Auditórium

Seguimos con el lenguaje del odio de: ¿Hitler y Stalin?

"La revolución acaba con la mentira social. La revolución es la verdad. Comienza llamando a las cosas por su nombre [...] Pero la revolución en sí misma no es un proceso integral y armonioso. Está lleno de contradicciones [...] La propia revolución crea un nuevo estrato dominante que busca consolidar su posición privilegiada y es propenso a verse, no como un instrumento histórico transitorio, sino como la conclusión y la coronación de la historia".

Trotsky. La revolución desfigurada: la escuela falsificación estalinista.

Fin de la cita

“Reincido nuevamente en escribir este artículo, corriendo el riesgo de la perversa censura”. En una biografía de Adolfo Hitler se describió que entre sus rasgos más sobresalientes estuvo: “su ilimitada capacidad hacia el  odio”. Cuyo autor, el historiador Laurence Rees, consideró que el “poder del odio está infravalorado. Es más fácil unir a la gente alrededor del odio que en torno a cualquier creencia positiva”. Junto a esa nefasta capacidad, Hitler presentó otra: su fuerte carisma hacia las masas.

En relación al carisma Rees sostuvo que: “lo más importante que hay que entender del carisma de Hitler era que dependía de la gente. El carisma no puede existir sin conexión. No se puede ser carismático en una isla desierta. Buena parte lo pone el otro”. Así lo manifestó  en su nuevo libro donde su tristemente célebre personaje “jugaba fuerte, al todo o nada, y en cada triunfo fortalecía su carisma”.

Donde sus principales  características fueron su intransigencia, su descontrolada emotividad, el creerse una figura providencial, pero sobre todo su capacidad de odiar y manipular el odio. Recuerda este historiador que, sobre estas bases, Hitler desmanteló todas las estructuras del Estado,  y las maquilló de acuerdo con sus intereses y proyecciones. Pero, lo más interesante de su libro fue la siniestra comparación entre Hitler y Stalin.

Con Stalin no hubo contemplaciones donde en el disentir, no había reglas de excepción para evitar ser asesinado. Nadie estaba seguro. En la Alemania nazi en cambio si estaba claro quiénes iban a ser perseguidos por el régimen, en la URSS estalinista no. Stalin unía con el miedo, como Hitler con el odio, Describe Laurence Rees en su libro que, de cierta manera, pone de relieve varios de los instrumentos más al mal uso en el manejo fanatizado e intolerante de las masas

Después  de la muerte de Chávez, el país se encuentra  sumergido en el caos. Inflación, escasez, supermercados con anaqueles vacíos, y los estragos de un cliché ideológico  que corrompe la condición de ciudadanos  del pueblo venezolano. Donde se aplica el principio: “Si la burguesía me odia, yo la odio”, yo me pregunto ¿Cuál burguesía?

Especulación  y carestía, violencia en los supermercados, frente a los anaqueles vacíos. Dos años después a  Nicolás Maduro, le ha tocado algo imposible: ver la parálisis de la economía en uno de los países más ricos en recursos naturales de la América Latina, y alienando al pueblo con subsidios que paran en manos de grupos de mafiosos parásitos corruptos, causantes de la inflación que vvivimos, y aplicando una ideología del resentimiento.

La emigración de médicos, empleados públicos de alto nivel, universitarios, técnicos... ponen de manifiesto que la relación entre el Estado rentista petrolero,  y la población se ha dañado. La situación tiene raíces profundas, cuando se sigue aplicando el viejo esquema de Hitler y Stalin: “Si me odian, yo odio”. Todo esto  se ha trasladado a la política a las consecuencias de largos años de una confrontación política política que ha utilizado un lenguaje inspirado en las descalificaciones personales y la generación de odios hacia las personas que opinan distinto. Adema de la violencia política,  hay que sumarle la violencia que genera la hampa asesina. Con las decenas de asesinatos  en lo que va de este año 2015. Es una delincuencia organizada, tolerada por la impunidad judicial, y cuando se eliminaron las redadas selectivas en las barriadas populares, donde se enconchan las bandas más peligrosas. Las instituciones del estado son de dudosa independencia al no existir una real separación de poderes, eliminando de facto el artículo dos de la CRBV. Se ha creado con las habilitantes un Estado paralelo, y se gobierna por decreto, limitando todo tipo de libertades.

 



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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