¡No al neoliberalismo!

Cuidado con la elecciones venideras

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, cada vez se aleja de sus fines y propósitos. Su desconocimiento por parte de los actores que buscan a través de todos los medios posesionarse de cuotas de poder político, es evidente, y no arroja dudas algunas. E incluso, el propio Consejo Nacional Electoral se presta para esas marramuncias, porque sabemos que está privando la dictadura de una derecha representada en los partidos políticos, que cohabita con unos presuntos partidos de izquierdas, que sólo les anima alcanzar cargos de elección popular, cercenándosele la participación a la base del pueblo, porque una ciudadana o ciudadano común y silvestre que desee postularse uninominalmente para estos cargos, gobernadores, alcaldes y diputados, debe contar con buenas sumas de dinero para poder conseguir las firmas que señala el CNE para optar a ser candidato. El órgano electoral limita a un derecho que es indivisible, toda vez que lo divide lo parte según su conveniencia egoísta e individualista.

Por ejemplo, en el estado Lara, quien desee ser diputado por el municipio Iribarren uninominalmente en un lapso de apenas unos días debe recabar cerca de siete mil firmas. ¿Usted cree que una persona común y silvestre puede lograr ese objetivo? Recuerde que se puede ser común y silvestre y al mismo tiempo ostentar un nivel profesional universitario. Bueno, la participación y el protagonismo del pueblo está en manos de grupúsculos o sectores económicos poderosos, pero jamás en las base del pueblo. Esta revolución, ciertamente, todavía está equidistante para que se decida. Por el contrario, las posibilidades, al parecer, se están alejando vertiginosamente.


Es que es tan difícil entender cómo se está minando a la base del pueblo, cerrándole los caminos y todos los espacios políticos. Y que se hace necesario que quienes vayan a esas funciones políticas deben por lo menos tener algunos dedos de frente, que entiendan que, es evidente que el modelo neoliberal hace agua como modelo civilizatorio, pues globaliza la injusticia, la desigualdad y la pobreza a niveles explosivos. Estos representantes deben reconocer que si no se introducen urgentemente cambios en las políticas, los daños al medio ambiente serán irreversibles, y que la estabilidad del mismo sistema político será muy frágil y acelerara situaciones incontrolables. Se sabe que las ideologías neoliberal, posmodernista y de la globalidad, esto es, el pensamiento único, tampoco garantizan el bienestar del pueblo, ni producen un desarrollo de la espiritualidad, de la ética, de la cultura en función de la individualidad y de las comunidades, sino que lanzan a las personas al individualismo, al egoísmo más brutal y deshumanizado hasta hoy conocido. De ahí la necesidad de no entregar los espacios políticos de elección popular a cualquier zángano.

Además, hay que estar alerta en el sentido de que la propia incapacidad del capitalismo de resolver los problemas más graves de la mayoría de la población mundial, la propia lógica del sistema, puesta al desnudo por Carlos Marx y Federico Engels, impiden que bajo el capitalismo se pueda erigir una sociedad de dimensión humana, libre de la explotación del hombre por el hombre, de la discriminación de la mujer, del racismo, de la xenofobia, del fascismo y sus sucedáneos, de la miseria de cientos de millones de personas, como precio para mantener los niveles de vida que se disfrutan, por ejemplo, en el Norte, una sociedad libre de la enajenación, del individualismo, de la destrucción de la naturaleza.

Entender que el marxismo es una teoría social que contribuye a legitimar lo económico y la política de nuestros días. Es la teoría más eficaz para estudiar y comprender los fenómenos sociales, económicos y políticos que se sucedieron en la Unión Soviética y en los regímenes de transición socialista de Europa del Este, de Asia y de Cuba.

La teoría de Marx, aún con sus lagunas, errores, insuficiencias y múltiples aspectos por desarrollar, continúa siendo la única, hoy día, que nos permite analizar con cierta objetividad, aprehender e interpretar los cambios estructurales que experimentó el capitalismo a finales del siglo XX, y nos facilita tomar el pulso de su proyección presente y futura.

