¿Qué es libertad? ¿Quién es libre?

El tema de la libertad es uno de los más citados en el discurso contemporáneo. Difícilmente exista una protesta, una marcha, una asamblea donde este término no aparezca. Normalmente la libertad esta asociada con la democracia. Sin pretensiones de profundos análisis filosóficos nos gustaría hacer una reflexión sobre este tema de tanta actualidad. Al realizar la historia el término libertad esta fundamentalmente relacionado al problema de la esclavitud, a esa condición infrahumana a la que fue sometido una parte de la población mundial hasta hace un poco más de un siglo. Desde el punto de vista del discurso político y legislativo no era tan popular como hoy en día. Su uso va a ser fundamental a partir de 1789 con la Revolución Francesa y el surgimiento de las republicas y los estados nacionales modernos. Así mismo en el discurso económico es a partir de “Los orígenes de la riqueza…” de Adams Smith cuando surge la corriente liberalista, cuya idea central es que no debe existir barreras ni intervención estadal para frenar el libre juego de la oferta y la demanda.

Hasta el Siglo XVIII el concepto de libertad muy poco tenía que ver con lo individual y casi siempre hacia referencia a proyectos políticos de naciones o de colectivos sociales. La libertad individual ha sido un proceso relativamente nuevo y claramente vinculado al surgimiento del pensamiento y filosofía capitalista. La Exacerbación de las capacidades individuales, del egoísmo son defendidos por los liberalista como único medio para garantizar el crecimiento social. El término libertad aparece junto al de igualdad y fraternidad en la proclama de la Revolución francesa, pero históricamente ha sido difícil el equilibrio entre estos principios. La igualdad social restringe la libertad individual y viceversa, la libertad individual la mayoría de veces se hace a expensa de la desigualdad y la injusticia social.

La libertad es siempre condicional, es un derecho pero más aún un deber de compromiso y respeto hacia el otro. No existe un individuo solo totalmente libre, el hombre desde que nace está sometido al proceso de sociabilización: desde las normas familiares, las pautas socioculturales de la escuela, del trabajo, de la cultura, de los amigos, de los poderosos medios de información y de las leyes someten al hombre a una libertad siempre condicionada. Existe siempre un grado de libertad, que es lo que hace que a pesar de todos estos condicionantes- ya señalados- seamos siempre diferentes. Pero es totalmente falsa la creencia de que todos nuestros actos individuales están condicionados solamente por nuestros deseos, esa frase común de decir “yo hago lo que me viene en gana” es una total mentira.

Ya desde hace mas de un siglo ha sido demostrado que nuestro comportamiento cotidiano esta guiado por costumbres y rituales. Desde que nos levantamos vamos al baño, desayunamos, nos montamos en el carro o caminamos, vamos al trabajo o a la escuela, regresamos, compartimos con familiares y amigos, vemos televisión, oímos radio, casi todo sincronizado en forma ritualista, lo hacemos sin pensarlo, son conductas aprendidas y condicionadas.

Según el Diccionario de la Real Academia Española el concepto de libertad es “la facultad de obrar según lo dicta la inteligencia”. Como hemos visto son muy pocos los momentos y acciones en la que el hombre es plenamente racional. Sobre todo el hombre sometido a los trabajos más rituales. Este proceso de racionalización queda fundamentalmente para una élite dedicada al filosofar y a las intríngulis tareas del pensamiento. Tanto para el existencialismo como para el marxismo la libertad radica en la realización del ser humano, no es esencia, no es naturaleza, es la existencia para el ser. Para los Marxistas la libertad es la no existencia de la alineación, es la posibilidad de hacer y crear del hombre genérico, frente al hombre explotado y enajenado. No existe libertades absolutas, primero porque la propia naturaleza nos condiciona y luego porque ella representaría la anarquía, la ley del mas fuerte. Ni tampoco puede ser mal entendida la libertad como el derecho acabar con la propia vida, la prostitución, la drogadicción.

El Liberalismo proclama una libertad para el tener, para poseer. Es un concepto de libertad claramente vinculado al derecho de propiedad privada, es legitimar, bajo un concepto moral y ético de difícil discusión, el derecho de unos de expropiarse lo que originalmente era de todos los seres humanos. Como todo valor, la libertad no se puede medir como lo pretende el liberalismo: mas propiedad tenemos, mas medios privados de comunicación, más empresas, menos estados, representan mas libertad, cuando en realidad solo expresa la libertad de unos pocos sobre la desigualdad de muchos. Desde los griegos pasando por los recién liberados países del tercer mundo nos encontramos con discursos contradictorios que proclaman la libertad y hasta el liberalismo como doctrina al tiempo que mantenían una parte de su población en la más denigrante condición humana: la esclavitud. Para las religiones la libertad ha estado relacionada fundamentalmente al concepto de libre de pecados y de vicios, el hombre puro, sin tomar en cuenta la pobreza y sus causas estructurales.

La justicia debería ser el mecanismo que regula el desequilibrio entre igualdad y libertad. En este mundo globalizado en el que a diario se habla de libertades políticas, libertades económicas, libertad de expresión, ojala también podamos alcanzar la libertad del hambre, de la pobreza, de la injusticia. Es necesario llevar la discusión sobre la libertad a terrenos alejados de la metafísica y colocarla en la dimensión contextual de nuestro tiempo y espacio, fuera de la abstracción debemos ubicarnos en el contexto de las desigualdades sociales, en la profunda división entre una minoría que tiene libertades casi absolutas y otras mayorías que no tienen nada. Defender la libertad fuera de este contexto es legitimar consciente o inconscientemente este proceso histórico de injusticias. Igual al que el concepto de ciudadanía el cual también es manejado ligeramente y el final solo se defiende a un tipo de ciudadano, a ese ciudadano que se define fundamentalmente por su derecho al voto, a la propiedad, por su capacidad de consumo, esa ciudadanía que desde los griegos pero sobre todo en las sociedades capitalistas modernas denigran de la mayoría a la que no consideran ciudadano o sociedad civil y a los que comúnmente se refieren como pueblo o masa.


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Pedro Rodríguez Rojas


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