La creación del territorio de Venezuela

En el año 1500, Juan de la Cosa traza el mapa de las costas venezolanas que han sido descubiertas y recorridas en los tal vez cuatro años anteriores por el almirante Cristóbal Colón y sus seguidores. Esta carta constituye el fundamento de la cartografía americana, que desde entonces toma auge inusitado. Poco antes, el propio Descubridor pintó "una figura" que envío a España con la narración de su tercer viaje (1498). A medida que aumentan las exploraciones por islas y costas del Caribe, disminuyen las imperfecciones de la cartografía, se estabiliza la toponimia y se clarifica la imagen de la América del Sur y de todo el continente por su ladera este en primer lugar, como es obvio. En algunas cartas se irán asentando, además, las designaciones de una geografía mítica, una primera geografía de lo real maravilloso. En la costa venezolana, dos lugares señalan desde el principio ese exceso de imaginación en busca de asidero que embriaga a los geógrafos descubridores y, en general, a los Viajeros de Indias, como se llamará a los primeros vecinos. Esos dos lugares son el Paraíso terrenal (Paria) y la isla de los Gigantes (Curazao). La geografía se hace con la historia y se matiza con la leyenda.

En la historia de los descubrimientos, la costa venezolana, "desde el cabo de la Vela hasta la desembocadura del río Esequibo", desempeña un papel de primera importancia. Se convierte es extensa costa en punto de partida paras las diversas correrías hacia el Sur, bajando por las costas guayanesas y pasando por frente a las bocas del Orinoco, tierra deltaica, para ir hasta las del Amazonas, recorriendo así el circuito de la gran isla de Guayana, ese escabroso y difícil territorio, de penetración casi imposible, apenas vencido; y seguir desde allí hasta la vuelta más allá del cabo de San Agustín, otro punto de apoyo paras las navegaciones descubridoras. Hacia el Norte, la costa de Paria sirve para unir toda la que se extiende hasta el Golfo de México y unos cuantos grados más arriba; porque en ese circuito es donde se moverán los descubridores durante las dos primeras décadas del siglo XVI. El "cabo de la Vela", límite occidental de la provincia de Venezuela, conforma un accidente estratégico en las navegaciones descubridoras y en el poblamiento de las provincias.

La historia del "Paraíso", situado en el territorio interior de la costa oriental venezolana, empieza en el preciso momento en que las tres carabelas colombinas andareguean en el golfo de Paria. Todos esos nombres se han ido colocando por allí, sin hacer demasiadas conjeturas, aunque después haya sido necesario esclarecer sus orígenes. El nombre de Paria, como ejemplo más importante, se aplicó a varias zonas, entre ellas a la costa mexicana, donde se han encontrado varios términos parecidos en el idioma huaxteca; habría que determinar si la palabra "Lariab", usada en la edición latina de los viajes de Vespucio, que se tradujo por Paria en español, es una deformación, o se trata de un truco vespuciano para hacer coincidir su descripción con la tierra bautizada por Colón con ese nombre (Paria) que habría de perdurar. Esta primera noción geográfica de la tierra venezolana desempeñará el más trascendente papel en los orígenes de su historia. De simple trozo costeño se convertirá en una apreciable área que servirá de escenario a las aventuras humanas por las cuales el hombre civilizado dio fundamento a una nueva proeza histórica. Una primera identificación de Paria, tal como la entienden Colón y los descubridores siguientes, no solamente los jefes de expedición, sino los simples marinos que intervienen en los viajes y harán luego profusas declaraciones en los pleitos de don Diego Colón, el hijo del primer almirante, con el fiscal del Consejo, puede ser la siguiente: en un primer momento, solamente la costa desde el primer caño del río Orinoco, al Este, llamado de Mánamo, hasta la punta de la península de Paria actual; en un segundo momento se prolongaría a todas la costa del norte de ambas penínsulas cumanesas —Paria y Araya— y aún un poco más allá hasta darle la vuelta al golfo de Cariaco, pues la denominada Curiana cumanesa empieza en un punto indeterminado del extremo occidental del golfo. Decimos que se trata de una primera identificación, porque en cuanto llegan las expediciones de penetración —Ortal y Sedeño especialmente— el escenario aumenta de modo considerable, abarcando las márgenes del río Unare.