Vale la pena conocer el modo en que se intentó en la Revolución Cubana, en los años sesenta, que el protagonismo de la clase trabajadora y demás sectores populares no fuera enajenado, no pasase al Partido, y de este aparato político a sus niveles de dirección, y de estos a un mando de unos pocos en su Buró Político como máxima instancia de los niveles de dirección, y de este Buró al mando personal, que respondiese a los intereses de una casta, muy ajenos a los postulados iniciales que el propio Marx realizara de la "dictadura del proletariado".

Fidel Castro y Che Guevara expresaron desde los primeros años de la década del 60 la necesidad del análisis crítico en la construcción del socialismo y denunciaron los peligros que acarrea andar por los caminos trillados del capitalismo; la vida les ha dado la razón. Por todo lo anterior, Che profundizó en el estudio de la teoría y en hacer de ella un arma para la construcción práctica de la nueva sociedad.

Che, junto a Fidel Castro, se percató 35 años atrás del estancamiento, esquematismo y dogmatismo en que había caído una importante corriente del pensamiento revolucionario y ambos han de considerarse como los precursores de un nuevo enfoque en las ciencias sociales y en particular en la economía política del socialismo, en la teoría y en la práctica de la construcción del socialismo y el comunismo.

Che no creía que el desarrollo económico fuera un fin en sí mismo: el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar a la persona, si le multiplica la capacidad creadora, si lo lanza más allá del egoísmo. El tránsito hacia el reino de la libertad es un viaje del yo al nosotros. Y este viaje no puede realizarlo el socialismo con “las armas melladas que nos legara el capitalismo", porque no se puede avanzar hacia una sociedad más humana si se organiza la vida socialista como una carrera de lobos al igual que en la sociedad capitalista.

Por ello no es de extrañar que diera origen a un marxismo que privilegiara al ser humano y que rechazara tanto al liberalismo pragmático individualista como a las diversas interpretaciones del marxismo dogmático, mecanicista, enajenante, que impone un colectivismo que aplasta las individualidades, cientificista; y aquellas, que al hacer mucho énfasis en el papel del proletariado, de la clase obrera, descuidan, subestiman, o se olvidan "...que son hombres los que se mueven en el ambiente histórico", dijo el Che; interpretaciones del marxismo que trasladaban relaciones capitalistas y una enajenación, en ocasiones más profunda, que le negaban al hombre toda posibilidad de "forzar" su medio, que le inculcaban un conformismo, una aceptación de lo establecido, porque venía dictado por "leyes objetivas" que él no podía cambiar. Y lo más que se podía hacer era que sus dirigentes las interpretaran y el Partido decidiera por él; que lo llamaba a que no era él, como individuo el que podía proyectarse para hacer la revolución, sino la clase obrera, proletaria y su partido de vanguardia, comunista,

El socialismo del siglo XX también se perdió porque no fue capaz de crear un modelo de funcionamiento y desarrollo económico eficiente basado en principios distintos a los del capitalismo, con su propia lógica y dinámica; un sistema económico que no se basara para su funcionamiento en las categorías capitalistas y en las concepciones de progreso y de cultura que el capitalismo posee. El socialismo real del siglo XX no pudo parir un sistema económico que generara nuevas relaciones económicas de producción y nuevas relaciones sociales - también éticas, situamos la ética en este nivel -, entre las personas, entre los productores, entre los obreros y demás clases y capas sociales presentes en el período de transición socialista, diferenciadas de las capitalistas. "El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación. Marx se preocupaba tanto de los hechos económicos como de su traducción en la mente. El llamaba eso un`hecho de conciencia'. Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición pero deja de ser una moral revolucionaria", advirtió el Che.

El marxismo del siglo XX, en todas sus interpretaciones, ha sido incapaz de asumir y dar una respuesta eficaz al gran desafío que el capitalismo supone en los planos ideológico y cultural. Y el socialismo del siglo XX no fue capaz de crear una economía eficiente sobre nuevas bases. Uno de los logros inobjetables del capitalismo neoliberal, es su éxito en la manipulación de las instituciones estatales, privadas y de la opinión pública. El neoliberalismo invirtió centenares de millones de dólares desde los años 80, con el objetivo de dominar la formación de la opinión. En los últimos veinte años se ha originado una concentración de los medios de comunicación sin precedente en la historia. Menos de 40 personas dominan más del 80% de los medios masivos de comunicación: TV, Internet, prensa diaria, revistas, radio, editoras de libro, etc.

