Golpe de Timón Parte II

La Aceituna Chavista

El llamado legado del Presidente Hugo Chávez puede ser valorado de diversas maneras. Desde el chavismo se escuchan tanto voces de reconocimiento y aceptación incondicionales, como también objeciones y críticas. Desde la oposición la postura predominante es negar cualquier avance o logro, incluso se afirma que el legado de Chávez es fundamentalmente negativo.

Como parte de ese legado tenemos la profunda desconfianza y rechazo que el pueblo chavista, el cual llegó a ser más del cincuenta por ciento de la población, tiene hacia la dirigencia politica de oposición. Hugo Chávez la dibujó y definió como la responsable de los males que aquejaron a los venezolanos durante los últimos cuarenta años antes de la revolución bolivariana, y como una clase política con sed de venganza y apátrida que, de llegar de nuevo al poder, acabaría con las conquistas que ese pueblo alcanzó de la mano de Chávez. 

Hoy en día ese chavismo asume con profunda decepción el fraude y peligro que Maduro y su grupo representan para la causa chavista y socialista. Fraude porque siente que Maduro no solo no supo llenar las expectativas ni ha estado a la altura de las demandas de la crisis política que vive el país, sino que ese chavismo también está convencido que Maduro ha instalado un proyecto distinto al de Chávez. Peligro porque ese chavismo tiene conciencia que, de continuar por la vía que va, Maduro se llevaría al foso al chavismo y lo que queda del legado de Chávez. Maduro pone en peligro la subsistencia misma del chavismo. Eso lo entiende el pueblo. Se ha roto la conexión Maduro-Chávez-Pueblo. Ahora solo queda Chávez-Pueblo. El pueblo chavista no es madurista.

La pregunta entonces que se hace la gente es ¿Por qué el chavismo no termina de retirarle el apoyo a Maduro? La respuesta es obvia: el chavismo no ve una alternativa a Maduro. El chavismo no va a migrar hacia la oposición por las razones ya mencionadas, y menos aún cuando desde allí se ataca, vilipendia, insulta y acosa a esa militancia. Nadie va a una fiesta donde lo van a insultar y acosar. Dirán muchos, más vale bueno conocido, que malo por conocer.

Podemos decir que el chavismo está huérfano políticamente y anda en búsqueda de un liderazgo que se conecte con sus intereses. Un liderazgo que en estos momentos no posee ningún dirigente político en lo individual, pero que si puede construirse de manera colectiva. El chavismo acompañará a ese liderazgo colectivo que desde el propio chavismo, el chavismo anti-Maduro, defina una propuesta de país incluyente, realista, unitaria y pluralista. Una propuesta que enamore y proyecte hacia el futuro la unidad del país con respeto y tolerancia hacia los sectores politicos. Que respete las reglas del juego democrático y transforme las instituciones democráticas y las coloque al servicio de todos. Una propuesta que refleje los anhelos y aspiraciones de los venezolanos, y resuelva los dramáticos problemas que los aquejan.

Cualquier otra propuesta, parcial y reactiva, como la que se opone a la constituyente derivada lanzada por el madurismo, o la que aboga por el cierre del arco minero, o aquella que rechaza la ruptura del hilo constitucional, se quedará en lo coyuntural y no tendrá capacidad para apelar a los amplios sectores del país que hoy piden un golpe de timón. 

El liderazgo político del chavismo tiene entonces la tarea de construir esa opción que le de viabilidad al país, una propuesta política amplia, que mantenga viva la posibilidad de seguir siendo una fuerza política importante, con capacidad de influir y negociar los futuros escenarios políticos que habrán de venir. Es su responsabilidad histórica.



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