30 de abril de 2025.-Al final de su vida, el Papa Francisco realizó un último gesto simbólico: vació su cuenta bancaria personal para donar 200.000 euros a los presos a quienes había defendido durante tanto tiempo, informó El Reportero Nacional Católico.
Fue un último acto de amor hacia quienes había llamado sus "hermanos y hermanas tras las rejas", un acto que, según el obispo Benoni Ambarus, obispo auxiliar de Roma y director de la Oficina de Pastoral Penitenciaria, captura la esencia misma del pontificado de Francisco.
Ambarus ha sido testigo directo del compromiso del Papa con los encarcelados. Incluso con sus fuerzas visiblemente menguadas, Francisco se negó a abandonar a los miembros más olvidados de la sociedad durante la Semana Santa.
"Hace unos días, el Santo Padre arrastró su cuerpo hasta el Regina Coeli", declaró Ambarus en una entrevista con el diario italiano La Repubblica el 23 de abril, refiriéndose a la última visita del Papa a la histórica prisión romana el Jueves Santo, 17 de abril.
El vínculo de Francisco con la población carcelaria fue un rasgo central de su ministerio. Desde el inicio de su papado, acaparó titulares lavando los pies a los reclusos el Jueves Santo y pidiendo mayor compasión en los sistemas judiciales. Sin embargo, Ambarus afirmó que los sinceros llamamientos del Papa a favor de los presos a menudo caían en oídos sordos. Las instituciones, afirmó, "no hicieron nada para dar ni siquiera una pequeña señal" en respuesta al llamado a la acción de Francisco.
En sus últimos meses, Francisco presionó aún más para que se realizaran gestos simbólicos y concretos que llevaran esperanza a los encarcelados. Uno de los logros más significativos fue la apertura de la Puerta Santa en la prisión de Rebibbia, un privilegio excepcional anteriormente reservado a la Basílica de San Pedro del Vaticano. La idea, surgida de los propios reclusos, fue acogida con entusiasmo por Francisco como una poderosa manera de "reavivar la luz" dentro de los muros de la prisión.
