El Gobierno de Donald Trump ha llevado la política exterior estadounidense a un nuevo y peligroso extremo, abandonando cualquier pretensión diplomática para abrazar abiertamente el saqueo como estrategia de Estado. La reciente incautación de un buque petrolero venezolano en aguas del Caribe ha expuesto la cruda realidad de una administración que viola el derecho internacional sin tapujos.
El propio presidente Trump, lejos de justificar la acción bajo el manto de sanciones o legalidad internacional, se jactó del "botín" obtenido, adoptando la retórica de un pirata del Caribe que opera con la bandera de los Estados Unidos, y con total descaro respondió "Bueno, nos lo quedamos, supongo", al ser preguntado por los periodistas sobre el destino del crudo. Al mismo tiempo, se negó a divulgar a qué puerto será llevado el petrolero. "Eres un buen periodista", dijo Trump al corresponsal que le preguntó al respecto. "Simplemente, sigue al petrolero. Consigue un helicóptero y sigue al petrolero", contestó. El mandatario agregó que el barco fue incautado por "una muy buena razón".
El saqueo como política exterior
La política exterior estadounidense ha sido objeto de análisis tras el asalto y secuestro de un buque petrolero venezolano. Esta acción se enmarca en las sanciones impuestas por Estados Unidos a Venezuela, destinadas a presionar al gobierno de Nicolás Maduro.
Expertos en derecho internacional han expresado diversas opiniones sobre la legalidad de tales acciones en aguas internacionales. Las sanciones y medidas de insólitas como el asedio, cerco, ejecución de marineros en alta mar, prohibición de vuelos y secuestro de barcos, han generado tensiones diplomáticas y económicas en la región, afectando las relaciones entre Estados Unidos y varios países latinoamericanos.
El enfoque de la administración Trump en la política exterior hacia Venezuela se ha caracterizado por una estrategia de injerencia, acoso y violación de leyes internacionales, aprovechándose de su poderío, buscando un cambio político en el país sudamericano a través de medidas que se salen de la lógica y de la diplomacia. Esta política ha sido criticada por algunos por su impacto humanitario y su potencial para desestabilizar toda la región, que trae a la palestra la intención de dominio y control sobre Latinoamérica.