¿Cómo es que estando TODOS en un mismo planeta unos cuantos puedan alegar ser dueños de aquello que es vital a todos?
Como diría Chávez: ¿CÓMO, DÓNDE y CUÁNDO?
Eso significaría, nada más y nada menos, que les pertenecemos...
Pero ahí vamos... discutiendo,
discutiendo... Aumentando la diatriba, prolongando la argumentación. Eso
sí, muy diligentemente. Muy enfáticamente. ¿Pero hasta cuándo? Tal vez
hasta que se haya agotado la vida de aquellos a quienes tratamos de
defender, y que no tienen nada.
Pareciera
que no creyéramos en nuestras propias convicciones; es decir, que
tuviéramos que renforzarlas cada día con más y nuevos argumentos para
defender lo que YA SABEMOS.
Y
a pesar de que NUNCA convenceremos a NADIE con otra cosa que con la
PRÁCTICA, volvemos una y otra vez como obsesivos CHINCHES sobre la
teoría, los textos fundamentales, los hechos históricos, LAS
REVOLUCIONES, LOS EJEMPLOS, y nada que concluimos en... comenzar lo que
hay que comenzar...
¡Nada
que cuajamos! Como si tuviéramos que probar aritméticamente que la
tierra es redonda, ¡a pesar de tantas fotografías! O que la gente se
muere si no come, ¡a pesar de tanta hambre!
La
discusión... la discusión... La discusión, señores, no es un bien
absoluto, ni siquiera una virtud en sí misma: puede ser también la
perpetuación del status quo. De la esclavitud humana. Del hambre humana.
De la miseria humana.
¡Las IDEAS no se COMEN!
A propósito, el socialismo NO es una idea: es el ÚNICO PAN.
Y así como no hay dos o tres planetas, tampoco hay dos o tres socialismos.
Pero hay quienes
detentan lo que es de ¡MILLONES!, y la transferencia de tales bienes a
la mayoría es cosa que se anuncia, se organiza. NO SE DISCUTE.
No se discute lo que ES de todos. Hay
en el mundo unos pocos individuos que gozan de privilegios que
consideran eternos. Estiman que sólo sus descendientes lejanos, a
quienes también desprecian, tendrán que rendir cuentas. Han estado
últimamente estafando a la humanidad a través de licitaciones estatales.
Han vendido y comercializado lo que no les pertenece. Han llegado al
punto de desfachatez en que el verdadero fondo hueco de sus alforjas ha
quedado al descubierto. Mientras los Estados imperialistas se arrastran a
socorrerlos echando mano de las arcas públicas.
Si
el pobre paga con un cheque sin fondo, va de inmediato a la cárcel.
Cuando el banquero hace lo mismo, el Estado va en busca del pobre para
robarle lo que no tiene y crear esos fondos. Viene el Estado,
compañeros, por lo que podríamos considerar "la última puñalada", pues
luego de ésta no queda nada...
Pero todo ocurre a la sombra de lo que por parte de la banca privada no es más que un falso chantaje ("Si no me socorres, no importa, quiebro y todas las recetas de la industria nacional desaparecen") al Estado imperialista. Falso chantaje, digo, porque no son en realidad —el Estado y la banca privada— entidades distintas, sino una misma y sola corporación polyfacética. Afortunadamente, dicho chantaje es falso también
por otras razones —menos conocidas por sus autores—, pues es dicha
versátil corporación la que está condenada a desaparecer. Ineluctablemente.
Basta
con saber que en este mundo no pueden haber 36 reglas de juego, sino
UNA SOLA: se vive en igualdad de condiciones, compartiendo, o no se
vive.
No queda NADA, pues, por decir. Mucho menos por repetir...
xavierpad@gmail.com