Cada vez que el terrorismo del antichavismo ha estado en fase de extinción aparece la fiscal Luisa Ortega Díaz para leer declaraciones políticas que funcionan como combustible para los violentos.
Cuando los actos terroristas opositores están en su fulgor, la Fiscal calla por completo. En esos momentos no responde ningún emplazamiento de los tantos que se le hacen. Ella aparece cuando la normalidad está a punto de reordenarse. Como si esa fuera su misión: echarle gasolina al desánimo de los terroristas.
La Fiscal actúa como una agente política del antichavismo cuya agenda es siempre adelantada por los mismísimos Henry Ramos Allup, Freddy Guevara, Henrique Capriles, Julio Borges y demás supuestos líderes. Desde hace rato la Fiscal no cita ningún artículo de la Constitución Nacional ni de ninguna ley: hace juicios por apreciación. Increíble su degeneración profesional. Se ha descubierto al servicio de intereses foráneos.
Como hábilmente le contestó el ministro Aristóbulo Istúriz: ¿Es que ella no es parte del Estado? Eso a propósito de sus declaraciones a un periódicos de Estados Unidos justificando los actos terroristas en las calles del este de Caracas porque supuestamente los cuerpos policiales provocaban empleando gases lacrimógenos.
En teoría, la institución que ella representa es parte del Estado y debería contribuir a preservarlo. Cabía esperarse que recibiera de modo institucional no solo el llamado a elecciones regionales en diciembre (el requisito principal de quienes andan en las calles asesinando e incendiando a personas). Nada dijo.
Y sobre la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente la juzgó sin tener elementos de juicio. Adelantó posición contra este proceso en perfecta sincronía con los portavoces de Washington y sus cipayos venezolanos.
La Fiscal Díaz está quedando reseñada por la historia como responsable directa de la impunidad y del dolor de muchos familiares de las víctimas y se ha convertido en una amenaza para la paz, pero será derrotada por la acérrima vocación pacifista del pueblo venezolano.
