La demagogia de las salas de gobierno popular

La demagogia es una degeneración o abyección de la democracia que altera la esencia y los propósitos legítimos de esa forma de gobierno. Eso se sabe desde la Antigüedad, desde Aristóteles y Polibio, quienes señalaban que con la demagogia el interés particular de los gobernantes prevalece sobre el bien común y el bienestar del pueblo. El demagogo, en vez de gobernar de acuerdo a leyes y principios racionales y justos, desarrolla una retórica vacía, adulante del "pueblo", llena de referencias "heroicas", de promesas de paso, como vaya viniendo vamos viendo, y de manipulación de las pasiones y emociones de la multitud. En una democracia corrompida por la demagogia, la ley pierde su supremacía. En su lugar, son las decisiones arbitrarias las que adquieren autoridad suprema. La demagogia convierte a la democracia en una oclocracia, la peor de las formas de gobierno, caracterizada por la violencia, donde las masas se dejan llevar por las manipulaciones de líderes irresponsables y, en definitiva, tiránicos. En este gobierno ineficaz y tiránico, los derechos individuales y el bien común son sacrificados, para mantener en el poder a los tiranos demagogos que, hoy en Venezuela, son unos 8 cuando mucho. De esta manera, gracias a la demagogia, se cumple el ciclo de la degeneración del sistema político, y la democracia se convierte en tiranía.

La referencia clásica viene al caso, porque, si el chavismo tuvo como una de sus prácticas principales la demagogia, el madurismo ya es una degeneración tiránica, la muerte de la democracia, sustentado principalmente, ya no por la capacidad manipuladora de un discurso inflamado de un líder heroico y esclarecido, sino por la fuerza, la represión, la conculcación de todos los derechos ciudadanos y garantías constitucionales, comenzando por el respeto de la voluntad popular expresada en el voto universal, directo y secreto (la página ignominiosa del 28 de julio, sigue ahí), la persecución política, la abolición de la participación incluso dentro del partido gobernante, la imposición de leyes inconstitucionales que reparan el zarazo final de la incómoda, para la tiranía, Constitución vigente. Pero, aunque hay más de mil presos políticos, aunque se censuran los medios de comunicación, se ahogan las universidades, se destruyen las instituciones, se aplastan las voces críticas, la tiranía necesita dotarse de un discurso demagógico, que ofrezca lo que no han podido ni querido realizar en más de 25 años en el poder, salud, educación, trabajo y remuneraciones suficientes, seguridad social, participación, infraestructura, buenos servicios, transparencia y lucha auténtica contra la corrupción y la delincuencia; a pesar de todo ello, el despotismo requiere decir algo, justificarse, mentir, prometer y seguir prometiendo para mantener el consentimiento de sus cada vez más mermados seguidores, que aprenden, de paso, las mismas prácticas demagógicas, policiales, de delación, adulancia al de arriba y maltrato al que está abajo.

Así, tratan de volver a colocar en la palestra publica lo de las comunas. Saben hasta la saciedad que, apenas los consejos comunales empezaron a actuar por su cuenta hace ya más de diez años, fueron intervenidos por los incondicionales (Frente Francisco de Miranda y el PSUV directamente) y hasta sustituidos por los CLAP, que inauguraron la extorsión alimentaria masiva. Las "comunas" al viejo y honesto militante de izquierda le suenan a "Comuna de París", la primera experiencia de gobierno proletario en el siglo XIX, fracasada, pero alabada por Marx; a sus oídos le recuerdan las Comunas chinas del "Gran Salto Adelante" que colectivizaron y empobrecieron al pueblo, aunque la propaganda maoísta la presentó como el cielo aterrizado; también se parecen de lejos a los Comités de Defensa de la Revolución, esos organismos de control en Cuba que canalizaron la vigilancia ante la intervención extranjera, pero también controlando a los disidentes; al viejo y un poco ingenuo izquierdista, "comuna" le suena a "soviet", consejos de obreros, campesinos y soldados de la revolución soviética. Manipulando un poco esos ya débiles ecos de izquierda, vuelven con lo del "Estado comunal", como si de una alternativa al "Estado burocrático" se tratara, cuando la demagogia la hacen precisamente los grandes y pequeños burócratas, aferrados a sus privilegios, con sus cuotas grandes o mínimas de poder, de nepotismo, de corrupción. Pasan de largo por el hecho de que "comuna" es otro nombre del "municipio" en la mayoría de los países, y, por supuesto, ignoran y hacen olvidar la tradición municipalista de este pueblo.

Los tiranos maduristas hasta toman decisiones administrativas, como esa de inyectar, dicen, el 70% de los recursos de algunos organismos, a las comunidades. Los demagogos plantean "las 7T", una ficción heroica irrisoria, y ahora las "Salas de Autogobierno Popular", acompañada con las frases manidas de la neolengua rimbombante y demagógica, como "profundización de la democracia participativa y protagónica", "centralización de las Comunas y Consejos Comunales", "reingeniería del Estado para conectar de manera más directa al gobierno central con las comunidades. Hasta hablan de "Descentralización y Conexión Directa con el Poder Popular" pues los pequeños burócratas actuarían ahora desde las Salas de Autogobierno que se instalan en cada Comuna y Circuito Comunal del país, como unidades territoriales básicas del "Poder Popular, como "punto de articulación donde las comunidades ejerzan directamente el autogobierno".

