Antonio Nicolás Briceño: El incomprendido de la guerra a muerte

Conocí a Antonio Nicolás Briceño cuando pasó por mi Pueblo Redimido, hoy San Antonio del Táchira, lo vi unos días antes en Cúcuta, en esa llegada intempestiva, cargando una bandera de la guerra a muerte, posiblemente diseñada por un sacerdote trujillano que fue su amigo, y que creía que como iban los asuntos de la pérdida de la primera república, lo mejor era plantear la guerra de manera que respondiera a solventar el terror impuesto por Domingo Monteverde y sus secuaces. En ese contexto, había definido el personaje que trabajaría arduamente para lograr una novela que en cierta forma había tenido una vida tan trágica como el personaje.

Estando partiendo en el cafetín del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), en Sartenejas, me topé con una investigadora en historia, y atrevido como puede ser un agrónomo interesado en la historia, le resumí mi propósito. Ah, una novela sobre el incomprendido, me dijo ella, y de allí nació el nombre de la novela " El incomprendido de la guerra a muerte ", que en ese momento era una ambición más que un texto. Venían unas vacaciones y aproveché visitar la ciudad de Trujillo, me fui solo, en mi carro, con libros que ya había impreso y con artículos digitalizados en mi computadora personal. Mi destino fue la casa de la "Guerra a muerte" donde Bolívar se alojó y después de estar informado de la suerte que se conoció sobre la condena a Antonio Nicolás Briceño, en Barinas, dictó el Decreto de la Guerra a Muerte como se conoce ese texto histórico que posiblemente haya sido el principal elemento de disuasión para ganar la guerra contra la opresión española. Luego me volví un visitante consecuente con mi trabajo literario a Trujillo ya Mendoza.

Bolívar había contenido las ínfulas de Antonio Nicolás, que había planteado antes esa necesidad y estaba aplicando una rudeza sin soporte que evidenciara que no era barbarismo, sino otra forma de manifestar un estado de conciencia sobre la independencia y la libertad. Los entuertos en Cúcuta con el segundo al mando de las tropas, obligaron al ahora general de brigada Simón Bolívar, a acelerar la partida de Briceño hacia San Cristóbal, después de varias reuniones, unas de tipo familiar y otras de planos de guerra. Todo esto se cuenta en la novela.

Regreso a Trujillo, allí me reuní con la presidenta de la Sociedad de Historia del estado Trujillo, familia lejana del prócer Briceño, una mujer muy calibrada en materia de historia a quien recuerdo cuando me dijo: "Los historiadores no vemos obstáculo a que otros escritores incursionen en los temas históricos. Mi recomendación es la misma para todos, ceñirse a lo evidentemente histórico y adornarse con lo que pueden imaginarse sin afectar la línea de la historia, incluidas las repercusiones sobre el futuro". Al buen entender pocas palabras; di un paseo con ella por la biblioteca, me presentó las personas que me podían ayudar, me recomendó revisar los juicios de infidencia, y me mostró los oleos, uno a uno, que adornan esos pasillos coloniales. De allí, la motivación fue mayor y la construcción de la novela siguió su curso.

En otra conversación clave, me reuní con el filósofo Gregorio Valera-Villegas, quien me abordó desde sus percepciones de la memoria y el olvido, tema que me resultó muy importante para conseguir los narradores de esa historia, uno llamado Olvido , anti parabólico, siempre con ganas de desaparecer retazos de la historia, todo le parece insignificante; y Recuerdo que alecciona sobre el sentido de la historia que se cuenta en forma novelada. De esta forma pude hacer una biografía de punta a punta en la corta vida de Antonio Nicolás Briceño, engendrado al calor de las sábanas en Mendoza Fría, bajo el murmullo del Rio Momboy, un poco antes que su padre Antonio Nicolás Briceño "El abogado" saliera a frenar el avance de la rebelión de los comuneros, portando en su avance un patíbulo portátil para cobrar la afrenta. En la novela todo se narra hasta su captura, juicio, condena, desmembramiento del cadáver, y lo ulterior a su trágica muerte.

El sufrimiento de Antonio Nicolás desde su nacimiento hasta su muerte, está allí. Lo trascendente es la evidencia de que Trujillo estaba moralmente preparado para enfrentar la ignominia de los españoles, que una juventud que incluía mujeres se incorporaban a la guerra de independencia, que Bolívar termina saldando sus diferencias en algunas misivas donde consideraba. la muerte de Antonio Nicolás, como barbarie, y también se hace un esfuerzo por quitarle al "Al Diablo Briceño" es mote que los españoles usaban para denotar su crueldad, cuando su origen era religioso. En esa vida todo tiene su tiempo, y sin lugar a dudas de haber estado en la Nueva Granada, como parte de las tertulias literarias que originalmente creó Antonio Nariño y que escondían el propósito libertario, fue parte de su formación como abogado y luego como militar.

Siempre pensaré que Antonio Nicolás Briceño fue un valioso héroe construido en momentos muy difíciles de una patria naciente. Entre muchas deudas, pareciera que no han regresado el retrato que debe estar en una galería con otros próceres, y levantar sanción, es decir criticar con agudeza, al escrito de Mario Briceño Iragorry, su familiar, en el que se dan los peores epítetos a este gran luchador.

"Antonio Nicolás sigue vivo, o al menos ha renacido. Ahora es un sentimiento, un motivo, un ejemplo, una gloria, un sacrificio temprano que le negó la posibilidad de conocer a su segunda hija, la Isabel que dejó en el vientre de su amada Lola. Y no para menos esas balas truncaron sus sueños hidalgos: vivir bajo leyes republicanas, tener una familia amplia, estar al lado de María Dolores una eternidad, en una hacienda bañada por las aguas del río Momboy, oliendo los aromas del campo, viendo crecer una prole amplia, todo, todo eso, pero siempre en la libertad merecida de la patria, lejos de todo dominio imperial".

Un diálogo final reclamante entre Recuerdo y Olvido:

— ¿ Dónde está ese cuerpo mutilado, sin manos, sin cabeza y sin la bandera de la Guerra a Muerte ?

—¡En el olvido! ¡Hermano, en tu tocayo olvido!



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1199 veces.



Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

Visite el perfil de Miguel Mora Alviárez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas