El arado y el mar

El plan para el día después de la caída

Todas las derechas, las habidas y las por haber, las internas y las externas, están a la espera de la caída de maduro para aplicar sus recetas. Todas tienen una visión y un proyecto para el día después.

Lo que es seguro es que se tiene que aplicar un plan de recuperación y lo que es también seguro es que los jerarcas del madurismo no asoman  un plan de este tipo. Sólo se ocupan de mal reprimir, de correr la arruga,  esperan la hora en que las cornetas toquen a estampida. Los revolucionarios, los chavistas, deben pensar su plan para “desfacer estos entuertos”. ¿Cuáles son los planes propuestos? Veamos.

El gobierno, sabido es, se pierde en amenazas, lloriqueos, adulaciones, persecuciones, torpezas. Se agotó, no sabe qué hacer, no tiene esencia, sólo el esqueleto de la apariencia. Espera las directrices de alguien que no termina de llegar. Se agotaron sus discursos.

A la derecha externa, a la mud, el plan le viene de los organismos capitalistas internacionales. Leamos lo que declara al diario Clarín de Argentina Ricardo Hausmann, que fue economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, Presidente del Comité de Desarrollo del FMI-Banco Mundial y, entre 1992 y 1993, ministro de Planificación de Venezuela. Hoy enseña en la Kennedy School of Government de la universidad de Harvard y, además, brinda asesoramiento a diversos países:

  • “Creemos que la deuda más o menos documentada ronda los 118.000 millones de dólares. Y hay otros 60.000 millones que se acumulan por obligaciones impagas y retrasos diversos. En total, estamos cerca de los 178.000 millones de dólares. Y nuestras exportaciones se han desplomado a 26.000 millones de dólares. Somos el país más endeudado del mundo según la relación entre deuda y exportaciones. Creemos que vamos a necesitar unos 100.000 millones de dólares, la mitad por un shock de liquidez y la otra mitad postergando y reestructurando los pagos de la deuda. Lamentablemente, Venezuela ha sido arrasada y, cuando llegue el momento de iniciar la reconstrucción, será un país terriblemente pobre”.

Como es fácil de apreciar, se trata de un paquetazo salvaje, que requiere altas dosis de represión, y una inmensa ofensiva ideológica a favor del capitalismo, de su ética, basada en sus máximas: “El que es pobre es por flojo, el que trabaja surge, el éxito está en el sudor, los que están fuera de la ley, que nosotros hacemos, no son humanos”.

La otra salida es la propuesta por una fracción del madurismo populista y clientelar, son los pañitos calientes, siempre inoperantes. Estos economistas, de antemano fracasados, no pasan de retórica encendida pero inocua, repetición de frases vacuas; intentan controlar al capitalismo, hacerlo humano, y por supuesto fracasan, la bestia no se puede  domesticar. . 

Las dos posiciones son capitalistas, una más que la otra, una más abierta, la otra avergonzada, pero las dos la misma esencia.

Está ausente la solución efectiva: la aplicación del Plan de la Patria, de su esencia: “la lucha contra la lógica del capital”, que así resumía el Comandante la lucha por el Socialismo. Volver a Chávez significa regresar a la conciencia del deber social, del sentido de pertenencia a la sociedad, a la humanidad. Retomar el espíritu que guió a los Libertadores, que movió el 4 de febrero, que consiguió el triunfo en el sabotaje petrolero. Que permitió el triunfo en el asedio de Leningrado, en el periodo especial de la Revolución Cubana, que signó las glorias de la independencia. Ese espíritu grande que permite grande hazañas de los pueblos es imprescindible para salir de la miasma en que nos sumió el reformismo, el populismo. Sólo sobre ese espíritu podrá cabalgar una economía exitosa, que lleve felicidad a las grandes masas empobrecidas. 



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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