Compañeras y compañeros camaradas todos:
Escribo estas líneas no desde la cómoda distancia del desencanto, sino desde la inquietud de quien ha visto cómo, con el paso del tiempo, muchas de las banderas que un día nos unieron se han convertido en mantos para ocultar intereses ajenos a la clase obrera, al campesinado, y al pueblo de a pie.
Hoy se habla de una "constituyente obrera", pero ¿dónde está esa clase obrera que debería protagonizarla? ¿Acaso no fue esa misma clase la que, desde 1998, vio cómo sus supuestos representantes —amigos de amigos y compadres, sindicalistas reciclados, burócratas improvisados— se apoderaban de PDVSA, de la CVG, de ministerios, gobernaciones, alcaldías, parlamentos y consejos municipales, no para servir, sino para servirse y enriquecerse bajo el discurso del socialismo?
¿Alguien recuerda los círculos de estudio para debatir la Constitución de 1999? ¿Hubo verdadera participación desde las bases? La verdad es que nada fue democrático: los cargos se repartieron como botín entre leales del MVR, muchos de esos saltaron a la derecha, traicionaron al pueblo y a la Constitución. Los mismos que hoy ostentan títulos revolucionarios mientras viven de las mieles del poder, las comisiones y los contratos secretos.
Nos vendieron una nueva Constitución Bolivariana y liberal. Y ahora, en nombre del socialismo, quieren confundirnos con palabras vacías, sin contenido de clase, sin propuesta real de transformación. Hablan de "constituyente obrera", pero pretenden entregarla a figuras de dudosa trayectoria, sin principios claros, sin compromiso con la revolución, sino por sus intereses ambiguos.
No se trata de negar la posibilidad de cambio. Por el contrario; en el momento de la crisis que estamos padeciendo, es precisamente cuando debemos actuar. Pero no cualquier cambio sirve. Necesitamos una nueva Constitución que vaya más allá del asistencialismo y el populismo cuarto republicano, que rompa con el Estado burgués y construya de verdad un Estado Comunal y Comunista, donde el poder emane del pueblo organizado, no de salones ministeriales, ni en cenáculos protestantes dentro del PSUV.
Contamos con doctrina: la Constitución actual y las leyes del Poder Popular, los documentos fundacionales del PSUV, el pensamiento de Simón Rodriguez y Bolívar, de Marx, de Ernesto Ché Guevara, del comandante Chávez con el cambio de timón… Pero ¿de qué sirve, si vemos a supuestos revolucionarios destruyendo desde adentro el legado del comandante Chávez que juraron defender?
La culpa no es del ciudadano común, ni del campesino que madruga sin salario digno, ni del obrero que su salario lo ve diluir en una inflación inducida por comerciantes apátridas y sin control del Estado. La culpa es de esa seudodelincuencia revolucionaria que se ha vestido de rojo, con fortunas en el exterior y asesores secretos con sueldos millonarios, se cubre con la bandera roja para robarle el sueño al pueblo.
Recordemos: en 2007, el pueblo dijo NO a una reforma constitucional mal explicada, mal debatida, impuesta desde arriba. Dos años después, en 2009, se logró la enmienda que permitió la reelección… pero también se incluyó —en letra pequeña— la obligación de rendir cuentas anualmente, y la Contraloría Social para velar por las gestiones de las y los servidores públicos... Se creó una ley de Contraloría Social que actualmente es letra muerta. ¿Cuántos gobernadores/as han cumplido con eso? ¿Cuántos han sido revocados por incumplir con los principios revolucionarios? Casi ninguno.
Hoy, vemos cómo remueven sus fichas los grupos de poder, y con la santa bendición de la cooptación del PSUV imponen personeros sin cualidad socialista, ni revolucionaria; "decoradores del poder" cuadros leales llegan a los cargos de dirección a ejecutar (renovación de parques y plazas, sistemas de semáforos inteligentes, decoración de calles con luces navideñas desechables, Grandes fiestas con artistas pagados y sus respectivas tarimas y sonido profesional, entre otras vanidades...) paquetes y negocios enviados por sus jefes; cambiar logotipos y colores en las instituciones, uniformes, sellos y papelería, banderas y más… gastan en cafeteras exprés, microondas y sistemas de cámaras y aires acondicionados en los despachos, mientras en los CDI y Hospitales no hay insumos. ¿Esa es la revolución que quiere el pueblo?
No... y definitivamente NO... Esa es la Cuarta República y sus dirigentes, adecos y copeyanos disfrazados de Rojo Rojito.
Por eso, llamamos a todas las bases populares, a los colectivos, a los consejos comunales y comunas, a los consejos de trabajadores, consejos campesinos, y a los sindicatos proletarios que luchan contra las empresas capitalistas aun existentes: formémonos, organicémonos, exijamos claridad. Si se impulsa una nueva constituyente, que no sea para repartirse los cargos, sino para refundar la nación y entregarle todo el Poder al Pueblo desde las bases populares.
Hay que crear un cuadro comparativo de los artículos constitucionales que frenan la revolución, para socializarlo en las bases y generar un amplio debate; ¿Que debemos cambiar?, ¿cómo cambiarlo? y, sobre todo, ¿quién lo va a hacer?. Porque no se trata de cambiar nombres, sino de cambiar el sistema.
La revolución no se construye con lemas vacíos, sino con principios firmes, con ética de clase proletaria y con la participación consciente del pueblo desde las bases populares.
¡No permitamos que nos roben el sueño otra vez!
Con solidaridad Revolucionaria e Internacionalismo Proletario, seguiremos construyendo nuestra propia historia...
Ante las amenazas de invasión Gringa... La mejor defensa es la conciencia de clases de un pueblo que esté dispuesto a levantase en armas y espíritu Revolucionario...
Ya basta de sumisión... Ni un barril de petróleo para que el gobierno EEUU alimente su arsenal militar y nuestra propia destrucción.
Recordemos que la culpa no será del mono, sino, de quien le dé la hojilla...
Carta de un Militante del Pueblo Arrecho.
REVOLUCÍON ES HACER REVOLUCIÓN, SINO NO ES.