La patria grande y socialista

Al despertar el Siglo XX y con los primeros rayos del alba en Argentina del 900 comenzó a brillar una luz intensa de la pluma de Manuel Ugarte, José Ingenieros, Leopoldo Lugones, José Ingenieros, Ricardo Rojas, Macedonio Fernández, Alfredo Palacios, Alberto Ghiraldo y Manuel Gálvez. Todos ellos formaban parte de ese núcleo solido de intelectuales, poetas, escritores y ensayistas que clamaron en su tinta de color rojo la necesidad de no olvidar la tarea pendiente de construir la “Patria Grande” y hacer la revolución.

 Muchos de ellos debieron atravesar el océano de los tiempos para navegar en las aguas cristalinas de la “Patria Grande”, que eran letras de un discurso que llamaba fervientemente a la unidad latinoamericana. Otros naufragaron apenas sintieron la corriente de agua que se hacia inmensa en los mares de los sueños. A pesar de ese germen de patria caliente que venia en los barcos de las ideas y que atizaban los vientos de la continuidad revolucionaria, no había puerto donde llegar, pues la tierra firme de la “Patria Grande” había sido despedazada en republiquitas y encadenadas al modelo y pensamiento político de las potencias imperiales.

 Así encontramos que Leopoldo Lugones hablaba de la transformación de la patria desde la perspectiva de una ideología socialista que condujera hacia un destino afincado en el socialismo. En tanto, Ricardo Rojas clamaba por la restauración del pensamiento nacionalista integral. En esta misma línea se pronunciaba Alberto Ghiraldo, quien a través de sus escritos denuncio al monstruo devorador que se había tragado a la “Patria Grande” para vomitarla en porciones de repúblicas diluidas.

 También están los naufragaron como Macedonio Fernández y Manuel Gálvez, quienes en algún momento la brisa y el sueño de la “Patria Grande” había tocado sus rostros, pero luego ellos se “rajaron” y terminaron negando sus ideas y terminaron recostándose en las almohadas del pensamiento escuálido y de la derecha de entonces. Igualmente, Alfredo Palacios, quien usaba chaleco rojo, terminó abrazados con los enemigos, aceptando un cargo de embajador del gobierno mas antinacionalista y antipopular que tenía Argentina para 1956.

 Caso Contrario fue el José Ingenieros y Manuel Ugarte, quienes caminaron firmes en las ideas y praderas del socialista. Sus pensamientos era artillería pesada que derrumbaba los temples de la derecha que ya vivía en sus palacios de vanidad. Fue José Ingenieros, quien dijo que el socialismo no sólo era posible, sino que era necesario. Una reflexión tremenda, cargada de fuerza que penetra en los poros de la piel revolucionaria. Manuel Ugarte, fue otro que no dio descanso a su pluma para escribir siempre sobre la necesidad de construir la “Patria Grande” y socialista. Desde aquí le decimos que ese sueño que ellos tuvieron va despertando en los inicios de la segunda década de este siglo, donde ya hay patrias inmersas en sendos procesos revolucionarios, empujados por líderes auténticos que no se babean por las chuchuerías de los imperios. Hoy más que nunca estamos convencidos, al igual que lo estuvo José Ingenieros, que el socialismo no sólo es posible, también es necesario.

(*) Politólogo

eduardojm51@yahoo.es



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Eduardo Marapacuto (*)


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