Por cierto: ¿Dónde está Julián Conrado?

Bateando con garrote y pitcheando zanahorias rabo e cochino

Artículo dedicado a quienes de modo obsceno

dirigen su miseria intelectual y emocional,

contra Pérez Becerra y Julián Conrado.

Los indicios no hacen plena prueba judicial, pero un montón de indicios políticos obliga a abrir bien los ojos que se tienen, y aguzar al máximo los oídos que también se tienen. No hay otra realidad distinta a la cotidiana e individual, la Historia recuenta las realidades cotidianas e individuales, anónimas y protagónicas del perenne transitar social de la humanidad. Somos nómadas del destino colectivo que labramos nosotros mismos por los siglos de los siglos.

Creerse, manifestarse, asumirse, la última Coca-Cola del capitalismo, es una petulancia peligrosísima. En la médula del chovinismo aovan los extremos nacionalistas porque el patrioterismo de izquierda es el mismo patrioterismo de derecha, sus consecuencias son idénticas y su consigna es la misma: quien no está conmigo está contra mí.

El chovinismo es incongruente con el socialismo excepto cuando éste se concibe como una tendencia más en la pluralidad electoral, y no como una etapa de tránsito hacia el comunismo. El socialismo liberal se globaliza por su complacencia electorera. Concebido durante el boom eurocomunista, se ha extendido y legitimado gracias a las magnánimas cuotas de poder parlamentario, gubernamental y económico que la burguesía transnacional le ha permitido lograr. Todos conocemos a sus líderes fundamentales, empezando con Felipe González, pasando por la Bachelet y culminando con el estúpidamente célebre, y probable presidente de Francia cuando la desmemoria apague el vaporón, Dominique Strauss-Kahn.

Pérez Becerra y Julián Conrado, lamentablemente concurren a nuestra realidad cotidiana y colectiva en el preciso momento en que en Venezuela se están poniendo los puntos sobre las íes electorales, es decir sobre socialismos, acomodos y reacomodos de; todo el poder para el líder fundamental y único, o; todo el poder para los trabajadores que generan plusvalía, es decir, en el justo momento de la exacerbación triunfalista para exorcizar la nunca analizada derrota política en Miranda, Carabobo, Lara, Trujillo, Zulia, etcétera. Lo ocurrido con Pérez Becerra y Julián Conrado, no significa un golpe de timón, significa una puesta de cartas sobre la mesa, una sinceración fáctica del socialismo propuesto, el mismo de Bachelet, Felipe González, Zapatero y Dominique Strauss-Kahn. Al menos Lula no anduvo con paparruchadas, incluso interrumpió a Chávez al elogiarlo socialista, lo corrigió en alto, claro, e inteligible portugués: socialista no; sindicalista.

Quienes hemos venido entrecerrando los ojos, y haciendo oídos medio sordos, un poco para no aguarle la fiesta a los demás, un poco para no aguárnosla a nosotros mismos, los abrimos de golpe y porrazo con la descortesía -guarrada, dicen en España-, de Chávez para con Pérez Becerra de quien dijo no saber ni el nombre por no estar invitado ¿a su convite personal?, tal vez el alto gobierno no lo invitó, pero Venezuela no es la finca familiar del Presidente o sus ministros, ni los venezolanos somos sus fámulos. La soberanía y la independencia la ejercemos todos, Chávez no tutela nuestra ciudadanía, ni tiene que comportarse como ningún buen padre de familia, los venezolanos no somos capitis deminutio a menos que Jaua nos haya entredicho judicialmente por debilidad de entendimiento.

Tras adargas de utilería, los rastreadores de zanahorias presidenciales ignoran que la dignidad hace parte de la defensa cuando de revoluciones se trata. Sólo la canalla, no importa de cual ralea, en ausencia de razones auténticas arremete contra quienes considera débiles o en desventaja. Quienes por carecer de discurso propio recurren a descalificar el discurso ajeno y a agredir la persona del otro, no merecen ni desprecio, y en un contexto social equilibrado, la única respuesta sería prestarle oídos sordos a sus palabras necias.

