En mayo de 2004 escribí aquel artículo www.aporrea.org/actualidad/a8242.html como resultado de la emotividad que provocó en el ambiente de la agricultura venezolana, la idea de hacer del cacao un proyecto de envergadura, habida cuenta de lo apetecido por el mercado internacional de nuestros finos granos de altísima calidad. El Encuentro en Mango de Ocoita le dio la vuelta al mundo, y no tardaron en aparecer los intermediadores y las empresas internacionales a conocer de que se trataba, y para sorpresa de ellos, se quería incrementar la superficie sembrada, los rendimientos, la mejora continua de la calidad de los procesos, y el uso local de los granos para hacer la pasta y sus derivados de alta calidad. En síntesis se quería entrar al mercado internacional con productos elaborados, inclusive se contaba con la experiencia de algunas empresas que lo estaban haciendo. El gobierno, presidido por Chávez había declarado convertir la historia del cacao venezolano en algo más que una agricultura resiliente a la vieja política exportadora de materia prima.
Digamos que 2004 fue el año cero de ese gran proyecto, que nos agarró con algunos problemas sanitarios en las plantaciones, entre otros la escoba de bruja, una bajo rendimiento cercano a los 380 Kg/ha, plantaciones envejecidas, poca atención a la poda, y otros factores restrictivos iniciales, pero existía una cultura cacaotera, una tradición, un Instituto de Investigaciones Agrícola de larga data (INIA), con programas y proyectos en las áreas donde existían las debilidades y afloraba como una gran ventaja la declaración de voluntad política del Estado como impulsador de las transformaciones que resultaban necesarias. No se diga más, estábamos en presencia de una mina de oro que otrora fue, pero que se basó en la explotación humana.
La idea de llegar en 20 años a disponer de un millón de plantas logradas con nuestra genética (se tenían identificadas las plantas elites para los viveros), nos colocaría sobre una producción superior a las 100.000 toneladas por año, dicho de otra forma, llegaríamos al 2025, con la fama de la alta calidad del cacao venezolano y con un alto volumen de materia prima procesada en el país, con nuestros actores sociales y económicos. Los primeros 10 años (2005-2014) pasamos de 17 mil toneladas a aproximadamente 25 mil toneladas por año, esas cifras fueron reportadas a partir de informaciones de diferentes fuentes y las tomé para escribir un segundo artículo que fue publicado igualmente en Aporrea. ¿Qué pasó?
La tasa de crecimiento fue lenta, el crecimiento del área sembrada también fue lento, el abordaje de la mejora de la productividad no fue un tema que transversalizó el esfuerzo humano, y una externalidad a las áreas productivas, como fue un incremento de la violencia afectó el desempeño de los agricultores. Un ejemplo claramente visible fue la zona de Barlovento en el estado Miranda, donde hubo robos de mazorcas en las plantaciones, agresiones a productores, y escondite de distribuidores de drogas al menudeo. Una criisis social que todavía deja ver sus secuelas.
Sin embargo, las expectativas prosiguieron, hubo mucha actividad formativa dentro de las aéreas productivas, así como en el entorno social, donde las escuelas de chocolatería hicieron con agrado una necesaria labor. Sin embargo, la cifra cosechada total podría estar nuevamente en unas 18 mil toneladas, pero lo mejor es esperar por informaciones oficiales (siempre escasas).
A veinte años, las expectativas siguen siendo halagüeñas, algunas gobernaciones han asumido el papel de intermediadores, pero los efectos sobre el ingreso en los productores son por los momentos desconocidos, aunque se estiman mejores, habida cuenta que el precio del caco en el mercado internacional está sobre los 8 dólares, y hubo un momento estelar de 15 dólares por kilogramo. Al subir los costos de producción, los costos de la vida familiar de los productores y al mantener bajos rendimientos, el estímulo pudiera haber descendido, sin embargo, lo que se muestra en redes sociales es que allí hay una mina de oro todavía esperando por mejores políticas.
El futuro se mira con las mismas necesidades iniciales, es menester subir la productividad y ampliar el área sembrada. Lo más descollante que ya ocurre y se expandirá es la participación de la mujer en toda la cadena, quedando solo el reto de que nuestras mujeres participen con artesanías del cacao en el mercado internacional, con la marca Cacao Venezuela.
Lo que se recoge de las redes inteligentes sobre la mujer y el cacao "...es fundamental en la industria del cacao, liderando desde el cultivo y la cosecha hasta la producción artesanal de chocolate, impulsa la economía familiar... preservan la tradición y promueven la calidad bean to bar. Trabajan en asociaciones para fortalecer sus comunidades convirtiendo el cacao en un motor de desarrollo social y orgullo nacional". Eso resume lo que puede ser una reorientación y profundización de las políticas integrales en la cadena socio productiva del cacao.
Precisamente ayer (29.12. 2025) en El Limón, un grupo de 15 mujeres tuvieron una actividad formativa sobre elaboración de pasta de cacao, productos derivados como chocolates y licores. De allí nace una relación entre productores y el entorno próximo muy relevante. Se trabaja comprando cacao a 9 dólares por kg, y ese precio es más remunerativo para la cadena del cacao aguas abajo. Estuve coleado como observador y cierre la tarde libando una grata bebida a base de cacao con un tenor alcohólico sutil, era como para tomarse un río...
Tenemos 5 años adicionales hasta el 2030 para que el Estado marque nuevamente las pautas del 2004 ajustada a los nuevos tiempos.
En el mercado mundial abunda la demanda, solo falta que lo adversarios de siempre lo incluyan en la guerra económica... el cacao venezolano llegaría a los 20 dólares por Kilogramo.
