La política es un ámbito de la actividad humana cuya materialidad es el poder, esto es la subordinación individual y colectiva de los seres humanas respecto de una estructura que acumula recursos para el sometimiento.
Como actividad social es muy cambiante y su análisis debe hacerse desde el ángulo de la correlación de fuerzas.
En la política, táctica y estrategia, son categorías imprescindibles en la planificación de acciones y movimientos para garantizar un objetivo de largo plazo.
Venezuela y el gobierno del Presidente Nicolas Maduro son objeto de una descomunal presión internacional y local, para acorralarlo y destruirlo con el fin de dar paso a un régimen amigo de los Estados Unidos y las multinacionales de los hidrocarburos. Lo que por supuesto significara el regreso del modelo neoliberal y de la democracia liberal occidental, representativa de las elites oligárquicas.
Las movidas internacionales en la OEA, las presiones imperiales y el sabotaje desde Colombia, constituyen factores de desestabilización contundentes.
La violencia terrorista de la ultraderecha fascista reúne todos los ingredientes de una conspiración golpista que causa graves daños en diversos campos de la sociedad por las muertes y destrucción de infraestructuras básicas en la vida cotidiana de la población.
El gobierno y el liderazgo chavista han puesto en marcha un programa para derrotar la arremetida del terrorismo. La convocatoria de la Constituyente Comunal se ha previsto en tal sentido y la campaña para escoger sus 545 integrantes está en curso para que el 30 de julio se den las elecciones sectoriales y territoriales y para que el ocho de agosto empiece a funcionar.
El bando opositor se ha propuesto hacer un plebiscito el 16 de julio, al margen de la institucionalidad electoral, con el fin explícito de colocar las bases de un gobierno paralelo que sería reconocido de manera inmediata por los Estados Unidos, España, Colombia, México, Brasil, Argentina, Perú y la OEA.
En todo este esquema contrarrevolucionario ingresó recientemente la actual Fiscal, Luisa Ortega con el apoyo beligerante de un núcleo seudo izquierdista delirante y oportunista.
Como una medida para sortear el complejo trance político se le ha otorgado a Leopoldo Lopez la detención domiciliaria como un subrogado penal que consiste en una medida sustitutiva de la pena de prisión y arresto, que se conceden a los individuos que han sido condenados a estas penas.
Lopez seguirá preso en su casa y con unas condiciones muy concretas fijadas por la autoridad judicial correspondiente, que en caso de ser violadas implicarían el regreso a la situación intramural vivida en los últimos 36 meses.
La decisión tomada por el TSJ desmonta el señalamiento al gobierno de ser una dictadura totalitaria como lo repiten los voceros del terrorismo y la Fiscal.
Además fortalece la legitimidad de tal autoridad nacional.
Todo lo anterior debe interpretarse como un desplazamiento táctico conveniente que seguramente no será bien visto por los ultras de la oposición, los cuales proseguirán con su programa golpista. Problema de ellos y de la Fiscal que debe asumir las consecuencias de sus actos irresponsables, como lo veremos en la semana en curso cuando el TSJ debe comunicar su decisión respecto del jefe del Ministerio Publico.
Entender lo que ha ocurrido para apoyarlo, demanda mucha cabeza fría en el campo popular y en las fuerzas políticas que dan soporte al gobierno constitucional del Presidente Maduro.
De nada sirven los infantilismos políticos y las posturas delirantes de quienes ignoran la cruda realidad del proceso terrorista de desestabilización, destrucción y muerte agenciado por una criminal oligarquía.
Venezuela no es Corea del Norte y sus potentes misiles que disuaden con eficacia el agresivo régimen imperial de Trump.
Ese es un detalle que hay que considerar en la actual coyuntura.
Un paso atrás no es una derrota.