Los conspiradores del silencio

"Si en algún sector reina el conformismo es entre los intelectuales politizados. A estos realistas les horroriza la idea de arriesgarse a perder su poder y su influencia por hacer gala de un espíritu independiente"

Rob Riemen

La mayoría quiere y prefiere creer lo que le digan antes que entregarse a la reflexión. Por eso muchos preguntan ¿Qué te parece la situación? ¿Qué crees que puede pasar? Aunque ellos tienen su opinión y saben lo que puede, prefieren verificar si su opinión es cierta. Están inseguros de pode cometer un error y para ello buscan la opinión de los llamados intelectuales.

Los intelectuales politizados están sesgados en sus posturas, porque han llegado a un punto que han conseguido algunas prebendas y no quieren perderlas. Por eso se callan o hacen de marionetas de aquellos que les han dado ciertas migajas. No emiten ningún comentario que los pueda poner en riesgo. Por ello, prefieren recurrir al silencio cómplice.

Además, como esa clase de intelectuales se erigen o los erigen en autoridad del pensamiento, todo lo acallan con sus opiniones que esgrimen como verdades. Y quien esté en desacuerdo con ellos es tildado de imbécil, en el mejor de los casos. Son proclives tales intelectuales a erradicar la duda, ellos cual sacerdotes están allí para decir las verdades necesarias.

Por ello, toda pregunta o duda sincera es convertida en frase hueca. Buscan tales intelectuales que la existencia quede reducida a una aprobación ciega, sobre lo que ellos digan o callen, Sea sobre las expectativas de los ciudadanos o sobre el entorno social. Junto a la estructura del poder, todo lo quieren convertir en una dócil adaptación a las costumbres que impone ese poder.

Muchos de estos intelectuales politizados han sido galardonados, tal vez para pagar o comprar su silencio. Nada han dicho sobre la miseria de la población; de la tergiversación histórica; de la desnaturalización de la ciudad; de la pérdida de la cultura en cuanto libertad ciudadana… A todo eso son indiferentes ahora. Aunque antes se llamaban «sujetos críticos». Parece que de pronto han perdido esa cualidad por un bistec.

Hasta dónde llega, hoy día, el espíritu crítico de esos intelectuales. ¿Hay alguien más ambicioso y preocupado por el reconocimiento y la fama que estos sutilizadores contemporáneos? Poseedores solo de una gama de pareceres acomodaticios y nada más.

Sin embargo, en cuanto el ciudadano es consciente de haber perdido su bienestar y su ciudadanía; y se pregunta, sumido en la desesperanza, ¿si hay algo por lo que merezca la pena seguir viviendo? En cuanto se percata del vacío oculto tras la vacua retórica de los políticos y de la vanidad autosuficiente de esos intelectuales politizados. En cuanto aflora la insignificancia y la carencia de algún valor real de tales sujetos; entonces, la pregunta por el sentido de la existencia y de la vida se convierte en una cuestión esencial. Y no queda más remedio que buscar la verdad.

Por ello y más, hay que recordar a Bertolt Brecht cuando dijo: "Quien no sabe es un idiota, pero quien sabe y calla es un criminal"



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Obed Delfín


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