El patrón es un buen hombre. O, el neoservilismo en la sociedad trabajadora de Venezuela

"Creo tener moral para pedirle unidad a la clase obrera"

Hugo Chávez

Hace un par de años, cuando iniciaban las acciones más nuevas de guerra económico, o desidía económica, o incompetencia estatal, o como quieran llamar a la crisis venezolana, se celebraba un nuevo aniversario de Empresas Polar en el medio de diálogos asambleístas, ausencias inexplicables en los mercados, y una frase para la historia de (el quizá futuro presidente) Lorenzo Mendoza: "Presidente, no nos iremos de Venezuela. Somos venezolanos hasta los tuétanos.

La cita se hizo tendencia, marca, y fue parafraseada. Se hizo de dominio público, y asomó por primera vez los dientes del autentico Anti-Chávez (cosa que ningún adversario del comandante Chávez logró pues por el contrario, trataban de emularle) y coronar con dinero y propaganda -la única forma de ganar una guerra según un tal Napoleón- la victoria sobre el chavismo.

Y si bien esa sentencia desplazó una gama de políticos, se convirtió en un "Por Ahora" burgués, y, trajo nuevamente a colación el drama sobre la nacionalidad del presidente Maduro, no fue justamente ese comentario elevado a aforismo el que realmente me impactó.

Unas semanas luego de la farsa del dialogo en el Salón Ayacucho, de la cadena nacional y de que -en el papel- Maduro evitara una huelga patronal de la cámara cárnica del país, se celebró el cumpleaños al que hacíamos alusión anteriormente.

Típica fiesta de ricos -creo- muchas mujeres con muchas partes de plástico. Mucha comida, mucha bebida -imagino que poca cerveza- y una enorme torta. Ahora bien, era una fiesta para empleados y obreros, por lo cual, además de los gerentes y técnicos, estaba presente una partida obrera.

No queremos señalar que por cuestiones de propaganda, Lorenzo Mendoza o el grupo tras él, hizo que un obrero justamente, fuera el encargado de picar la gigantesca torta blanca en el éxtasis propio del que cree haber visto a dios. Inteligentemente fue ese compañero de piel de las americas el entrevistado por Venevisión.

"El patrón es un buen hombre -dijo-. Es un hombre que siempre está pendiente de nosotros y siempre se preocupa por el país".

Carajo... se cambiamos patrón por amo parece que leemos la Cabaña del Tío Tom.

Como Marxistas, tratamos de asimilar ese comentario lo más racional posible, buscando en el interior de los recuerdos, de tantos libros de Lenin, Ludovico, o el viejo Carluchos, alguna respuesta que fuera más allá de la dichosa alienación o algo similar. Nada encontré.

La cuestión nos interesó tanto por un un tiempo que de inmediato nos pusimos a analizar el comportamiento de lxs obrerxs y trabajadorxs venezolanxs. La realidad nos encontramos con un sistema de admiración ciega hacia quien porta el titulo nobiliario de Jefe, especialmente en la burocracia y en los comercios.

Pero, deteniendonos un poco, esto no podía ser tan simple, no podía presentarse así, debía ser una constante mundial, Venezuela no podía salir de la dialéctica, no podía ser solo alienación bla, bla, bla. El tema nos pegó tanto por esos días que realmente nos adentramos en el tema laboral latinoamericano.

Pudimos percatarnos poco a poco, que Venezuela es una anomalía. Aquí, los organismos de organización obrera, en su mayoría, son enteramente reivindicacionistas -cuando existen- el resto, salvo una mínima parte que lucha más por los derechos obreros que por otra cosa, son enteramente inoperativos.

Ahora, esos son mecanismos convencionales, ¿qué pasaba entonces con otros tipos de organizaciones más viscerales y menos estructurales? Bien, por aquellos días nos encontramos con una especie de huelga de trabajadores en una cadena de mala comida rápida en un reconocido centro comercial en la zona industrial de Valencia.

Los dueños del establecimiento se hacían parte de la diáspora que apenas empezaba a dibujarse, y claro, no iban a responder a los trabajadores. El partido comunista nos encargó el acompañamiento de estos, cosa que agradecimos profundamente pues, nos encontramos de frente con las pocas condiciones de unidad que existen en lxs trabajadrxs del país, y por consiguiente, la imposibilidad absoluta de alcanzar el socialismo en nuestras tierras.

A ningún trabajador en los otros establecimientos les importaba la situación de sus compañeros de clase social, cosa que incluso a ellos mismos les importaba poco, resaltando la habilidad de estos comerciantes, admirándoles, y hasta señalando su futura migración al mismo lugar.

El asunto es que xs trabajadrxs del país no se identifican con su condición de clase, tras tantos años de bonanza petrolera, y con varias décadas de desprecio pequeño burgués al trabajo, es hasta normal esa condición.

Por el contrario, y una forma muy torcida de la realidad, esta clase obrera y de trabajadorxs de negocios, se identifican fácilmente con sus empleadores, con quienes les ordenan y con quienes les gobiernan. Les es fácil calcar sus personalidades, buscar formas de hermanarse en ellos, y hasta de defenderles. Algo así como un Estocolmo torcido.

Esa condición justamente es la que se convertirá en el último clavo en nuestro ataúd. Luego de 20 años de revolución socialista somos incapaces de identificarnos al menos como una clase social con intereses y realidades propias y unicas, peor aun, todavía somos incapaces de entender que el pago es a penas una limosna y que el único enemigo real, es justamente ese.

Para este momento de la historia, ya toda la clase popular debería identificarse, protegerse mutuamente, y hasta estableces mecanismos de cooperación interna y lucha contra su antagonista social. Pero eso no ha ocurrido. Por el contrario, los sectores populares se destrozan el uno al otro, no solo con robos, sino con una competencia en la que la meta es sacar el mayor provecho del otro. Digan lo que quieran, pero la imagen de esta clase, es el bachaquero que recibe CLAP, hace colas en los mercados, y luego revende a precios absurdos desde aceite hasta vinagre en "tetas" en las avenidas del país, por donde desfilan militares, policías, ciudadanos, y hasta alcaldes, como ocurre en el estado Cojedes donde ya estas son conocidas como "La avenida de los bachaqueros".

Esos valores necesarios para establecerse como clase social dominante, se ven en cambio en la clase media y en la pequeña burguesía, la gente que más agradecida con todo lo que pasa pues hacen mucho dinero, muy fácilmente.

Un trabajadxr que defiende el remarcaje de precios, que participa de el, que apoya el tráfico, contrabando, acaparamiento u afines, es un ser enteramente despreciable. El peor tipo de esclavo es el que se arrodilla voluntariamente.

Lorenzo Mendoza será salvo algún milagro, presidente de la V república venezolana. Muchas seran las excusas que surgirán para seguir acuchillándonos y explicar como hicimos para perder la que fue una vez, la esperanza de los pueblos. Empero, es bueno aceptar antes de que llegue ese día, que nosotrx lx trajadorxs, somos los mayores culpables.



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Fex Eduardo López Álvarez


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