Pero nuestro contexto social no tiene nada de equilibrado ni está en vías de. Desde el “alto gobierno” se estimulan los desencuentros endógenos, siempre ha sido así, que lo diga Mario Silva, sólo que ahora se ha convertido en regla lo que fungía de excepción. Los descalificativos, vende patria, traidor a la patria, apátrida, propagan la exclusión chovinista, haciendo del otro, el enemigo, el que no está conmigo porque no emula mi conducta y todo cuanto de enajenante y dogmático connota el conductismo: doctrinarismo, ideologización, disciplina cuartelaria, subordinación de las masas, masificación de las bases, incluido “enseñar a pensar” a los cuadros del PSUV.

Coartar la opinión, su derecho, su libertad, carece de justificación aquí  y en cualquier otro planeta habitado por sujetos que piensen, hablen, escriban, lean. La autocensura es de pusilánimes, y quienes la propician son unos hijos de su madre que apuestan a la pusilanimidad del pueblo. Que nadie olvide la canción de Alí: Echa tu palabra contra quien sea, así sepas que rompe nubes, la palabra por dentro quema y te da sed, es mejor perder el habla que temer hablar.  Si la humanidad no se hubiera entendido con palabras y no hubiera inventado la escritura para darle trascendencia a sus palabras, La Tierra no estaría en peligro de extinción, y nosotros tampoco porque hace milenios habríamos dejado de estar.

Cuando se ataca la expresión libre y soberana, el derecho existencial del pensamiento, el derecho natural de inteligir, se debe tener mucho cuidado con quien ataca, y cuando el (la) atacante persigue para sí tantas zanahorias como garrotazos recibirá el atacado, estamos frente a nóminas sicarias del pensamiento, y ningún sicariato es revolucionario, al menos no por estos lares de Bolívar y Santander, Pérez Becerra, Julián, Ana Fabricia Córdoba, Santos y Chávez.

De estos oficiosos perdigueros, instigadores de la autocensura, destaca por su desenfreno raspicuí, un emergente mediático de estos tiempos, medio payaso, medio locutor, medio publicista, medio animador, medio mal vestido, medio self made man, politicastro majunche y medio. Espantado por el chocante irrespeto de algunos “camaradas” hacia el Presidente, sus ministros y él mismo por su afecto y cercanía con ellos, afirma zafio: “no haber sentido ni la brisa de la estrepitosa caída del capitalismo en el mundo”. Seguro no la ha sentido porque el vivir viviendo del sueldo que le pagan por hacer nada, le ha impedido enterarse que el capitalismo no se ha caído, se reacomoda, y que el ventarrón se llevó en los cachos los biyuyos por “ingresos exorbitantes”, todas las latas mantequeras de Dianita que Chávez guarda debajo del catre, la híper recaudación del híper injusto IVA y, que para que sigamos comiendo, vistiéndonos, medicándonos y comprando cacharros desechables chinos, el Gabinete Económico nos endeuda hasta los tequeteques, para no morir en este intento de sobrevivencia socialdemócrata de centro izquierda, en medio de la plenitud global del capitalismo salvaje, que dijo Wojtyla.

El impúdico lamebotas además de exégeta de Bolívar, le mete a la historiografía alusiva, menciona sin querer queriendo, a los “más de ochocientos soldados enemigos, casi todos venezolanos” fusilados por El Libertador, ¿será símil, alegoría, metáfora?, o tal vez una simple advertencia hacia los aporreadores empeñados en no laissez faire, laissez passer. El susodicho obliga a inferir de su gloriosa subordinación al líder, que aquellos que no emulemos su pertinaz adulancia, somos de la CIA.

Su panegírico totalitario propone un “pensamiento superior al cual se le brinde respeto y lealtad y queden subordinadas a él todas las disciplinas del conocimiento humano; política, religión, artes y ciencias”, dejándose llevar por la brisa doctrinaria Nacionalsocialista, el filósofo virtual afirma que “no es inmoral el apego a ese ideal, cualquiera que sea, y que es completamente usual en la historia, que surjan a través del tiempo, mentes brillantes que generen nuevo conocimiento y transformen la forma de pensar de la sociedad”. ¿A quién se referirá, a Hitler?

