Los gobiernos progresistas -como capitalistas- calman el dolor agudo, pero disfrazan la opresión

1. Los gobiernos de Lenin en Rusia (1917), de Mao en China (1949), de Castro en Cuba (1959) fueron producto de grandes revoluciones anticapitalistas que ellos encabezaron; expropiaron las riquezas y el poder de la gran burguesía explotadora y buscaron -con todo empeño- que los trabajadores sean los beneficiados de esas revoluciones; pero no pudieron con el salvaje capitalismo que usó todas sus armas, su economía y los medios de información, para derrotarlos. Lograron levantar a parte del pueblo en sus luchas, pero al final el poderoso capitalismo, en menos de 15 años, los fue destruyendo hasta derrotarlos. Quisieron poner las bases socialistas, pero ni eso lograron. Rusia y China, por su poder territorial y económico han cambiado de proyecto; Cuba aún sigue acosada por el imperio. Esas, no olvidar, fueron revoluciones anticapitalistas.

2. A partir de Allende en Chile (1970-73) -que se declaró socialista y que en 1973 fue asesinado por los militares chilenos apoyados por el gobierno de EEUU- se inició el ciclo de cambios pacíficos electorales que como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay, Argentina, se declararon gobiernos progresistas, incluso socialistas y antimperialistas; sin embargo, cumplidos los 10 años éstos fueron cayendo uno a uno por problemas que no pudieron resolver, problemas creados por las grandes burguesías de cada país y el imperio yanqui. De los otros 150 gobiernos -con excepción de tres o cuatro en Asia, uno o dos en África- ni hablar, porque todos, toditos, han estado al servicio del capital imperialista mundial, respaldados por la OTAN y ejércitos yanquis; como países capitalistas de los cinco continentes matan de hambre a sus pueblos desde hace por lo menos un siglo.

3. México, con determinados gobiernos "progresistas" ha sido el país de las esperanzas que terminan en lo mismo. Una primera esperanza fue el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934-40). Expropió el petróleo, creó tierras ejidales y las repartió, nacionalizó ferrocarriles, creó la CTM y la CNC, etcétera, pero al final la burguesía explotadora recuperó poder y dinero. Los trabajadores –en un 80 por ciento continuaron en la miseria. Con López Mateos (1958-64) y Luis Echeverría (1970-76) –segunda y tercera esperanza- nuevamente aparecieron los discursos "de izquierda-centrista dentro de la Constitución". Muy poco con López Mateos, mucho más con Echeverría Álvarez, hubo cierto antimperialismo que sirvió poco porque gobernantes y empresarios siguieron acumulando gigantescos capitales. Tuvieron buenos discursos pero en la práctica la miseria de la mayoría creció y los ricos más millonarios.

4. Los gobiernos de Cárdenas, López Mateos o Echeverría Álvarez fueron del PRI centrista, también por sus discursos fueron llamados progresistas, pero la situación del 80 por ciento de la población siguió siendo la misma de pobreza y miseria. Su progresismo fue ineficaz porque nunca fueron más allá de los gobiernos ultra conservadores y asesinos del tipo Calles, Ávila Camacho, Alemán, Díaz Ordaz. ¿De qué carajos sirve llamarles gobiernos progresistas y hasta de centro/izquierda, si el país sigue sufriendo la extrema desigualdad económica y social? Parecería que el "progresismo" sólo es una máscara, un estilo de hacer política, un "engañabobos" que crea esperanzas entre los ilusos. La realidad es que si la desigualdad no se reduce y camina a su desaparición no hay nada porque alegrarnos. Imagínese, después de 18 gobiernos autocalificados del pueblo y que este no haya cambiado en los últimos 100 años.

5. Al presidente mexicano actual, López Obrador, se le califica de progresista –incluso de izquierda- para no confundirlo con los cinco presidentes anteriores (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña) calificados de derecha, ladrones y asesinos); AMLO, sin ser ladrón o asesino, se dice que es un pusilánime o blandengue porque después de denunciar por robos, despojos, no pago de impuestos, negocios turbios, a más de 200 personajes con suficientes pruebas, grita a diario que nadie será castigado porque no es vengativo. Es decir, permite y apoya a todos aquellos que han despojado a la nación del presupuesto nacional, a aquellos grandes explotadores que han dejado al 80 por ciento de la población en la pobreza y miseria. Se le dio chance de seis meses a López Obrador para enderezar su gobierno; pero ya han pasado dos años y medio y la desigualdad entre pobres y ricos es cada vez mayor.



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Pedro Echeverría


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