Estas interrogantes, son los motores de la política auténtica, revolucionaria, sin ellas, sin buscar esas respuestas la política es esfuerzo nulo. Existen partidos, que se dicen revolucionarios, que casi llegan al siglo de edad, y jamás se han planteado estas preguntas, y expulsan de sus filas a quien lo haga, esos más que partidos políticos son asociaciones de contempladores de la realidad, no de revolucionarios. Quizá la pregunta más importante es, ¿Para qué tomar el poder?
El poder, el Estado, es la dirección y la síntesis de la sociedad, determina su rumbo, resume las relaciones sociales. ¿El para qué tomar el poder? determinará la vía para tomarlo. Si se fractura la legalidad del poder a sustituir, y esa ruptura será el inicio de la toma de una nueva conciencia que permita la construcción de una nueva organización social. O si se permanece dentro de las reglas del sistema capitalista, intentando llegar al poder a través de las vías del sistema, y luego comenzar un proceso de cambios revolucionarios, ¿Es posible? La historia nos habla de excepcionales intentos, como el de Allende, intentos que son cada vez más improbables.
De cualquier forma, la toma del poder es requisito indispensable para el ensayo revolucionario. Esa idea, la toma del poder, para iniciar el proceso de cambio de la sociedad es, debe ser, el móvil de todos los afanes revolucionarios. Esa idea es lo que Martí llamó “una idea justa desde fondo de una cueva, es capaz de vencer a un ejército”. Es así, sin esa idea todo movimiento político implosiona, a la larga se disuelve, carcomido por su inoperancia, o queda reducido a un fósil que se niega a desaparecer.
En Venezuela hoy, estamos en el desenlace de un proceso inédito de vía para tomar el poder y desarrollo desde ese poder de la idea Socialista. Chávez, el chavismo toma el poder impulsado por un suceso, el 4 de febrero, fuera de las leyes del sistema, un golpe de Estado que fue fallido desde el punto de vista militar pero exitosísimo desde la conciencia la espiritualidad que estremeció el inconsciente colectivo. El 4 de febrero, fue el inicio de un proceso inédito de construcción de una Sociedad Socialista. Iniciado con un corrientazo a la espiritualidad colectiva, el 4 de febrero, y truncado con el asesinato del Comandante Chávez y la brutal traición a su legado.
No obstante, esa historia no ha concluido, el sueño sigue vivo, la experiencia de la masa unida, consciente de su fuerza cuando lucha por objetivos altruistas, con metas sociales, defendiendo su derecho a una vida digna, los triunfos de la masa sobre los golpes de Estado, el brutal sabotaje petrolero, esa experiencia, está allí en el corazón de la masa irredenta. El camino está claro, la meta está definida, se conoce que hacer desde el poder. Existen los líderes chavistas que han conseguido pasar por el desierto, que han superado la infamia de la traición que los exilia, los calumnia. Chávez aún tiene mucho que decir, y qué hacer. Cómo dijo una vez el poeta refiriéndose a Bolívar, Chávez también espera para despertar cuando su pueblo despierte de este opio de madurismo y la derecha gringa, y ese día, en ese momento, la Patria resurgirá, y el sueño se concretará.
¡EL SUEÑO DE CHÁVEZ VIVE!