Y aquí se le ven de nuevo las patas al caballo: dicen también que esas salas serían "un canal directo de comunicación entre el gobierno nacional (incluyendo la Vicepresidencia Ejecutiva y los ministerios) y las bases comunitarias"; "se espera que esta conexión sea "24 horas al día", facilitada por el uso de tecnología e inteligencia artificial". O sea, no son capaces de sostener una mentira más allá de tres párrafos. Venden una descentralización, pero ellos mismos dicen que esas salas serán directamente controladas por la cúspide del Poder Ejecutivo, el presidente y la vicepresidenta. Mayor centralización, imposible.

Para continuar con la manipulación y la demagogia, la misma burocracia fundida con la boliburguesía anuncia que tienen el objetivo de abolir "el burocratismo" e incluso "pulverizar el Estado burgués" (pero si ya han "pulverizado", todas las instituciones previstas en la Constitución, las universidades, las escuelas, el sistema de salud, los servicios, la industria básica, entre muchas otras cosas) y "dejar atrás los atavismos burocráticos y corruptos del viejo Estado neocolonial" (que han alimentado ellos durante más de 25 años), eliminando intermediarios (pero ¿para qué se necesitan intermediarios, si hablan de "autogobierno"?). Ofrecen una "relación directa" con el poder ultracentralizado del Ejecutivo, lo cual aceleraría (¿por qué?) "la respuesta a las necesidades del pueblo". O sea, no es autogobierno, se contradicen; lo que prometen es tentáculos del mismo poder ultracentralizado, "un mecanismo de gestión de solicitudes y resolución de problemas ciudadanos", un canal para "recibir información detallada – sapeo incluido- de los territorios comunales, especialmente en lo relacionado con la ejecución de proyectos y el funcionamiento del "Sistema 1x10 del Buen Gobierno", pero ahora territorializado a nivel comunal". Otro cognomento, una mueca que no llega a concepto, de la neolengua oficial: "territorializar".

Las contradicciones del discurso demagógico saltan en cada línea. El "poder popular" planifica, ejecuta y controla; ejercen tareas de contraloría. Entonces, ¿para qué la Contraloría General de la República? Entonces, ¿para qué esa relación directa, ultracentralizada, con el Presidente de la República y la vicepresidencia? Las salas, dicen, deberán establecer una "Agenda Concreta de Acción (ACA)" y equipos de trabajo para implementar las políticas y proyectos surgidos de las necesidades locales. O sea, calles, bacheo, aseo urbano, ornato, canchas deportivas, lo mismo que no han hecho alcaldías y gobernaciones en manos del PSUV durante más de 25 años. No se puede planificar, por ejemplo, la recuperación del sistema eléctrico, ni el agua, ni la salud, ni la educación a todos sus niveles, desde esas salas. Debe haber una planificación nacional. Para salvar esta dificultad, dicen que esos planes comunales "deberán enmarcarse en el "Plan de las 7T para la Transformación del Socialismo", que es la hoja de ruta del gobierno". De nuevo, las patas del caballo. "Estas salas, continúa la demagogia,- se convierten en "centros de mando de todas las políticas, del gobierno, de todas las grandes misiones y del 1x10 del Buen Gobierno", conectándose con los planes y programas a nivel nacional". Pero ¿no habíamos quedado en que la planificación la harían las "Salas"?

Finalmente, la oferta del Estado Comunal se puede resumir así: "una estructura organizativa y tecnológica – o sea, burocrática- que busca empoderar a las comunidades a través de los Consejos Comunales y las Comunas- debidamente intervenidas por el PSUV- , permitiéndoles una gestión más directa de sus asuntos, la supervisión de proyectos y una comunicación fluida con el gobierno central" del cual dependerán finalmente del Presidente, en una ultracentralización agobiante, con presupuesto propio por supuesto, con su propia burocracia, es decir, los activistas del PSUV, con su cambur asegurado y consagrado con una fraseología "revolucionaria" y "comunal", con su cuotica de poder para controlar, mandar y, si hay reacios y críticos por ahí, delatar o sapear para detener y desaparecer a los incómodos "enemigos de la Patria", ubicados en cada calle y barrio del país.

¿Para esto es que quieren reformar la Constitución? ¿Para hacer demagogia y mayor control del Ejecutivo? Sí, pero, sobre todo, para poder eliminar el voto universal, directo y secreto, con el que ya han perdido más de dos elecciones, y dejar de pasar pena (un poquito, es verdad) con los vecinos (por ejemplo, Brasil y Colombia, socios de China, que solicitaron la publicación de las actas) haciendo fraudes como el del 28 de julio de 2024.



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Jesús Puerta


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