Rastros del tiempo (CXXIII)

Mes de noviembre: Origen, historia, influencias cósmicas y espirituales

​El mes de noviembre, lejos de ser un elemental marcador en el calendario, es un profundo crisol de etimología, historia antigua, y poderosas influencias cósmicas y espirituales, que lo han moldeado como un tiempo de transición, introspección y memoria. Su origen se remonta a la raíz misma de la organización del tiempo: el calendario romano, mientras que sus características astrológicas lo sitúan en un punto de intensa transformación dentro del ciclo cósmico.

La clave para entender noviembre, reside en su nombre. La etimología del mes proviene del latín "novem", que significa nueve. Esta denominación revela su lugar en el calendario romano primitivo, atribuido tradicionalmente a Rómulo, el fundador de Roma, alrededor del siglo VIII a.C. En aquel sistema, el año constaba de solo diez meses, comenzando en marzo (Martius). Por lo tanto, el mes de noviembre era, efectivamente, el noveno mes. Los "creadores" de esta denominación son los antiguos romanos, quienes estructuraron su tiempo basándose en ciclos naturales y militares.

La inconsistencia de su nombre con su posición actual (el undécimo mes) se explica con la reforma del calendario, hecha alrededor del año 713 a.C., cuando el rey Numa Pompilio añadió los meses de Ianuarius (enero) y Februarius (febrero) al inicio del año, desplazando a November a la undécima posición, aunque conservó su nombre original por tradición, un fenómeno que también se observa en los meses de septiembre, octubre y diciembre. Posteriormente, el calendario fue reformado, por Julio César en el 46 a.C., dando lugar al Calendario Juliano, base de nuestro calendario actual, que mantuvo la posición de noviembre.

Noviembre se sitúa en un umbral significativo en el tiempo cósmico y espiritual, que abarca el final del otoño en el hemisferio norte y la preparación para el solsticio de invierno. A nivel cósmico, noviembre es un mes de cierre y regeneración. En muchas culturas ancestrales, coincide con el tiempo del fin de la cosecha, el almacenamiento y la entrada a la oscuridad invernal. Espiritualmente, esta época se asocia con el recuerdo de los ancestros y la conexión con el mundo de los difuntos. Festividades como el Día de Muertos o el Día de Todos los Santos (1 y 2 de noviembre) en la tradición católica, marcan esta transición, donde el velo entre los mundos se percibe más tenue. Simboliza la muerte necesaria para la vida nueva, que brotará en primavera, un ciclo ineludible de la naturaleza.

Noviembre está regido por la influencia combinada de dos signos zodiacales que reflejan perfectamente este carácter de transformación: Escorpio, que rige desde el 23 de octubre hasta el 21 de noviembre. Este signo de agua, gobernado por Plutón (dios del inframundo y la transformación), se asocia con la muerte, la regeneración, el misterio, la intensidad emocional y el poder oculto. Su influencia en la primera mitad del mes, intensifica la introspección y la purificación, coincidiendo con las celebraciones de los difuntos.

Sagitario que rige desde el 22 de noviembre hasta el 21 de diciembre. Este signo de fuego, gobernado por Júpiter (dios de la expansión, la sabiduría y la filosofía), marca la transición hacia la búsqueda de conocimiento, la aventura y la visión de futuro. Su aparición al final del mes simboliza el resurgimiento del espíritu y la esperanza, después de la purga escorpiana, proyectando la luz en la oscuridad invernal. La importancia de estos signos, reside en que marcan el paso de la máxima oscuridad y transformación (Escorpio) a la fe y la preparación para el regreso de la luz (Sagitario), enfatizando el papel de noviembre como el mes del tránsito profundo. Así lo expresa el sentido astrológico.

El mes de noviembre ha sido un escenario recurrente de eventos trascendentales que han marcado la historia, caracterizados por la confrontación, la revolución o el cambio político drástico, resonando con el espíritu transformador de sus regencias astrológicas, esto lo señalan los hechos históricos y políticos, como La Revolución Rusa (1917), que también se recuerda como la Revolución de Octubre, por el calendario juliano, pero el asalto al Palacio de Invierno y la toma del poder por los bolcheviques, ocurrió en noviembre según el calendario gregoriano. Este evento transformó radicalmente la geopolítica del siglo XX; El 11 de noviembre de 1918, se firmó el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, un evento de muerte y regeneración a escala global; El 9 de noviembre de 1989, se da la apertura de las fronteras entre la República Democrática Alemana y la República Federal Alemana, simbolizando el fin de una era y el comienzo de una nueva Europa, un cambio geopolítico colosal; también se presenta La Revolución Mexicana (1910), el 20 de noviembre se conmemora el inicio de este conflicto social y político que redefinió la estructura de la nación mexicana y el 5 de noviembre de 1815, José María Morelos y Pavón, héroe fundamental de la Independencia de México, es capturado en Temalaca, Puebla, por las tropas realistas, al mando del coronel Manuel de la Concha. Tras su captura, fue juzgado por la Inquisición y fusilado el 22 de diciembre de 1815 en San Cristóbal Ecatepec.

En resumen, la etimología del mes de noviembre nos remonta a la Roma arcaica. Su ubicación en el ciclo anual lo convierte en el mes de la Gran Transición, donde la muerte ancestral (Escorpio) da paso a la expansión de la fe y la luz interior (Sagitario). Históricamente, ha sido el mes donde las grandes estructuras se han derrumbado, para dar paso a un nuevo orden. Noviembre, en esencia, es la silenciosa y poderosa puerta del invierno, en el hemisferio norte, un tiempo para honrar el pasado y preparar el espíritu para el futuro.



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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