Sí hay errores que corregir. Por ejemplo: Comenzar por decir la verdad

Luego de la debacle electoral, o la contundente derrota política sufrida por el chavismo, algunos de sus altos dirigentes, (más por control de daños) que con ánimo real de enmienda, se han dedicado a hacer exámenes de los hechos acontecidos.

Muchos de ellos, primero empiezan sus decálogos o dan el mayor peso en sus reflexiones al tema de la guerra económica (y creo que no es arriesgado afirmar, que: por lo menos el 75% de la saliva y tinta gastada en la justificación de la paliza, se ha destinado a ese asunto). No quiero yo entrar a profundizar sobre: la veracidad de la guerra económica, de las relaciones causales de los efectos de ella o si la misma caló en la psique de los seguidores de la revolución. Sin embargo, los hechos son que el común de la gente se pregunta legítimamente, por ejemplo:

Si las expropiaciones se hicieron para garantizar que los productos de las empresas expropiadas estuviesen en el mercado a precios justos: ¿Por qué los productos de esas empresas expropiadas no están disponibles para la gente?; Si se afirma que los distribuidores y comercializadores privados se prestan para generar caos ¿Por qué en los establecimientos de las cadenas públicas de alimento, igual hay colas sabrosas y por regla general ausencia de los productos básico? Esto solamente por decir algunas cosas sobre el tema de las colas y la escasez, que obviamente sí apartaron a parte de las grandes mayorías del afecto que al chavismo le tenían.

Ahora bien, mi propósito no es examinar la llamada guerra económica (la cual el gobierno “perdió”), eso se lo podemos dejar a alta dirigencia del PSUV, que la ha convertido en el objeto de su onanismo mental. Sin embargo, la alta dirigencia del PSUV que evidentemente está en cuenta, que la guerra económica no es suficiente para justificar la derrota ante los “malos” (porque no es creíble), frente a sus seguidores nacionales o internacionales, ni siquiera para autojustificarse. Sabe que además de denunciar ante el mundo los factores exógenos causados por el capitalismo, tiene que aceptar la influencia de factores psuvistamente endógenos en la derrota.

De modo tal, que algunos líderes o figuras connotadas del proceso han tenido que reconocer que “Se han cometidos errores”. Sin embargo, si la afirmación se hace de ese modo tan arcanamente gelatinoso, es poco útil para un futuro propósito de enmienda. ¿Qué errores? y ¿quién los ha cometido?, es lo que quiere la erosionada base electoral del chavismo oír (aun cuando ya claramente lo sabe).

Sin embargo, mientras esas genéricas confesiones son hechas en cadena nacional, la gente puede ver alrededor de grandes mesas, aun sentados a los responsables de tales errores; quienes sospechosamente siguen apoltronados a las mismas sillas o a otras, en las que estaban en las anteriores ocasiones y jornadas de reflexión autocritica. Ya que todos sabemos que esta no es la primera vez que se habla de corregir, relanzar, rectificar, etc.

El problema para la encumbrada dirigencia psuvista (que no termina de hacer un correcto diagnostico de la situación), es que el pueblo sabio y paciente, sí lo hizo y sí sabe cuales son los errores y quienes los han cometido; y de seguro son esos errores a los que atribuye el gran desafecto que siente.

¿Cuáles son eso errores?, todo el mundo los conoce: la corrupción, arrogancia y la disociación de la dura realidad que vive el común de la gente mientras que la dirigencia vive en una burbuja de opulencia incluso envidiable en el llamado primer mundo: Licores caros, ropas de diseñador, teléfonos de alta gama, motocicletas de alta cilindrada, vehículos de lujo, yates y jets y pare de contar.

En un reciente escrito titulado Así sufre un dirigente del PSUV la traición del pueblo, ha quedado reproducido con fina ironía el prototipo de los liderazgos que hoy se preguntan: ¿Por, qué?, ¿Cómo pasó?, para después concluir en las manidas causas de la “traición” del pueblo: Uribe, la guerra económica, los precios del petroleo y bla, bla, bla.... Todos los conocemos, los hemos visto, y sería un milagro encontrar un ministro, gobernador, alcalde, diputado, presidente de empresa o instituto público e infinidad de funcionarios “con firma para algo” que no sean un reflejo de a quien allí se dibuja; un personaje desleal, inmoral e inconsecuente con la gente y con los ideales-valores que dice representar.

Ahora bien, algunos otros dentro del chavismo que tienen inclinaciones por los números, han hecho sus correspondientes análisis estadísticos, claro está maquillándolos (porque para eso son las estadísticas), para hacer conclusiones autocomplacientes y engañar a los demás. Con lo que demuestran que no tiene voluntad de enmienda sino de permanecer en la mentira.

La gran mentira de los numerólogos chavistas por estos días (dicha con la intención de maquillar la gran pela y el desafecto en los sectores más pobres), es que: el pueblo tradicionalmente chavista se abstuvo, que no hubo voto castigo y que el electorado tradicionalmente rojo no migró a las filas de la oposición. Ello es falso, cuando menos una verdad a dos tercios; y hay que hacerse la siguiente pregunta:

¿Cómo en una elección (la del 6D), con niveles de abstención mayor en términos porcentuales y participación menor en términos absolutos, a los de las elecciones presidenciales del 2012 y 2013, pudo la oposición aumentar su votación en términos absolutos y porcentuales (estos últimos de modo notoriamente altos) en relación a los de las elecciones del 2012 y 2013; pero obteniendo votaciones inferiores en términos absolutos en lugares tradicionalmente opositores?

Me explico: En las elecciones del 6D sufragó una cantidad de electores inferior en términos porcentuales a las presidenciales del 2012 y 2013, aproximadamente 5% menos y en términos absolutos unos 2.100.000 de votos menos. Dado que en estas elecciones el padrón electoral aumentó, el resultado final visto, nos podría hacer concluir y creer lo que la dirigencia chavista ha dicho y repetido por estos días: Los votos opositores aumentaron en proporción al aumento del padrón electoral en sus feudos tradicionales y el chavismo no votó en los suyos. Pero esto también es falso.

Uno esperaría para dar por cierta la aseveración de la numerológica dirigencia chavista, que: en un estado como Lara; en municipios como Chacao-Miranda y Urbaneja-Anzoátegui o en una Parroquia como Cachamay-Caroní-Bolívar, (con votación tradicionalmente inclinada a la oposición) dicha votación opositora hubiere aumentado, y así explicar el fenómeno del ligero crecimiento de la votación opositora. Pero no fue así, por el contrario la votación de la oposición en términos absolutos en lugares como esos, aportó menos sufragios que las elecciones presidenciales del 2012 y 2013, (la oposición disminuyó su votación en eso sitios aun cuando aumentó el padrón).

¿Entonces como si el voto escuálido se escualidificó un poco en las zonas escuálidas, pudieron los escuálidos darle una pela a los que ahora parecen ser los escuálidos?.

Sencillo, mientras la dirigencia (masculina y femenina) chavista intoxicada en escocés vivía en sus paraísos de botox y silicona (aun cuando Diosdado Cabello denostaba en el cierre de campaña de los cuerpos modificados por estéticos bisturíes); la gente de Barinas, del 23 de enero, de Chirica (parroquia de Ciudad Guayana donde ocurrieron saqueos y destrozos al transporte público en agosto de este año) y de incontables lugares más se iba cargando de desprecio hacia ellos, aunque le tiraran migajas de último momento. Esa es la realidad, vean los números y dejen de hablar pendejadas sobre los errores comunicacionales en uso de la 2.0.



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Edgar Gil Díaz


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