José Gregorio y lo difícil de ser Santo en Venezuela

El 26 de octubre de 1864, fue un miércoles e Isnotú, una aldea de pocos habitantes distante a unos 50 Km de la capital del estado Trujillo, amaneció con una frescura ambiental andina, regalo de esos 900 metros de altura sobre el nivel del mar y de cara al Lago de Maracaibo. Doña Josefa Cisneros presagiaba que ese sería el día para dar a luz, una criatura, cuyo sexo en esa época solo se suponía si daba muchas patadas a la barriga de la embarazada, pero ni patadas ni agrieras, venía una criatura muy tranquila, y así fue. Nació José Gregorio Hernández Cisneros, un varón que desde niño fue tranquilo, pero curioso por temas de la vida. Estudioso y de buenos hábitos para escuchar los dogmas de la fe Cristiana, no tardó, como suele suceder, en partir a buscar donde estudiar, siempre con las ganas incumplidas de hacerse sacerdote. 36 años después, estando en Caracas se entera que su pueblo natal, muy próximo a su cumpleaños, estalló en una violencia política que dejó 300 muertos o más. Y los amigos y familiares que no participaron en la refriega en defensa o contra el gobierno de Andrade, participaron enterrando algunos muertos del pueblo y quemando en fogatas aquellos de los enemigos del gobierno., o amigos del gobierno de otras localidades de lo que hoy es el estado Trujillo. Los ganadores de la batalla se llevaron la sorpresa que yendo a informar a Andrade, este había sido depuesto por Cipriano Castro. Nadie puede imaginarse cuántos padre nuestros, avemarías y persignaciones ocurrieron en la habitación de José Gregorio en Caracas. Ya era médico y no pudo sanar una herida.

El prestigio de José Gregorio como hombre de bien y preocupado por la salud de todos, pero esmerado en atender a los más débiles de la economía de la época, hizo muchas veces dudar a Cipriano Castro y a Juan Vicente Gómez de sus intenciones, porque acercarse mucho al Pueblo era una sensible muestra de buscar adeptos a cualquier alzamiento. Pero, no fue así. En ese período incierto y poco documentado de la vida de los seres de bien, donde muchas cosas no dejan evidencia, llegó el fatídico 29 de Junio de 1919, cuando contaba con 54 años de edad, una edad que rebasaba la esperanza de vida de la época. Bustamante, un mecánico de los autos del gobierno, muy cotizado para dar mantenimiento a los 900 autos que ya en esa época circulaban por la ciudad de Caracas, estaba probando uno asignado a las tareas de gobierno de Juan Vicente Gómez, una confusión o un traspiés colocó al José Gregorio ante una máquina que venía a una temible velocidad de 30 Km por hora, o tal vez algo mayor para sacar de la vida al médico más famoso de Caracas. Con su muerte también se fue un profesor y científico. El velatorio llevó a toda Caracas a verle en un ataúd vestido impecable y con una corbata que todavía no le hemos quitado. Esa imagen de un hombre santo con corbata comenzó casi de inmediato y se propagó como un incendio espiritual. No por eso, quienes vieron el fervor de la gente, imaginaron que ni Gómez tenía tantos seguidores como este médico. Y los políticos, sin decirlo, sentían que ese espacio para un civil llegaría en cualquier momento. Pues pasó Gómez, López Contreras, Medina Angarita, Betancourt y Pérez Jiménez para que el fervor se hiciera petición de Santidad.

Todos esos presidentes hubieran querido ser quienes recibieran la noticia desde el Vaticano que en aquella época tardaba en llegar unos tres meses. En 1949, ante tanta adoración de fotografías, lienzos y estatuas del hombre que el pueblo consideraba Santo, se inició el proceso y mucho tiempo después, en 1986 fue declarado Venerable, por Juan Pablo II que es igual que permitir a la feligresía tener algo de recelo con las figuras adoradas por cuanto no pueden ser todavía parte de los cultos en las iglesias, así se nombre al candidato tangencialmente. A la curia no le agradaba la corbata, pero nunca pudieron quitársela. Esa decisión fue muy bien recibida. Luego otros gobiernos de la conocida Cuarta República, que hubieran querido que se declarará santo en ese periodo, pero resulta que quienes se encargan de eso en el Vaticano tenían por delante miles de santos europeos y muy pocos de otros continentes, algo de segregación continental del catolicismo. Se cerró el ciclo de los gobiernos de la Cuarta República, los tiempos de Chávez, que se fue sin ver el milagro político de la revolución y el milagro de su sanación. Es en 2021, cuando se declara Beato, segunda etapa de un proceso que lleva la Congregación de la Causa de los Santos. Tiempos de pandemia donde José Gregorio fue invocado por mucha gente.

A decir de todos a quienes conozco como católicos, la fe y la esperanza que trasmite José Gregorio es sin igual. Es mucho más fácil conseguir un presidente para algún país Latinoamericano que un Santo; en Italia es diferente En muy poco tiempo un joven "influencer" que falleció en 1991, está a punto de beatificación y su cuerpo protegido de la descomposición descansa a la vista de todos con ropa deportiva (Trataron de vestirlo con flux, corbata y zapatos de piel y hubo un rechazo de sus seguidores).

En una circunstancia tan particular, como la de nuestro país, el presidente Maduro adelantó una jugada y señaló que fuentes confiables le habían informado que el Papa Francisco firmó la beatificación. Acto seguido la camarilla de obispos y el arzobispo venezolano se fueron al Vaticano a constatar y desmentir al Presidente. Leí y escuché sus declaraciones, en una trama entre un tal Parolini, ex Nuncio en Caracas y otros han logrado hacer lenta la maquinaria de la decisión, que podría hacer el milagro de reelegir a Maduro. Ellos se anotan a que el milagro se haga con un cambio de gobierno y ese honor se le otorgue a un advenedizo en la política, aunque posiblemente aliado del Opus Dei.

Total, nuestra alma virtuosa que en vida fue el Médico de los Pobres continuará esperando en la puerta del cielo, para que le abran paso. Asi, con esas trabas es preferible ser político. Es muy difícil ser Santo en Venezuela.

¿Que fue de la vida de Bustamante?



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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