Hay una primera dificultad para entrarle a este documento que ahora aprobaron como Ley Orgánica, nada menos. La misma dificultad con la que se consiguió Marcuse cuando se propuso hacer aquel análisis de los documentos del PCUS para establecer los rasgos generales del llamado "marxismo soviético", en tiempos de "coexistencia pacífica". Se trataba, como esta ley de las 7T, de textos propagandísticos presentados como grandes planes, sin la rigurosidad ni la lógica de un escrito teórico o científico, ni las técnicas propias de la redacción jurídica-legal, por lo que cabía considerar que era, en una proporción abrumadora, simple demagogia, mentiras repetidas y orquestadas, clichés, retórica grandilocuente para un auditorio convencido o chantajeado. Es decir, pura paja. Pero, aun así, aquellos documentos constituían un "monumento" antropológico, textual, digno de análisis, porque reflejaba una cierta "racionalidad" mínima con la cual se pudiera comprender cómo piensan los militantes convencidos e, incluso, los propios dirigentes, con ese peculiar "doble-pensar" que les permite, al mismo tiempo, tomar en serio esos enunciados y saber, irónica y cínicamente, que son solo eso: pura paja. Nosotros, para nuestro análisis crítico, tomaremos esa dualidad esquizoide verdad-falsedad, lógica-ilógica, seriedad-ironía, como clave interpretativa de unos tipos que, por un lado, no son capaces de acatar ninguna norma, que van arbitrariamente "como vaya viniendo, vamos viendo" pero, al mismo tiempo, tienen que decir que la cumplen y que se guían por ella. Que conste que ellos no son los únicos que piensan y actúan así. También los adversarios han ido por ahí. Son payasos peligrosos, guasones criminales, de lado y lado.
En este sentido, como evidencia digamos que antropológica, lo primero que llama la atención de la ley de las 7T, es la imagen de la portada. Como todo el documento es ley, cabe preguntar inútilmente ¿qué status legal tienen esas imágenes de perfil de Bolívar, Chávez y Maduro, superpuestos gráficamente? La significación es obvia porque es casi un corte-y-pegue de las efigies de perfil de Marx, Engels y Lenin (y Stalin, en su época) que aparecían en las tapas duras de los libros de la Academia Soviética de Ciencias, para resaltar una supuesta continuidad en la sucesión de los personajes. Así, el perfil de Bolívar se pone en primer plano, luego, en medio, a Chávez y, al fondo, Maduro. Esto también es la representación icónica de esa noción falsa y distorsionada de la historia del país, según la cual, desde Bolívar hasta Chávez no pasó nada en este país, ni la separación de la Gran Colombia y nuestra vida como país independiente, ni los aciertos y desaciertos de los federales, ni el comienzo de la Venezuela petrolera y la fundación del Ejército nacional con Gómez, el logro del voto universal, directo y secreto, la construcción del centro de Caracas, la Ciudad Universitaria y los bloques de lo que después se llamó el "23 de enero", la construcción de la democracia representativa, la industrialización por sustitución de importaciones, la represa del Guri todavía garante de la electricidad que usamos, las industrias básicas de Guayana, la nacionalización del petróleo y el hierro, el Metro de Caracas, etc. Nada de eso existió según esta versión. Entre la tercera república y la Gran Colombia, no hubo historia en este país (ni de la izquierda, sea dicho de paso), sino hasta el advenimiento de Chávez y su sucesor directo, Maduro.
Una curiosidad: ¿de dónde viene eso de las 7T? Una primera vista, nos recuerda ese estilo maoísta de resumir lineamientos en fórmulas sintéticas, clichés que muchas veces se forman combinando números y letras: las cinco tesis filosóficas, las Campañas tres anti y cinco anti, las cien flores, la banda de los cuatro, etc. ¿Serán recuerdos de la formación maoísta de la Liga Socialista, donde militó Maduro, o una influencia más actual del PCCh? Una segunda lectura, nos remite a una referencia, si se quiere, más cercana: la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador, cuya presentación también contiene una interpretación simplista y amputada de la historia de México según la cual su mandato es una era diferente, del mismo status que la Independencia y la Revolución mexicana de 1917. Siendo un poco indulgentes, también suena como las fórmulas de la tecnología de punta, como 5G, 6G, etc.
En las primeras páginas del texto, hay una presentación, que se pretende épica, con frases grandilocuentes, algo cursis ("la convicción firme, como la luna llena, de quienes saben que no pudieron arrebatarles los sueños", "es la caligrafía del pueblo", etc.), fuera de lugar en un texto legal. Avanzamos en la lectura y nos encontramos con la confirmación de que se pretende dar una versión de historia contemporánea, por supuesto, desde la perspectiva de los vencedores. Nada nuevo. Se trata de vencer, no de convencer. Así, en un tono de cuento para niños, se habla de que hubo "una guerra inclemente contra la República", "la batalla no se cuenta en sepia, en melancolía. La revolución venezolana no se dejó morir. Nuestro pueblo no solo resistió, sino que con el liderazgo de su Presidente, desarrolló formas creativas". Si aplicamos los esquemas actanciales de la narratología del semiólogo Greymas, está clarito que Maduro es el Sujeto, que guía al pueblo a su objetivo, y se consigue con un antagonista terrible y poderoso. El mismo esquema actancial que pudiera aplicarse a cualquier relato épico, de guerras, la Ilíada o "Venezuela Heroica", por ejemplo. El detalle es que, en esa supuesta guerra, donde el héroe vence esforzadamente como un Aquiles o un Supermán criollo, con capa y todo, no fueron antagonistas dos ejércitos armados; sino que se tuvo como enemigo a una porción mayoritaria de la población venezolana, de creerle a las elecciones de 2015.