Sumado a lo anterior, el gran capital continúa comprando casi todas las editoriales del mundo e impone su discurso ideológico, tanto en lo que se publica, como en lo que se vende y se lee. Se va sometiendo a las poblaciones del mundo utilizando, desde el uso brutal de la fuerza como hemos presenciado a lo largo de la década de los noventa, hasta con métodos más finos que nos convierten en ciudadanos consumidores obedientes pero cada día más pobres espiritualmente. Lanzan a la juventud al consumo desenfrenado de drogas y de cualquier bien material superfluo, y al empobrecimiento total de su espiritualidad y formación cultural humanista.

Estos lúgubres escenarios inhumanos colocan a muchos que desean ver concretado en un programa de acción, en un movimiento, en una asociación, en un partido o un conjunto de ellos, el camino concreto alternativo al actual estado de cosas. Muchos, que comienzan a despertar de la etapa de desaliento aplastante, en la que nos impusieron no pensar, y aceptar el modelo de Globalización neoliberal como lo menos malo de lo posible; etapa en la que la ideología neoliberal inmovilizó a grandes mayorías en los años noventa, con su imposición de un pensamiento único, decimos, muchos desean hoy una luz para remontar el túnel en el que nos ha sumido el neoliberalismo. Creemos que estamos en la etapa del despertar, de búsqueda, de volvernos a ilusionar, de volver a potenciar individual y colectivamente la imaginación creativa para afrontar todos los grandes retos para preservar la naturaleza y a todos los humanos. Mosca con los bandoleros de la política, que también son inhumanos y no les importa un carajo las bases del pueblo, sino sus apetencias personalistas e individualistas, aunado al incontenible afán de lucro, a expensa del erario de la nación.

En los últimos veinte años, y particularmente, en los últimos doce años, hemos venido aceptando la materialización del capitalismo neoliberal, y participando en diversas medidas, en la relegación de los valores humanos elementales, de la espiritualidad a una escala nunca antes vista, y aceptando pasivamente la imposición de una cultura dominante creada y propagada desde los centros del poder mundial, que niega todo pensamiento, que enajena al ciudadano común del espacio para pensar con cabeza propia, decidir, votar libremente y elegir sin manipulaciones a sus dirigentes que representen mínimamente sus intereses personales, locales, laborales, y como comunidad cultural.

Votamos y luego los elegidos hacen otra cosa y no tenemos poder sobre ellos hasta la nueva elección 4, 6 o 7 años después. En este período, avanzó cada día más la uniformidad gris del neoliberalismo, que llevó a la gente a la desilusión, al desconcierto, a la evasión, y a sumergirse en un individualismo feroz y uniforme a través de los programas globalizados de la TV y de la industria de Hollywood.

Una mirada atrás, nos permite observar, que muchas de las crisis que la humanidad ha tenido en su historia más reciente y conocida de los últimos seis mil años, las salidas y las respuestas han surgido de una manera inesperada, impensable con el instrumental organizativo conceptual a mano por los pensadores de cada época. Por lo general las soluciones han brotado de la imaginería popular, por la fantasía, la capacidad de soñar, luchar por una vida mejor, de grandes segmentos de la población – llámese clase social, grupos, etc. -, que han padecido de muy diversa manera por limitaciones extremas al acceso a los bienes más elementales de subsistencia material y desarrollo de sus intereses, y, por la represión que han padecido en la expresión de sus pensamientos, fe, ética, e intereses culturales; y en muy pocas ocasiones las respuestas han venido de las instituciones establecidas, por los partidos y grupos políticos de oposición al status quo. Más bien, muchos de esos partidos, grupos y organizaciones religiosas han capitalizado ese caudal de iniciativa y creatividad por cambiar lo establecido y se han sumado al carro acercándolos a sus intereses en diversas medidas.

Desapareció el mal del comunismo totalitario, cayó el Muro de Berlín, desapareció la Guerra Fría, y todo lo que justificaba la carrera armamentista, los grandes presupuestos de guerra que limitaba la sociedad de bienestar en el Norte, y el desarrollo en el Sur. Y hemos presenciado en la última década, que los países capitalistas del Norte – que son a su vez los grandes productores de armas y dentro de ellos, EEUU, Gran Bretaña y Francia producen el 80% del total mundial y los que desatan las guerras para que se consuman sus armas y volver a producir más y aumentar sus ganancias de su macabro negocio -, no sólo no han reducido sus producciones, sino que asistimos en los inicios del Milenio y del siglo XXI a la reactivación de la idea loca de imponernos una carrera armamentista de proporciones colosales, nunca vista, con el plan del escudo anti misil desarrollado e impuesto a la Humanidad por los EEUU, cabeza del poder mundial neoliberal.

