Para qué sirve el PSUV

La existencia del PSUV es una esperanza para las revolucionarias y revolucionarios de Venezuela, porque constituye, con todas las imperfecciones que acompañan a una fuerza histórica aún en formación, la referencia organizativa para todo el pueblo.

Con la llegada del año 2010 comenzó la tan esperada profundización del proceso revolucionario, y por lo tanto, la agudización de las contradicciones de clase, las cuales aún no han llegado a su punto crítico, a la violencia masiva. La lucha por el poder se refleja en todos los aspectos de la vida del país, y quienes quisiéramos que todo estuviera en paz para poder sembrar sábila o regar las florecitas, tendremos que seguir esperando, porque este no es el momento para eso.
En el seno del movimiento revolucionario venezolano se reproduce la lucha de clases como un enfrentamiento de tendencias: Por un lado la tendencia socialdemócrata, que está presente en el PSUV y sus aliados, y por el otro la tendencia revolucionaria socialista, que desea cumplir con el objetivo declarado del partido y el gobierno: La profundización del proceso revolucionario en dirección al socialismo, la creación de órganos del poder popular, el pase de los principales medios de producción a manos del Pueblo y su Estado bolivariano.

En el seno de los partidos aliados se da la misma lucha ideológica, que irá depurando todas estas organizaciones y definiendo el panorama político más claramente. Los partidos socialdemócratas tal vez tengan desprendimientos que pasen a engrosar el PSUV, y si el PCV no se desvía del camino al socialismo, saldrá fortalecido de este proceso y será una referencia revolucionaria para un futuro próximo. Tal vez ese camino lo lleve, ahora sí, a fusionarse con el PSUV.

La socialdemocracia no se presenta abiertamente en el seno del partido Socialista Unido, sino que se oculta tras las posiciones burocráticas, la tendencia a crear camarillas, el temor que tienen algunos dirigentes a que el pueblo se organice y ejerza verdaderamente el poder. Pero lo hacen de manera subrepticia, mientras vociferan consignas revolucionarias. Por eso no es fácil detectarla ni erradicarla, pero la misma profundización del proceso irá decantando la mayoría de los elementos socialdemócratas hasta que esa tendencia interna sea definitivamente derrotada, para la buena salud de la Revolución.

Por otra parte, el pueblo no está acostumbrado a tomar el poder, y esa es una opción que muchas veces no podemos ver aunque esté frente a nosotros. La vieja costumbre de dejar que hagan las cosas por nosotros, heredada de la cuarta república, la costumbre de pedir, exigir y no poner todo lo que podemos poner de nuestra parte para que la base del partido tome cada día mejores y más efectivas posiciones en la dirección del partido.

Ningún revolucionario debe dejarse amedrentar por funcionarias y funcionarios del gobierno que, sin ser contrarrevolucionarios, asumen, cuando consiguen un puesto, una postura como de patronos explotadores, y pretenden que, junto con el cargo, les venga un liderazgo político, (en verdad los únicos cargos que implican aprobación de la mayoría son los cargos electivos). Todos estos elementos le restan fuerza a la base del partido, y deberán ser superados en la misma medida en que se apliquen los lineamientos organizativos, políticos e ideológicos surgidos del Congreso Extraordinario.

La base del PSUV debe tomar más la iniciativa, para que las comunas dejen de ser cientos para ser miles, para que las calles no sean contaminadas por las guarimbas, para que la contraloría social deje de ser una frase bonita y se convierta en realidad revolucionaria.
Si a pesar de las fallas, normales en un proceso en el cual no se sigue una receta sino que se va creando sobre la marcha, hemos obtenido avances fundamentales en el bienestar del pueblo, cuando el partido dirigente del proceso revolucionario cuente con organismos de base internos más reales que virtuales.

Y cuando la militancia estudie, pero de verdad verdad, para adquirir mayor claridad y firmeza ideológica, no habrá fuerza sobre la tierra que pueda detener nuestro avance hacia el socialismo, que apenas ha comenzado, en el entendido de que los procesos históricos no se hacen en meses ni años, sino que sólo pueden apreciarse después que han pasado décadas, porque se trata de cambios estructurales y no meramente formales.


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Andrea Coa


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