Talón de Aquiles de Chávez: Elección de Delegados y Gestión

Uno de los mejores discursos que ha dado Chávez para orientar el trabajo de los que están en funciones de gobierno, fue el que ofreció el 12 de noviembre de 2004 en el Fuerte Tiuina, unos días después de la contundente victoria en las elecciones regionales. En esa oportunidad, Chávez manifestó la necesidad de enfrentar la pobreza y las amenazas que tiene el proceso revolucionario. Refiriéndose a la contundencia de la victoria dijo estas palabras:

“¡Ganamos! Es cierto, pero yo no felicito a nadie por que ganamos, no. El pueblo, una parte del pueblo, nos ha elegido pero no hemos ganado. Yo diré ganamos cuando esta revolución triunfe de verdad, ahí si lo felicitaría”

(…) La nueva batalla profunda está comenzando, el enemigo está intacto, ocupando sus posiciones, más allá de las gobernaciones, más allá de las alcaldías, más allá de lo visible, más allá de lo nacional”

Mas adelante daba la siguiente línea:

[Un funcionario] “debe estar pendiente de eso: El drama social de la miseria, ahí en su ámbito territorial (…) sin descanso, todos los días y todas las noches. Para eso llegamos aquí nosotros. Que no se olvide por el amor a Dios de por qué estamos aquí y para qué estamos aquí (….) No puede haber mapas fragmentados”. Esta ha sido una angustia permanente en los discursos de Chávez y no ha sido casual que en los programa “Alo Presidente”, el Comandante se haya referido al famoso triángulo del poder.

A pesar de esta preocupación y línea de trabajo sugerida por Chávez. La eficiencia y el combate a la pobreza no parece ser una línea de acción de los gobiernos Municipales. Vemos administraciones Municipales que nada tienen que envidiarle a una de la IV República y se manejan con prácticas que buscan profundizar los niveles de pobreza de los ciudadanos, porque la pobreza es un concepto que tienen su expresión también en la manera comos se aprovecha y utiliza las necesidades de la persona para manipularlas. La pobreza no es sólo una condición de imposibilidad de acceder a una cesta alimentaria; es también la imposibilidad de asumir conscientemente una determinada posición. Manipular la consciencia de las personas aprovechándose de su vulnerabilidad, sugiere un nivel de pobreza de una persona que por situación se deja presionar y registra también el nivel de miseria de los que utilizan esa práctica para imponer decisiones. Es un arma de doble filo, que hoy puede servirle a un “miserable revolucionario” (¿?) para ganar con elección de una circunscripción, pero mañana le puede facilitar a la oligarquía una vía para agotar este proceso de cambio y transformación.

Comprar una consciencia o un voto es un hecho miserable y no conduce a un fortalecimiento de la persona. El que vende se hace ideológicamente débil y el que compra, convierte eso es su instrumento de hacer política. Esa práctica no elimina el caso del comprador que también puede ponerse en venta, porque eso ha sido la manera como asumió su manera de hacer política.

En Sotillo Puerto la Cruz, el comentario está generalizado sobre las prácticas de compra de consciencia para imponer resultados en la elección de los delegados y delegados al congreso Fundacional. El emblemático “mandarriazo” que el Alcalde aplicó a un “icono” de la IV para comunicar el sentido de una política, parece que efectivamente se ha transformado en una especie de “maletinazo” para torcer la dirección y la moral de la criatura que esta naciendo.

En el Puerto la Cruz esta práctica de comprar conciencia y votos fue muy clara y evidente y ahí ese pone de manifiesto lo que el presidente intentó advertir, cuando en una asamblea nacional con promotores, pidió que este árbol no NACIERA TORCIDO. Para comprar conciencia y manipular hay que tener recursos que salen de los presupuestos públicos y desde ahí, comienza a formarse el círculo vicioso que atrapa a los Alcaldes en una conducta, cuya sentido y pertinencia está en función del dinero público que invierte en esa práctica para imponer su decisión...

Estas prácticas y estos esquemas de conducir las gestiones y los acontecimientos políticos son indiscutiblemente una especie de “talón de Aquiles” que puede estar socavando el perfil y sentido de esta revolución. Este tipo de comportamiento y manejo de la actividad política hace más difícil elevar el nivel de consciencia y participación activa del pueblo venezolano, porque crean desanimo, apatía, desencanto y alimentan una visión según la cual; la participación es un acto mercantil, que alguien coloca en venta. Es promover la desmoralización del pueblo venezolano y debemos estar claro de las consecuencias de un proceso de esta magnitud y sentido. Por esa vía, el enemigo puede colocar las amenazas con posibilidad de concretarse, porque tienen tanta capacidad de recursos que se puede dar el lujo de ponerle un mejor precio a esa participación. El problema realmente es grave y delicado, porque precisa de una debilidad que es alimentada por personas que sólo están interesados en sus intereses personales, aunque esa situación facilite la desmoralización.

evaristomarcano@cantv.net


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Evaristo Marcano Marín


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