El “carácter trascendental del líder” queda corroborado, según la lógica de esta caricatura parlanchina, al final de la gesta independentista, porque sólo se le reconoció procerato a unos treinta patriotas por país, el resto se quedó en el camino por saltar la talanquera o no saber dimensionar el compromiso, por cobardes, equivocados, incompetentes, agotados, ¡ah!, y los muertos, que según parece eran “autosuicidas”. Haberle dedicado tanta letra a algo que objetivamente no lo merece, se explica porque es preocupante el espacio mediático; radio, televisión, prensa, Partido y gobierno, que ocupan arquetipos como éste, a imagen (actitud) y semejanza (discurso) de Ismael García y Miquilena cuando eran chavistas radicales.

Por otro lado está el macartismo que imputa, acusa y juzga de ultraizquierda, todo cuanto les huela a comunismo o a marxismo. Sin excepción, en esta tendencia se agrupan simpatizantes de la derecha, o renegados de la izquierda. Sin ánimo de debate por cuanto es inútil, sólo a modo de ilustración, va el siguiente párrafo:

El marxismo es un conjunto de textos, una obra escrita cuyo autor es Marx, asistido por su amigo Engels en rol de colaborador, curador y albacea de la misma. El marxismo no es una filosofía aunque Marx proponga como tal el Materialismo Dialéctico, el marxismo no es ninguna Doctrina porque las contradice todas, ni una Escuela aunque proponga el Materialismo Histórico para la síntesis, el marxismo no es sociología aunque la use como herramienta, tampoco es un Partido aunque proyecte el Comunismo como futuro societal, tampoco es anárquico pues le exige rigurosidades al método, ni es una Ciencia aunque las aborde a todas como único criterio válido para la comprensión de la vida.

En ese conjunto de textos en el que se le fue la vida, Marx lo único que hace es proponerle a la humanidad un método para el análisis, contrario al Idealismo y todas sus escuelas, sus doctrinas, su ideología, sus filosofías, su ética y su moral. El marxismo ni siquiera es marxismo porque Marx no era profeta. Marx le opone al idealismo filosófico, el materialismo filosófico, es decir; no son las ideas las que generan la realidad, es la realidad la que forja las ideas: Dios no crea al hombre, el hombre inventa a Dios; Dios es cultura. El hombre es carne, hueso y cerebro, el hombre inventa sus sentimientos; los sentimientos son cultura.  La propuesta marxiana -gracias Ludovico-, es hasta el día de hoy, la más avanzada propuesta teórica de la cultura occidental; sufrida, concebida, gozada, escrita, impresa, publicada, distribuida, decomisada, quemada y prohibida en, para, y por,  el lado occidental, Europa para más señas, de este Mundo bipolar.

El marxismo entonces, no es dogmático. Señores. Dogmáticas son las sectas, las personalidades, los grupos, las alianzas, las Escuelas, las editoriales, que se autodenominan marxistas y se atribuyen la exclusividad del, presuntamente realengo, pensamiento de Karl Marx. Como también son dogmáticos los anti Marx; el fascismo es dogmático, los socialcristianos son dogmáticos, los socialdemócratas tambien, igual que los liberales, los conservadores, los laboristas y los populistas. Los socialistas no son dogmáticos porque son oportunistas. Las iglesias y sus religiones son dogmáticas por definición, las orientales y las occidentales. El antimarxismo católico tercermundista sería una pluralidad legítima si sólo defendiera sus dogmas con excomuniones, el problema es que los defiende, gracias al poder que detenta, con balas, garrotes, cárceles, calumnias, golpes de Estado, desapariciones, falsos positivos, persecuciones en caliente, extradiciones, fosas comunes, bombardeos, acoso, pederastia.  

Aprovecho este aparte para felicitar, en nombre de todos aquellos que no tienen cómo hacerlo público, a Ernesto Navarro, Marcos Salgado, Hernán Cano, Cristina González y Luis Britto, por el premio Aníbal Nazoa. 

kloriamelypz@hotmail.com



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Kloriamel Yépez Oliveros


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