Nasar y la recuperación económica

Con un panorama desolador de crecimiento económico durante más de diez años, signado por la reducción en un 93% del ingreso de exportaciones, así como por la depreciación de la moneda en un 694%, y como corolario, atravesar el problema sanitario más grande en un siglo, nuestra Venezuela aborda esta tercera década del siglo veintiuno, endeble, frágil, pero palpitante de esperanza.

En ese contexto, en el que preponderantemente han incidido e inciden variables exógenas, muchas iniciativas se han fraguado desde las esferas gubernamental, privada, comunitaria, diseñando planes micros y macros que en algunos casos se han concretado, pero sin tributar sustantivamente a la superación del profundo abismo del que ha pendido la calidad de vida de la población. En suma, en tal tránsito ha habido pragmatismo, así como la retórica necesaria para señalar los caminos. Y es en ese último aspecto, en la intención de explicar cómo se podría recuperar la economía, donde ha sido prolifero el discurso en el seno del análisis económico, por cuanto tocan el perfil que configura la realidad económica actual.

Nasar Ramadan Dagga Mujamad, empresario del estado Carabobo, sin duda alguna es uno de los actores con rol protagónico en la recuperación económica venezolana, aún en ciernes. En su accionar cabalgan dos estrategias que ha sugerido el análisis económico predominante en los últimos tiempos al tocar la realidad nacional y la gestión de gobierno. Una pone el acento en la repotenciación del aparato productivo, y la otra, en la mejora de los salarios como prerrogativas para reflotar los indicadores que sustentan la vitalidad socio-económica.

En el contexto del sistema empresarial que dirige Nasar, es notable la contribución en la mejora del aparato productivo nacional al poseer un conjunto de recursos, tecnologías y organización engranados en función de la generación y desarrollo de bienes y servicios, desplegados en casi todo el territorio nacional. En cuanto a los beneficios salariales, sustenta una política que ha posibilitado a centenares de trabajadores, mejorar el poder adquisitivo. Ambas acciones constituyen soportes incuestionables que tributan a la recuperación de la económica venezolana en este transito histórico, pleno de dificultades, pero también de grandes esperanzas.

A partir de esta analogía es pertinente reflexionar en torno a la necesidad de conciliar, desde el ámbito gubernamental, estrategias económicas, así como deponer los dogmatismos que retrogradan los avances. Que bien se abone para mejorar el aparato productivo, con todas sus implicaciones que conduzcan al incremento del Producto Interno Bruto, tan necesario, pero a su vez que no se posterguen las reivindicaciones salariales, pues son un indicador inequívoco de reactivación y, por tanto, de mejora en la calidad de vida de la población.

 



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Aquileo De Jesus Narvaez


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