La década de los noventa se inició sin el comunismo como protagonista y finalizó con el capitalismo como único actor y causante de muchas guerras, desatadas por el Sistema con el saldo de millones de muertos, heridos, lisiados por vida. Despertamos nuevamente y volvemos a asumir que cuando existen personas que sufren pobreza, maltratos, y falta a su dignidad, no podemos quedar ajenos. No podemos declararnos que no podemos cambiar el estado de cosas que lo provoca.

Si hasta los gobiernos más poderosos de la Tierra reunidos periódicamente en el G-7, se dan a la tarea de plantearse estos temas de los cuales son responsables directos, ¿Cómo no podemos nosotros dedicar un tiempo a meditar sobre todos estos problemas? Quizás cada uno individualmente pueda no tener la solución. ¡Hasta los poderosos se reúnen y se unen para lograr objetivos! Quizás uniendo individualidades bajo bases nuevas, libres de las que llevaron a los errores del siglo XX, podríamos hallar soluciones sostenibles a cada uno de los problemas que aquejan la existencia misma de nuestro país y del planeta. Y decimos nuevas bases, porque la Globalización última del Capital está cambiando la naturaleza del Poder, hemos presenciado en la última década del siglo XX, una disminución considerable del Poder por parte de los estados nacionales. Hemos presenciado que no existen diferencias sustanciales en las decisiones tomadas y las conductas entre gobiernos de izquierda, de centro o de derecha. La nueva relación de poder de la Globalización obliga a pensar más en buscar una nueva relación de Poder en la Sociedad Civil, para subvertir la existente.

El capitalismo no tiene nada humano que ofrecerle a nuestros pueblos, y del fracaso del socialismo real – incluyendo los errores y chapucerías del socialismo real cubano, cometidos por más de tres décadas -, debemos sacar las lecciones para no volver en el presente ni en el futuro a él.

El socialismo real fracasó porque utilizó en gran medida los instrumentos capitalistas para su funcionamiento --incluyendo las tecnologías que dañaron seriamente el medio ambiente--, y no fue capaz de desarrollar una sociedad democráticamente participativa, un sistema de dirección económica acorde con su esencia, una cultura alternativa a la capitalista. No sólo no eliminó la alienación capitalista, sino que la incrementó, creando una nueva alienación. Las limitaciones a la libertad individual de la clase trabajadora y demás personas que voluntariamente participaban en la creación de una nueva sociedad, en el sueño de hacer realidad la Utopía; la instrumentación de mil limitaciones burocráticas y arbitrariedades, crearon un aire de asfixia que llevó a esas poblaciones al desvarío. Y con la población alienada y limitada su libertad, no se puede hablar de una sociedad socialista. El socialismo se hace voluntariamente, y no convirtiendo al país en una inmensa cárcel, llena de medidas arbitrarias burocráticas y policíacas, que limitan el movimiento libre de sus ciudadanos –- tanto al interior del país como al exterior, y del exterior al interior--, la participación real popular y el control popular de verdad sobre sus dirigentes. La experiencia del siglo XX avala este postulado marxista en todas las latitudes.

El análisis sereno de esta experiencia contribuirá a las generaciones de nuestro siglo XXI a acercarse a un sistema más humano y que no conduzca a la Humanidad a un suicidio ético y ecológico. El ideario del marxismo, su teoría, sus análisis filosóficos, el materialismo dialéctico e histórico, el devenir, estas acciones a desarrollar y acrecentar, ocupará un lugar destacado en la tarea del desarrollo del pensamiento y de la ética en la búsqueda de una sociedad con rostro humano, que el pueblo venezolano finalmente, merece. Más de tres siglos de esclavitud, desde el año 1498 con el terrorismo y los crímenes a mansalva instaurado por los europeos en esta Venezuela, creemos que son más que suficiente. ¡Salud!


albertovargas30@hotmail.com


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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

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