no deportan a Guaidó y los miembros de su megaestafa política?-.

La anulación del TPS (permiso temporal de trabajo) dejó a miles de compatriotas en un limbo jurídico. Grandes empresas despidieron a venezolanos que laboraban legalmente y que, tras la decisión del "Führer" de piel naranja, perdieron sus empleos y ahora , no solo son candidatos a la deportación, sino "fugitivos" que aguardan la arremetida del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU.)

También, se incluyó a los ciudadanos venezolanos en una lista de países con acceso restringido al territorio de los Estados Unidos. La paranoia antivenezolana llega al extremo de no permitir a quienes tengan visas de turista renovar su documento de estancia temporal y, por supuesto, menos todavía pueden solicitar la visa por primera vez.

Un ejemplo vergonzoso de esta especie de apartheid migratorio fue el hecho de haber negado las visas al equipo venezolano que representaría a América Latina en el Mundial Senior de Pequeñas Ligas ¿el motivo? Pues, que son venezolanos.

Esta paranoica obsesión anti-extranjeros de Trump es respaldada por su Secretario de Estado, Marco Rubio (paradójicamente hijo de inmigrantes cubanos). Cuando Trump anunció a Rubio como su canciller, un gran número de opositores venezolanos consideró que esa "dupla" haría temblar al gobierno de Nicolás Maduro, pero el golpe fue para los venezolanos.

Esta situación deja bastante claro que la libertad no se confía a los nazis.

 

 

 

 



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