El reciente derrocamiento del gobierno de Bashar Al-Assad por parte de Hayʼat Tahrir al-Sham (HTS), una organización islamista suní con un pasado vinculado al Frente Al Nusra e ISIS, ha dejado al mundo político en un estado de asombro y especulación. No obstante, este cambio, que a primera vista parece una sorpresa, podría ser el resultado de un acuerdo estratégico cuidadosamente orquestado, en el que Türkiye pudiera estar jugando un rol central y protagónico, con la discreta pero importante participación de actores como Rusia e Irán.
Un elemento clave que destaca en este proceso es la permanencia del primer ministro sirio, Mohammad Ghazi al-Jalali, en el país durante toda la transición; es decir, antes, durante y después del derrocamiento. Su rol ha sido determinante para garantizar que el proceso no derivara en un caos absoluto, lo cual abre la puerta a una interpretación interesante: ¿estamos realmente ante un derrocamiento o más bien ante una transición negociada entre HTS, el gobierno de Assad y fuerzas externas? Si esto fuera cierto, no se trataría de una revolución inesperada, sino de un reacomodo calculado en la balanza de poder regional.
TÜRKIYE COMO PROTAGONISTA DEL CAMBIO
En este panorama, Türkiye emerge como uno de los actores más activos. Aunque oficialmente Ankara clasifica a HTS como una organización terrorista, el gobierno de Erdogan ha mantenido una política de apoyo directo a grupos armados irregulares como el Ejército Nacional Sirio, que en ocasiones han actuado como aliados tácticos de HTS. Este apoyo, justificado bajo la narrativa de proteger los intereses fronterizos y combatir al terrorismo kurdo, ha posicionado a Ankara como un mediador indirecto y posiblemente, uno de los facilitadores del ascenso de HTS.
Lo más irónico es que este cambio ha dejado a Estados Unidos y sus aliados en una posición incómoda. Las Fuerzas Democráticas Sirias, el grupo protegido por EEUU y sus aliados, no tuvieron ningún rol en el derrocamiento de Assad, lo que evidencia su pérdida de influencia en la región. Mientras Washington estuvo enfocada exclusivamente en respaldar a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en la gobernación de Hasaka, Türkiye adelantaba pasos demostrando ser más pragmática, porque interactuaba con diversos grupos en el terreno. Este enfoque multifacético coloca a Erdogan como el líder regional que mejor ha sabido capitalizar la dinámica de Poder en Siria.
EL ROL DE RUSIA E IRÁN
Aunque Rusia e Irán han sido aliados históricos de Bashar Al-Assad, su reacción ante este cambio ha sido notablemente mesurada. Esto podría interpretarse como una señal de que ambos países estaban al tanto de los acuerdos que posibilitaron la transición. Para Rusia, mantener cierta estabilidad en Siria es esencial para proteger sus intereses estratégicos en la región, mientras que Irán sigue enfocado en preservar su influencia a través de alianzas flexibles.
Ambos actores parecen haber entendido que el ascenso de HTS no necesariamente representa un retroceso para sus agendas, sino una oportunidad de reconfigurar sus posiciones en un contexto más favorable. Su cooperación con Türkiye en otros escenarios, como los acuerdos de Astaná, podría ser un indicio de que este cambio no fue del todo inesperado.
UNA NUEVA GEOPOLÍTICA EN EL MEDIO ORIENTE
La caída de Assad, no solo redefine el mapa político sirio, sino también el equilibrio de poder en el mal llamado Medio Oriente. El conflicto israelí-palestino, las tensiones en el Líbano, la expansión de la influencia iraní; y el papel de Rusia en Ucrania forman parte de un entramado en el que Siria sigue siendo un punto de convergencia crucial.
El protagonismo de Türkiye en este proceso pone en evidencia que Ankara no solo busca asegurar sus fronteras, sino consolidarse como una potencia regional clave. Por su parte, la cautela de Moscú y Teherán sugiere que ambos están dispuestos a adaptarse a los cambios para mantener su relevancia en el escenario global.
Más allá de los titulares sobre un derrocamiento sorpresivo, lo que estamos presenciando es una especie de cambio geopolítico que, lejos de ser caótica, parece haber sido cuidadosamente diseñada quirúrgicamente. Este nuevo capítulo en Siria marca un punto de inflexión en el Medio Oriente, donde los actores regionales como Türkiye están tomando el liderazgo frente a las potencias tradicionales. Una lección clara de que en la geopolítica, nada ocurre sin planificación y las alianzas nunca son estáticas.