De divos, cotorras, golpe polo y galerón

Cuando mi presi propuso el sistema de inscripción y escogencia de candidatos, insisto, metió el dedo en tantos ojos... Esto trajo como consecuencia una caída masiva de caretas y un hedor a ‘’con mi cambur no te metas’’ que si no fuera tan cómico podía haber sido insoportable.

Ayer asistí a un debate entre candidatos en Pampatar, era el último de la campaña, por lo que imaginé que sería definitivo. Pues bien, para mi lo fue. Pero empecemos desde la mañana:

Sintonicé la radio temprano para escuchar los programas y tomar un poco la temperatura del asunto electoral interno. Pues me quemé, como haría de hacerlo durante el resto del día. Desde hace un tiempo las posiciones de quienes moderan los programas y sus invitados, y me incluyo en este ultimo grupo, estaban claras. Lo que no estaba claro era el tono y los niveles de desesperación al los que se iba a llegar.

Las reglas del juego se hicieron para incumplirlas, la ética se quedó en algún cajón quien sabe dónde, el llamado de unidad fue aplastado por un alarido a favor de la polarización.

Hubo personas que desde el comienzo decidieron que solo competían dos pre-candidatos y, tomándose atribuciones de árbitros supremos que nadie les dio, descalificaron al resto de los participantes en el nombre del ‘’bien de todos’’.

Había un ‘’enemigo’’ a derrotar, eso estaba claro, así que estas personas escogieron a un paladín justiciero, con armadura roja rojita importada directamente de Caracas como el único ser capaz de derrotarlo.

Según los escuderos del Caballero Rojo, su armadura había sido bendita por el mismísimo líder de la revolución, habían oído con sus propias orejas, esas que la tierra se han de tragar, que el mismito Hugo lo había señalado, con llamadas a celular, con mensajes escondidos en sus discursos, porque mientras el pueblo escuchaba que mi presi no tenía candidatos, que su dedo no iba a escoger, que ni el que llegue primero será necesariamente el ganador, que el ganador será el pueblo, los expertos escuderos del Caballero Rojo, aseguraban que sus druidas habían descifrado frases codificadas, claves secretas, con las que nuestro presi, trataba de guiarnos de manera subliminal, porque al fin y al cabo, según estas personas, el pueblo es bruto y debe ser guiado de la mano, mi presi es un hipócrita y dice una cosa pero hace otra, en fin, que las elecciones son un circo porque ya Miraflores habló y que Chávez es el embustero que dicen los de la oposición.

La temperatura subía en la medida en que pasaba el día, supongo que sería porque no estaban tan convencidos de que su candidato era el dueño del dedo de Chávez, así que tuvieron que optar por el ‘’Plan D’’, si, con D de desesperación.

Una cotorras margariteñas, siempre parlanchinas, aletearon con furia por las ondas radioeléctricas acusando a un pre-candidato, uno de los que ni es el Caballero Rojo ni el malvado enemigo, decía, lo acusaron, horror de los horrores, de tener un cuñado en la oposición, y no solo eso queridos ‘’escuchas’’ también su suegro es escuálido y la esposa de su amigo que era escuálida y ya no lo es, pero según las expertas aves parlanchinas, el que nace barrigón ni que lo fajen chiquito.

Esa conducta tan cargada de ética revolucionaria llamó mi atención y me hizo formularme algunas preguntas: Si mis primos, tíos, cuñados, amigos que ya no me hablan, amigos que me hablan a pesar de mi posición política, mis vecinos, los papás de los amigos de mi hija... si ellos son opositores ¿eso me descalifica como buena revolucionaria? De ser ese el parámetro ¿Cuantos revolucionarios verdaderos hay?

Es que no conozco a ningún chavista, por muy famoso que sea, que no tenga un pariente opositor. Incluso conozco matrimonios ‘’mixtos’’ que han logrado sobrellevar el asunto político en paz en esa la cierta armonía, siempre accidentada, que permite la convivencia conyugal.

El aleteo desesperado de aquellas coloridas aves les tumbó las caretas a muchos, y es que la ética es una parte esencial de un revolucionario. La ética, el respeto, la dignidad, que se hicieron añicos en medio de aquel revoloteo y que solo logró poner en evidencia el color de sus plumajes.

Por otra parte, ‘’el enemigo’’ y el Caballero Rojo, se autodesignaron como Divos de la campaña. No llegaban a los encuentros solitos, venían escoltados por autobuses llenitos de gente, dotados con banderas, pitos, franelas, y todo tipo de vistosa parafernalia que de no ser tan roja, habría pensado que era blanca.

Ayer, mientras el pueblo convocado a las cuatro, los esperaba desde la cuatro en el anfiteatro de Pampatar, un divo estaba en la radio hablándole a las masas, porque son más las masas que los que fuimos a escucharlo a pleno sol, y el otro estaba quien sabe dónde, esperando no llegar primero que el divo radial. Así comenzó una especie de pulso del que, nosotros, achicharrados a pleno sol insular, no teníamos ni idea.

La tarde se animó con galerones, la gente bailó, los pre-candidatos de a pie llegaron a pie y aprovecharon la ausencia de los divos para hablar con la gente, para escucharlos también.

Yo me tuve que ir a las siete, inocente que los divos no cedían en su puja. A las nueve me enteré que ninguno de los dos llegó, que ambos conservaron su orgullo intacto, a costa de embarcar a toda la gente que los esperaba en Pampatar.

Eso si, algunos de sus autobuses de avanzada llegaron, sus seguidores se achicharraron con nosotros mientras repartían panfletos con las ideas que fuimos a escuchar y que ahora debíamos conformarnos con leer. ¡Gracias a mi presi por la misión Robinson!

Y así llega el domingo y tenemos que votar. Cada quien lo hará por el candidato que represente a sus intereses. Mi interés y el de gran parte del pueblo, no es otro que el avance de esta revolución, la que plantea mi presi, la que sabotean aquellos que se visten de rojo y creen que el tufillo a cuarta república se saca con jabón.

Gane quien gane, creo que vamos depurando, las caretas cayeron lo que nos permitió ver las caras tal como son. Si gana uno de los divos, tendrá que soportar al pueblo respirándole en la nuca, midiendo cada uno de sus pasos. Si gana un revolucionario de esos que, como la mayoría, tiene un pariente opositor, tendrá la oportunidad de demostrar junto con su pueblo, que si, que la revolución avanza muy a pesar de las zancadillas que nos metan los disfrazados.

Y es que todavía existe gente que no entiende que ya no hay vuelta atrás. Pues tendrán que entender...


carolachavez.blogspot.com

tongorocho@gmail.com


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Carola Chávez

Periodista y escritora. Autora del libro "Qué pena con ese señor" y co-editora del suplemento comico-politico "El Especulador Precóz". carolachavez.wordpress.com

 tongorocho@gmail.com      @tongorocho

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