Chávez, el fenómeno

No soy incondicional de Chávez. Me ubico entre quienes someten sus planteamientos al análisis critico, pues considero que en este proceso revolucionario no debemos aceptar sumisamente ninguna imposición.

Reconozco, sin embargo, que Hugo Rafael Chávez Frías es un fenómeno.

Se trata de un visionario entregado en cuerpo y alma a una misión de redención social, la cual procura con incansable tenacidad, sin que nada ni nadie lo detenga.

Aparte de una capacidad de trabajo que raya en lo sobrehumano, posee una memoria enciclopédica que demuestra a cada instante con citas bolivarianas y datos de lecturas que abarcan lo divino, lo profano y casi todo lo demás.

Es un comunicador con vocación innata para la docencia, no en balde es hijo de maestros. Proyecta credibilidad, pasión y entusiasmo en la promoción de sus ideas, y creo que su desprecio por la riqueza o los bienes materiales es absolutamente sincero.

Ejerce el liderazgo con carisma y don de mando. Ciertamente se lo incluye entre los estadistas destacados de esta época. Tiene imaginación para diseñar proyectos a gran escala en lo político, económico o social y capacidad para transmitirlos, venciendo dudas y resistencias. Como ideólogo intenta reformular las teorías socialistas, tarea por demás ambiciosa y compleja.

Entre sus planteamientos recientes figura la reelección indefinida del Presidente, lo que implica una modificación de fondo a nuestra Carta Magna. Por mi parte considero que la Constitución no es un traje a la medida que se debe ajustar a un personaje.

Por idóneo que sea el gobernante, la reelección indefinida desnaturaliza el sistema republicano.

Sin embargo es indudable que, mientras viva, Chávez será el líder de la revolución.

Para ello no requiere ser Presidente ni es ese el único rol que le queda bien. De todas maneras, al pueblo le corresponderá decidir al respecto.

Su defecto es la falta de comedimiento. Hace poco el Secretario General de la OEA se entrometió en nuestros asuntos internos. Chávez reaccionó, como en otras ocasiones, con una furibunda andanada verbal, tal vez justificada, pero inaceptable.

Son detalles que empañan el brillo de su verbo.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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