Conciencia autoritaria

—Camará, qué hace ahí escribiendo en ese papel.

—Aquí garabateando una idea que tengo para montar unos debates sobre la situación futura de este país, pero de eso vamos a hablar luego.

¿Dígame cómo le fue con esa lectura que estaba haciendo usted sobre el poder?

—Mire, que encontré un asunto muy interesante al respecto.

—Ajá, eche pa´fuera.

—Como usted bien sabe el poder es una relación donde alguien impone su voluntad y alguien, a las buenas o a las malas, la cumple.

Donde hay un sujeto que se impone y otro que obedece, verdad.

—Así mismo es.

—Ahora venga para acá, uno siempre estudia o está pendiente de quien posee y ejecuta el poder, de quien tiene el sartén agarrado por el mango. Cierto.

—Como le digo que no, si es que sí.

—Porque esa relación es entre dos, entre quien tiene el poder y el sometido.

Es importante estar pendiente del sometido, de cómo se ha sometido o de cómo se ha dejado someter.

Esto puede servir para entender lo que ha pasado en este país.

—Eso sería bueno, porque tanto que se ha hablado del espíritu libertario del venezolano y mírelo ahora, más sometido no puede estar.

Vergüenza le daría al taita Páez ver como a los venezolanos se les acabó aquello de que eran un cuero seco.

—He llegado a entender de que el modo en como se ejerce el poder se determina un modo de sometimiento y a la inversa.

—Ya va, cómo es eso. Barájela más despacio.

—Quiere decir que el dominado impone un modo de ser sometido, un modo de como se le impongan o de cómo le ejerzan el poder.

Del modo cómo se baje uno los pantalones así mismo lo van a mandar. Qué le parece.

—Caramba, la cosa por ese lado es otro mundo.

Dígame usted si me equivoco, que así como los venezolanos nos hemos dejado dominar así nos han dominado.

—Eso es correcto.

No es solo el dominante sino cómo uno se deja dominar.

¿Cómo se ha dejado dominar el venezolano? Esa es la pregunta de las treinta mil lochas.

Estos han sabido cómo nosotros nos dejamos dominar y esa nos la han aplicado. Le han dado la vuelta a la tortilla, pues.

—Carache negro, nos la aplicaron.

¿Y cómo han hecho eso?

—Una de las maneras es por la influencia de las creencias de la sumisión, nosotros sin darnos cuenta después del siglo XIX nos convertimos en una cultura de la sumisión.

Y tan de sabrosos que nos la dábamos, de guapetones de barrios a florecilla silvestre, Ay mamá.

Como dice el dicho «si naciste para martillo del cielo te caen los clavos». A esta altura nosotros estamos bien creídos que somos clavos, esa es la pura verdad.

—Creemos que el destino está controlado por una mano que nos tiene sometidos.

Por ahí mucha gente está creída que no podemos hacer nada y que esto va a durar para siempre.

Esa es una mentalidad de sumisión.

—¿Cómo asumimos esta idea? Eso es algo difícil de responder, pero así estamos.

Nosotros somos grupales y jerárquicos, aceptamos con facilidad la sumisión al jefe de la manada.

Recuerde que cuando el difunto hablaba todo el mundo aplaudía sin siquiera haber escuchado lo que decía. Y gritaban «Así es que se gobierna», sin ni siquiera pensarlo se le decía que sí.

—Así nos fuimos revelando como personalidades sumisas.

Pensando que éramos otra cosa.

—Estábamos esperando al salvador, al mesías a quien nos mandara, que se encarnó en el difunto.

Y aquel y después estos han sabido aprovechar eficazmente esa necesidad de quien nos consuele y mande.

—Así se ve el panorama.

—Lo que he leído dice que los investigadores descubrieron lo que han llamado «personalidad autoritaria».

—¿Y qué es eso? Imagino que se refieren a quien manda.

—Pues no.

—¡Cómo!

—Se refiere a las personas que desean un poder fuerte al cual someterse.

Cómo le quedo el ojo, el venezolano es una personalidad autoritaria.

Lo llaman también «tipo autoritario» y son las personas definidas por un fuerte impulso someterse a líderes poderosos, a los símbolos de fuerza y poder, y con notable tendencia a identificarse con ellos para obtener seguridad.

—A mundo Barquisimeto, dijo un barquisimetano.

—Estos tipos autoritarios están deseosos de someterse a quien tenga figura de poder o ejerza el poder.

Alguien, no recuerdo quien, llamó a esto «conciencia autoritaria», que se caracteriza por interiorizar autoridades externas, normas y castigos.

La identificación con la autoridad produce en las personas un sentimiento de bienestar, de seguridad y funciona como un premio.

¿A quién se le parece?

—Mamá con yuca.

En la orfandad que andaba el venezolano en esos años de malestar social le cayó de perlas el difunto y éstos han sabido exprimir la ubre.

La tarea ha sido en fijar los límites de la sumisión y de la obediencia.

El muchacho que es llorón y la mamá que lo pellizca.

A lo mejor no les gusta que le digan esto, pero eso es lo que hay.

Voy a dar una vuelta para despegarme las ideas y ya vuelvo.

Y le dijo: Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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