Después de describir las diversas costas, aguas, corrientes y bocas situadas entre la isla de Trinidad y la costa oriental de Cumaná, y de establecer algunas teorías cosmográficas, el primer almirante señala pruebas que le permiten sospechar la presencia del "Paraíso terrenal", que va a ubicar de inmediato. Todo este proceso del primer episodio de lo real maravilloso en la literatura americana se encuentra en su carta a los reyes, escrita desde la isla de Santo Domingo inmediatamente después de su tercer viaje. El proceso sicológico, la formación del mito en el ánimo del almirante, se produce entre el 1 y el 13 de agosto de 1498, cuando viaja por el golfo que abandonará al atravesar la Boca del Drago (otro nombre de la geografía fantástica) entre Paria y Trinidad, El día 1 "vido al Sur la tierra firme"; el 3 "vido y descubrió a Paria"; lunes 13, "en saliendo la luna", llega al cabo de la Playa, "que es el de Paria"; "así que salió, lunes a 13 de agosto, del dicho golfo y de la Boca del Drago peligrosa", Ya había escrito en el Diario del primer viaje, a 21 de febrero de 1493, cuando está cerca de las Azores, estas palabras: "Bien dijeron los sacros teólogos que el Paraíso terrenal está al fin del Oriente, porque es lugar tempranísimo." Ahora, en su famosa carta del tercer viaje, no tiene dudas sobre dónde está el Paraíso terrenal: en Paria, en la tierra firme venezolana, en la parte que llamó "Tierra de Gracia". Los párrafos de ese documento, teología, mitología e intuición de realidades, forman parte de la historia del pueblo venezolano, por lo que conviene citarlos. Tal vez sean, con toda la carta, el antecedente de la literatura de este tiempo en América Latina:

"Yo no hallo ni jamás he hallado escriptura de latinos ni de griegos que certificadamente diga el sitio en este mundo del Paraíso terrenal, ni visto en ningún mapamundo, salvo, situado con autoridad de argumento. Algunos le ponían allí donde son las fuentes del Nilo en Etiopía; más otros anduvieron todas esas tierras y no hallaron conformidad dello en la temperancia del cielo, en la altura hacia el cielo, porque se pudiese comprehender que él era allí, ni que las aguas del diluvio hobiesen llegado allí, las cuales subieron encima. Algunos gentiles quisieron decir por argumentos, que él era en las islas Fortunatas, que son las Canarias.

"San Isidro y Beda y Strabo, y el maestro de la historia escolástica y San Ambrosio y Scoto, y todos los santos teólogos conciertan quel Paraíso terrenal es en el Oriente.

"Ya dije lo que yo hallaba desde hemisferio y de la hechura, y creo que si yo pasara por debajo de la línea equinoccial que en llegando allí en esto más alto que fallara muy mayor temperancia, y diversidad en las estrellas y en las aguas; no porque yo crea que allí donde es el altura del extremo sea navegable ni agua, ni que se pueda subir allá, porque creo que allí es el Paraíso terrenal adonde no puede llegar nadie, salvo por voluntad divina; y creo que esta tierra que agora mandaron descubrir Vuestras Altezas sea grandísima y haya otras muchas en el Austro de que jamás se hobo noticia.

"Yo no tomo quel Paraíso terrenal sea en forma de montaña áspera como el escribir dello nos muestra, salvo quel sea en el colmo allí donde dije la figura del pezón de la pera, y que poco a poco andando hacia allí desde muy lejos se va subiendo a él; y creo que nadie no podría llegar al colmo como yo dije, y creo que pueda salir de allí esa agua, bien que sea lejos y vengas a parar allí donde yo vengo, y faga este lago. Grandes indicios son estos del Paraíso terrenal, porquel sitio es conforme a la opinión de estos e sanos teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuere así adentro e vecina con la salada; y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia, y así de allá del Paraíso no sale, parece aun mayor maravilla, porque no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo."

El Padre Las Casas, al transcribir el documento, puso una apostilla en este punto: "Dice verdad." La verdad es que Colón estaba en el golfo de Paria, frente a la desembocadura del Orinoco, el río del país petrolero de América, paraíso terrenal para muchas gentes, infierno para otras más, tierra con historia, con leyendas, con riquezas y pobrezas, con héroes y pueblo llano.

Se tuvo por fecha cierta aquel 13 de agosto de 1498 como la primera vez que se pisó tierra firme por los descubridores. Por primera vez se recorrió la costa la costa venezolana y quedaba descubierto el continente sur. El sitio tocado habría sido la ensenada de Güiria, o la de Macuro, al sur de Paria, donde tomó posesión Pedro de Terreros, ya que Colón no pudo bajar a tierra. Pero el historiador español Juan Manzano Manzano ha demostrado que un primer descubrimiento de Paria fue hecho también por Cristóbal Colón en 1494, "entre mediados de noviembre y el 24 febrero de 1495". Esta visita se mantuvo ocultas, porque en ella quedó descubierta la riqueza perlera de la zona, centrada en la isla de Cubagua: Y allí, al norte de Paria, sí había un paraíso, el de las perlas, que el astuto almirante prefería guardar en secreto.

El nacimiento del río Orinoco, padre de este "paraíso terrenal", no se descubrirá sino en 1951. El territorio venezolano había sido creado lentamente.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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