En la "Ilíada", los ejércitos de varias ciudades-Estado griegas se enfrentan a otra fuerza armada, atrincherada detrás de las murallas de Troya. En "Venezuela Heroica" guerreaban el ejército independentista y el del Imperio Español, a veces engrosado por pardos y exesclavos como ocurrió con las fuerzas de Boves. Durante el lapso "épico" del "Presidente Maduro", entre 2013 y 2019, se enfrentaron, de un lado, un cuerpo policial y militar que no respetó el debido proceso, que violó sistemáticamente la Constitución, que abolió el Poder Legislativo, que erigió un mamotreto "Constituyente", organizado a la manera de las Cortes franquistas, para imponer leyes que concentraban el poder en el supermán criollo, que inició la subasta de la riqueza nacional con las ZEE y normas de estímulo al capital extranjero, que cercó, como en el ejemplo nicaragüense, cualquier ejercicio de libertad democrática con la tipificación de los delitos "de odio" o "traición a la Patria". Del otro lado de esa "guerra", se encontraba una parte importante de los venezolanos que manifestaban desarmados en las calles, afectados por la peor gestión económica vista en nuestra historia, que nos llevó a la destrucción de parte importante de nuestro aparato industrial, la caída del 80% de nuestro PIB, la devaluación grandiosa de nuestra moneda y una hiperinflación sin precedentes a nivel mundial.
Claro que la oposición contó con el apoyo político del gobierno norteamericano y sus aliados. Hubo sanciones (las económicas desde 2017, cuando el mal económico ya estaba hecho), hubo incluso estúpidas incursiones de mercenarios y más estúpidas estrategias, como esa del gobierno interino, en el cual también se manifestó la corrupción. Pero hay que reconocer que es una impostura convertir eso en una gesta heroica, cuando, por otra parte, el monopolio de las armas siempre la tuvo el gobierno donde la corrupción escaló proporciones monstruosas por parte de los propios héroes de esta historieta. Desde la plata que se robó el Tesorero de Chávez, pasando por el fondo chino, llegando a las asignaciones de dólares para la importación (que motivó la renuncia indignada del Ministro de Planificación de Chávez), hasta los no sé cuánto miles de millones de una de las estrellas del grupo de cercanos a Maduro, Tarek El Aissami.
Claro, con esta monstruosa distorsión histórica, con esta falsificación llena de clichés y fórmulas cursilonas, se alimenta el chantaje político y emocional a que se somete a la militancia honesta del PSUV. Subrayo honesta, para distinguirla de los adulantes, los "enchufados" o "boliburgueses". Según ese chantaje, cualquier crítica, incluso cualquier estudio científico de la economía, es "traición a la Patria", es acción del enemigo en la guerra. Lo acaba de demostrar la detención de Rodrigo Cabezas y los profesionales del Observatorio Venezolano de Finanzas, quienes se atrevieron a ejercer la economía como ciencia y no, simplemente, dejar de estudiar, como "sugirió" Delcy. Cualquier medida está justificada, incluso acabar con la Constitución después de haberla violado sistemáticamente durante tantos años. Todo está justificado y, además, despierta el aplauso de los militanticos que se sienten parte de una fuerza ilimitada y consideran "pobrecito" a Maduro, aunque se estén muriendo de necesidades. Las desapariciones forzadas, las torturas, la censura, las persecuciones, la abolición del salario y el derecho laboral, de la atención en salud, la destrucción de las escuelas y las universidades, incluso infraestructuras como la que nos dan electricidad, el agua, el transporte, las comunicaciones en general, construidas en esas épocas borradas de la historia del país en virtud del trabajo de un "Ministerio de la Verdad" inspirado en la conocida novela de Orwel.
Ni siquiera es cierto que ese bodrio, ahora Ley, fue resultado de la discusión en no sé cuántas asambleas. Hubo asambleas, sí, durante la campaña de Maduro. Como las hubo después para que la base se contentara con proponer algunos nombres, para que decidiera la cúpula de siempre. Yo conozco lo que muchos militantes plantearon, con el restico de esperanza que les quedaba. Incluso cuestiones como la intervención abusiva del Partido en organizaciones que se suponen de base, populares, y la falta de fronteras entre el Estado, el Partido y la organización popular. Nada de eso se tomó en cuenta.
Lo que simula ser un plan de la Nación, la otra parte de esta ley de las 7T, también es esa mezcla de demagogia, lenguaje grandilocuente, y alguna que otra buena intención. En próximas entregas la analizaremos.