Una opinión constituyente

Unión civil igualitaria

Hace tiempo escribimos sobre este tema (https://www.aporrea.org/actualidad/a234080.html) pero desde una perspectiva algo distinta. Aquel era otro país, era otra batalla, y como toda teoría u ensayo político o filosófico, ese escrito ha quedado solo para referencia, acercándonos al viejo Aristotéles, el tiempo pasa de forma inexpugnable y cubre con su manto todo cuanto puede dejándolo atrás.

Nicolás Maduro fue ungenio al trasladar la batalla política venezolana -o al menos intentarlo- al único terreno donde la oposición no puede ni hablar, al ideológico. El llamado a la Asamblea Nacional Constituyente reactivó viejos debates que por las condiciones de aquel país, no pasaban de ser un debate qué generaba nada más allá de las caricias a los egos de muchos camaradas.

Justamente uno de esos temas era el matrimonio civil igualitario. Nuestra patria estuvo a punto de ser el primer país en este lado del charco en aprobar esa modalidad. Hugo Chávez, el Libertador de nuestros tiempos, un visionarios tan grande cómo Bolívar -quien a mi entender debería reposar atentamente junto al primer Libertador, aprovechando temas constitucionales- se adelantó muchos años, quizá demasiados, cuando señaló en el intento anterior de reforma constitucional, que el matrimonio civil era launión entre dos personas.

Es realmente hermoso leer ese artículo sin esa odiosa condición que dictamina que ésta especie de contrato es, entre un hombre y una mujer. Tristemente, los primeros qué se levantaron contra esa idea, fueron compañero del movimiento sexodiverso que se identifican don la derecha más reaccionaria y conservadora posible,cómo diría el buen Alonso Quijano, vainas veredes. La oposición es tan exitosa entre los jóvenes, porque representan todo lo que culturalmente es mercancía, es lo que han visto por televisión o en el cine toda la vida, es lo que reconocen como correcto y pósito, es el modo de vida norteamericano, un modo de vida que solo se puede alcanzar en el liberalismo económico más abrumador posible.

Una vez más ese y otros temas nos llaman a la discusión, cosas raras de la vida, esta vez de forma productiva. Las uniones civiles, del tipo que sean, son profundamente importantes, por motivos históricos, antropológicos, y sociológicos, en nuestro país. Entendimos deprimera mano la lapidaria sentencia de Nietzsche, "Estamos más enamorados de la idea de amar que de quien amamos". Es entonces necesario comprender más allá de cualquier postura el porqué la defensa de la tesis en cuestión.

Las revoluciones socialistas se construyen a base de brindar igualdad de derechos y responsabilidades a todos los sectores de la población. Esa es una máxima que todo el que se considere revolucionario debe entender. Incluso si ésta nos causa molestia, especialmente si ésta nos causa molestia.

Los y las hermanas y hermanos del movimiento sexodiverso tienen tanto derecho como usted o como yo, hermano y hermana heterosexual, no solo de hacer reconocible su unión civil, sino que también tienen el derecho a ser protegidos por todos los beneficios que otorgan las leyes de concubinato y matrimonio, tienen todo el derecho a obtener prestamos para compra de vivienda -cosa que parece imposible- o para optar a una vivienda digna otorgada por la Gran Misión Vivienda Venezuela -algo aun más difícil-, y claro, a adoptar niños y niñas.

De esta Asamblea Nacional Constituyente, de éste apamate de 400 flores púrpuras, tienen que surgir una nueva metodología de matrimonio, en la que por el contrario a las restricciones actualmente existentes se amplíen los derechos y los beneficios de un matrimonio u una unión civil. Es el momento de construir una nueva idea de la familia, que poco tenga que ver con la definición burguesa en la qué se le suprime al estado de reproductor del sistema de cosas, que tenga si, mucho que ver con la patria nueva, con la equidad, la justicia, la solidaridad y los valores socialistas que tanto nos cuesta definir y adoptar.

Si se llegara a legislar una nueva definición de este contrato social, sería necesario superar definitivamente las diferencias sexuales que ahora sobreprotegen a la mujer, haciéndola lucir -en términos sociológicos- más débil de lo que no es. Se tiene que crear un mecanismo en el que el Estado garantice vivienda propia a las familias jóvenes, pues todo hogar recién formado debe ser protegido por este, y el peor flagelo que puede vivir un matrimonio, es no poseer vivienda propia y tener o que alquilar una, o arrimarse a la de algún familiar. También se tiene qué exterminar la posición que le otorga la sociedad burguesa al hombre sobre la mujer con el término más horrible posible "DE".

Me niego rotundamente a que mi compañera de vida, pase por decreto a ser de mi propiedad, que renuncié a sus apellidos y tenga que colocarse solo el mío. Creo yo, que tanto hombres como mujeres deben tomar el apellido de/la cónyuge, colocándolo al final del nombre propio, es decir, en lugar de Milagro Morales de López, yo sueño con el Milagro Morales Peralta López Álvarez y con el Fex López Álvarez Morales Peralta. Yo sueño con que los órdenes de los apellidos de nuestros hijos sean determinados por el valor alfabético y no por nuestros sexos.

Tal vez se han tocado muchas fibras algo sensibles, varias veces me he encontrado con camaradas, camaradas de verdad, nobles, chavistas, humanos, que están en pleno desacuerdo con la idea que hemos aquí planteado. Eso es lo más hermoso de una constituyente, que hablando se entiende la gente y de alguna forma, la dialéctica se sienta en la mesa con nosotros.



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Fex López Álvarez


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