La piedrita: ¿política con dignidad?

“No hay cosa que haga más daño a una nación como el que la gente astuta pase por

inteligente”.

Francis Bacon…

Disentir es un derecho de todo ciudadano y, a veces, un deber. Pero, a veces, salvo problemas de ideología, rara vez utilizados en tiempos cuando la moralidad esta devaluada, el discurso no nos puede conducir a la desobediencia. El noble gesto obliga a acatar aquello de lo que se disiente más si esta apoyado por la legitimidad.

Siempre y en cualquier momento, por más que el hombre honesto pueda sentir cansancio y tristeza por el destino de la vida publica, casi siempre plagada de imperfecciones y descarrilada, el desprecio por la vida humana y el accionar fuera de la legalidad en la lucha política en democracia, producen siempre más daño que triunfos.

Vivir eternamente en la ilegalidad es morar siempre en el envilecimiento

En el caso de marras de la Alcaldía Mayor de Caracas ganada por la oposición, no se puede por torpezas en momentos electorales (Enmienda por el SI) darle matrices de opinión positiva a los opositores del bloque del NO. Por culpa de nuestras malas actuaciones tácticas. Esta posición extravagante del colectivo la piedrita, (Posición que luce anárquica y contra revolucionaria) pareciera más buscar el poder propio que el cumplimiento de la voluntad de las urnas electorales el pasado 23N.

Ellos creen que son “comportamientos” legales, pero no dejan en ningún momento ser incompatibles con la ética y la moral política.

A veces pareciera que el poder deja de ser un medio al servicio de la población para convertirse en un fin en si mismo. Tolerar las imprudencias y exigencias de un grupo minoritario con tal de alzarse con parte del poder o desalojar al adversario principal, aunque parezca legal, constituye una agresión a la población que nunca suele de dejar de pasar factura. Lo que algunos grupos políticos paramilitares no hacen por una real convicción, su actuación deberían realizarla por intuición. Otra de las actitudes deplorables de estos grupos anárquicos es la frecuencia de sus actitudes irracionales (ver la forma poco inteligente en sus declaraciones a la prensa). Lo que se podría calificar como política de ideologías poco entendibles o de Buitres, que buscan imponer su voluntad a través de la proliferación de accidentes y de catástrofes, sin percatarse de las eventuales responsabilidades civiles, penales y políticas.

A diario con el accionar de estos grupos vemos con frecuencia una terrible confusión entre el discurso, natural y legitimo, y la deslealtad al proceso bolivariano, anti-natura e ilegal. Disentir es un derecho y, muchas veces un deber. Pero la disidencia irracional no nos puede conducir a la desobediencia inmoral.

A veces la política se le considera un mal necesario. Hay quienes la asocian a la corrupción, a la mentira, y a las ambiciones canallas e infames.

Muy pocos son los que la vinculan al bienestar colectivo y la suprema felicidad del pueblo. No percibo que los políticos sean peores ciudadanos que el resto de las personas, ni por estar sometidos y por voluntad propia, a las más “dulces” tentaciones, aunque es sensato a veces admitir que la ambición de poder es una de las pasiones más devastadoras y terribles de la serena felicidad del ser humano.

No todas las políticas y los políticos son iguales. Pero, desarticulada de la ética, la política degenera, como por una suave bajada, hacia la criminalidad.

Estos camaradas deben dejar de lado (las crticas se toman o se dejan) estos métodos de lucha ya anacrónicos en pleno siglo XXI. Como en reiteradas veces el Presidente Chávez se lo ha hecho saber a las FARC de Colombia. El proyecto bolivariano en esta lucha para lograr la aprobación de la Enmienda Constitucional el próximo 15F, para logra su consolidación, aplicando la justicia social anhelada para que pueda existir la paz. Porque queremos un país unido y sin retaliaciones entre nosotros. Tenemos que evitar que nuestras acciones sean manipuladas por la oposición endógena y exógena, y ante cualquier hecho de violencia, sea de ipsofacto atribuida sin evidencia alguna a la militancia revolucionaria. Para finalizar recuerdo una frase, de Jean de la Fontaine.”Todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que esté de moda”.

Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

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