El Tiro en el Pie de Washington: Las sanciones que hieren a Venezuela... y sangran a Estados Unidos

En la última jugada del ajedrez imperial, Estados Unidos, por medio de la no renovación de la licencia a Chevron para operar en Venezuela, ha ejecutado lo que podría considerarse no solo un acto de hostilidad económica, sino un verdadero "tiro en el pie" con silenciador ideológico. Esta medida no solo limita aún más la economía venezolana, que ha resistido con dignidad más de 900 Medidas Coercitivas Unilaterales mal llamadas "sanciones", sino que impacta directamente al propio suministro energético de Estados Unidos, cuyo déficit petrolero no podrá ser llenado por discursos antichavistas ni por la euforia hipócrita de congresistas republicanos.

Porque sí, señoras y señores, mientras Washington cree estar asfixiando al "régimen" de Nicolás Maduro, lo que realmente hace es ceder terreno geopolítico, comercial y energético a potencias como China, India, Irán o Rusia. Lo que Chevron ya no puede comprar, otras empresas vendrán a buscarlo. El crudo no se va a evaporar por decreto estadounidense. La lógica del capital global no permite que un recurso tan estratégico como el petróleo venezolano quede en cuarentena diplomática por capricho imperial.

Pero nada de esto parece importarle a la congresista republicana María Elvira Salazar, quien con una sonrisa tan amplia como vacía, celebra que se le corte el oxígeno financiero a un país entero, bajo el pretexto de no "seguir financiando a la Revolución Bolivariana". No señora Salazar, lo que usted está cortando no es una línea de crédito al chavismo, lo que usted está cercenando es la posibilidad de que un hospital venezolano tenga insulina, que una escuela tenga pupitres, que un barrio tenga luz. No se engañe ni pretenda engañar: quien impide el ingreso de recursos al Estado venezolano, está condenando al pueblo y no al presidente.

Es irónico, por no decir cínico, que esta misma congresista se autoproclame "amiga del pueblo venezolano", cuando su conducta política es la de una verduga neoliberal de guante blanco, cuya saña no distingue entre un cuadro revolucionario y una madre con su hijo esperando atención médica en un ambulatorio sin insumos. Su "amistad" es la misma que practica Marco Rubio: destruir al país para después llorar sobre sus ruinas... si acaso. Y como buenos profetas de la hipocresía, no están solos.

A este triste espectáculo se han sumado los rostros más antinacionales de la oposición venezolana: María Machado, Julio Borges, Edmundo González, Juan Pablo Guanipa, Antonio Ledezma, Juan Guaidó, Leopoldo López... el elenco completo de la traición criolla. Todos ellos han pedido, aplaudido y hasta redactado comunicados solicitando más sanciones "inteligentes", como si cortar el suministro de agua a una ciudad entera fuera un acto quirúrgico.

Estos actores, con cara de estadistas y verbo de colonia, han vendido la absurda narrativa de que las sanciones solo afectan a Maduro. ¿De verdad? ¿En qué país vive esa gente? ¿No saben que el petróleo financia el Presupuesto Nacional? ¿No entienden que sin ingresos públicos no hay dignificació del salario, ni medicinas, ni infraestructura, ni escuelas, ni alumbrado, ni cosechas, ni vacunas? ¿O lo saben perfectamente y esa es precisamente la idea: provocar la ingobernabilidad para intentar pescar en río revuelto?

Resulta trágicamente risible escuchar a un opositor reclamar que falta una medicina en un Hospital mientras aplaude que se le prohíba al Estado importar insumos. Es como romperle las piernas a alguien y después culparlo por no correr. Eso no es política, es perversidad disfrazada de liderazgo.

Lo que Estados Unidos no quiere entender o finge no entender es que el pueblo venezolano no se rinde, sino que se reorganiza. El mercado que ellos abandonan no queda vacío: lo ocupan otros actores que no están subordinados a la Casa Blanca. Y Venezuela, con todas sus dificultades, sigue en pie, reconstruyendo su modelo productivo, estableciendo nuevas alianzas y profundizando el camino del socialismo bolivariano.

Si el objetivo era detener a la Revolución, han fracasado. Si el objetivo era rendir al pueblo, han fracasado. Si el objetivo era quedarse con el petróleo, han llegado tarde. Porque aquí seguimos, de pie, creando, resistiendo, luchando y gobernando.

Y si algún día el pueblo logra justicia, muchos de estos verdugos diplomáticos serán juzgados no solo por crímenes económicos, sino por la traición más vulgar: la de quienes se presentan como amigos mientras siembran hambre, bloqueo e intervención.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1051 veces.



Carlos Gutiérrez


Visite el perfil de Carlos Gutiérrez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: