Operación Disentir

Si hay algo funesto en Venezuela es lo que algunos llaman oposición. La verdad es que no sé si se le pueda llamar así. Es tan grave el problema que el estado va a tener que lanzar un programa que fomente el nacimiento de un movimiento opositor real en el país. Esta no es una idea nueva ni original; sale a flote cada cierto tiempo pero no se le toma en serio. El problema central es que quienes ahora se abrogan la voz del disentimiento ocupan un espacio que otros necesitan utilizar de una manera auténtica. Es como el caso de RCTV, ellos hacen mal uso de un espacio público y, con ese mal uso, privan a otros de su derecho a opinar y a disentir.

El mejor ejemplo de esto se puede ver en el “Discurso de los Estudiantes” dado en la Asamblea Nacional por un chico con acento claramente sifrino quien nos habló en nombre de todos los estudiantes venezolanos. Algo que desde un principio era imposible de creer, porque todos sabemos que “los estudiantes” no tienen una sola opinión. Está claro que hay tantas opiniones como estudiantes, los hay de todos los tipos.

El tono excluyente del discurso estuvo acorde con el gesto de dar la espalda y no oír la opinión del otro al salir de la Asamblea Nacional en medio de la discusión. El esquema y patrón fue el mismo que ha mostrado “la oposición” en todas sus escaramuzas, el que muestra el ricachón arrogante frente al resto de la comunidad. Esta actitud se ha visto cristalizada en la mentalidad y cultura sifrina venezolana.

Quienes han pretendido tener la tutela del disentir son quienes han definido a Venezuela como el Este de Caracas. Para el sifrino, Venezuela es él, lo demás es pura decoración o simplemente servicios.

Lo que estamos viviendo y lo que estamos sufriendo es el colapso de una mentalidad que perdió todo su posibilidad de operar: está en crisis, ya apenas puede reproducirse y ha perdido casi toda
posibilidad de convencer. Aquellos que aún creen en ella lo hacen mediante un esfuerzo tremendo que apenas pueden mantener. El discurso de la mentalidad de la clase media alta caraqueña que se difundió a través de las telenovelas y otros medios de difusión de los que disponen, colapsó ante la emergencia de un nuevo discurso mucho más complejo y coherente.

La imposibilidad de la “oposición” de lograr avances en el frente político se debe a su limitación discursiva y a la imposibilidad de lidiar con un nuevo entorno que le resulta abrumador. Es tal la
crisis que los “Estudiantes” del este de Caracas y todos aquellos de la provincia que se identificaron con el discurso sifrino, salen a protestar por el cierre imaginario de un canal televisivo de la peor calidad. Quienes deberían estar leyendo y entendiendo a los grandes filósofos, las teorías matemáticas, los cambios en la historia y muchos otras cosas de la misma naturaleza, salen a protestar porque, supuestamente, se ha atentado contra Sábado Gigante, Laura en América o la última versión de la misma telenovela que se ha repetido durante casi un siglo y que estuvo destinada originalmente a la ama de casa a quien no le gustaba leer.

Por otro lado, no hemos visto ni una protesta por la condición lamentable de las bibliotecas del país, o porque muchos profesores no cumplen su trabajo como deberían o por las palancas y roscas universitarias que acaban con las carreras de jóvenes académicos quienes pierden concursos ante las novias de los decanos. No hemos visto ni una sola manifestación a favor de la mejora de la educación venezolana. Eso es precisamente lo que una verdadera y útil oposición debería hacer: denunciar las zonas putrefactas del país que aun no han sido tocadas por un estado justo.

Además, la falta de un discurso bien argumentado crítico del chavismo le está causando un gran daño a ese mismo chavismo que se ve inmerso en un monólogo sin un interlocutor razonable y capaz de argüir. Si estuviéramos ante un dialogo donde la oposición fuera capaz de articular ideas con cierta complejidad, el país se vería altamente beneficiado porque pasaríamos de las acusaciones a la discusión de ideas.

La pregunta claro está es qué hacer en un escenario así. Mi respuesta es que el chavismo debe buscar y proteger a quienes disienten y no tienen voz, a quienes su libertad de expresión les ha sido robada por una elite en agonía espiritual que se resiste a dejar la escena. El chavismo incluso debe estar dispuesto a dejar partir a un grupo de los suyos, a permitirle diferenciase y crear una segunda voz que permita crear un verdadero diálogo. La máxima sería entonces: donde
encuentres un verdadero disidente protégelo y dale un espació.


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Jacobo Myerston

Lingüista y filólogo.

 jmyrstn@gmail.com

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