¿Febrero en diciembre?

Uno de los posibles motivos por los que el gobierno no tomó medidas tales como el aumento del precio de la gasolina, la unificación cambiaria, la liquidación de las empresas estatizadas obsoletas e ineficientes, un control más eficaz de la asignación de las divisas, criterios más eficientes de gasto público, brindar autonomía (constitucional, de paso) al BCV que le permitiera informar de las principales indicadores económicos, etc., fue principalmente, evitar un nuevo 27 y 28 de febrero, una "explosión social". La referencia a esas fechas se ha convertido en una suerte de fetiche. Comprendiéndolas en una interpretación finalista de la historia contemporánea de este país, son la apertura del derrumbe del bipartidismo en Venezuela, y en América Latina, un adelanto del "gran rechazo" al neoliberalismo que tuvo como protagonistas también a los zapatistas mexicanos, el Foro Social y los grandes movimientos masivos de rechazo a las clases dominantes en Argentina y en Seatle.

Por eso comparar el 27 y 28 de febrero de 1989 con los eventos del 16, 17 y 18 de diciembre de 2016, puede provocar urticaria en algunos lectores. Muchas cosas dificultan una consideración adecuada de la situación: los chantajes sectarios (¿estás con el gobierno o con la oposición?), la falta de confianza, la presunción de "malas intenciones" (¿vas a saltar la talanquera?), la escasez de conceptos claros, los intereses polémicos (¿hay guerra económica o simplemente una crisis cuya responsabilidad es la pésima política económica del gobierno?).

Una manera de entrarle es la simple comparación. Preguntar ¿en qué se parecen y en qué se diferencian el 27 y 28 de febrero de 1989, por un lado, y el 17 y 18 de diciembre de 2016, por el otro? Voy a esbozar algunas apreciaciones.

Anotemos las diferencias, primero en relación a la situación del gobierno. Mientras que en 1989, cuando CAP anunció su famoso "Paquete", el gobierno de CAP tenía en contra a su propio Partido, resquebrajado por la lucha entre varias tendencias. Las nuevas políticas neoliberales encontraron resistencia importante entre muchos empresarios, acostumbrados a los generosos subsidios estatales. Igualmente, los sindicalistas. Las empresas televisoras se fajaron contra CAP, orientados en una línea antipolítica, con editoriales y hasta telenovelas. En la calle, los movimientos estudiantiles y universitarios estaban muy activos por presupuesto. Ya se conocían por debajo de cuerda el surgimiento como hongos de conspiraciones militares. El gobierno, y su gabinete de académicos formados en las grandes universidades norteamericanas, sólo parecían contar con el apoyo de un grupo de intelectuales neoliberales.

El gobierno de Maduro (el Partido-burocracia-militares) cuenta con el grueso de la Fuerza Armada, un Partido movilizado, fundido con las instancias estatales. Así mismo, la "discreción" de los medios, obtenida por el contrario de acciones, la presión y la permanente confrotnación pública. Tiene en contra, por supuesto y como le cabe a un gobierno que amenaza siempre a la burguesía, a los empresarios. Habría que contar también con una oposición, hoy en ranca fragmentación y retirada.

La explosión de 1989 fue "espontánea" el primer día, con la simpatía de mucho pueblo que se sumó; pero, en seguida, fue acompañada y hasta dirigida por grupos de malandros, policías en huelga, que saquearon negocios de chinos, supermercados y causaron muchos destrozos, lo cual ocasionó el temor de la clase media que vieron una amenaza en aquellas hordas que parecían dirigirse a meterse en las urbanizaciones. Además, las primeras acciones fueron ampliamente difundidas por radio y TV. La información sobre la "situación" de este diciembre en Bolívar, Zulia, Apure, Barinas, etc. (no en Caracas; y este paréntesis es muy importante) sólo circuló en el momento, por las redes sociales y contó con alguna "dirección" de malandros (se habla de mafias de mineros, hasta de chinos), acompañados, claro que sí, por auténticos sectores populares.

La represión en 1989 fue bestial: cientos de muertos en dos días. La represión, esta vez, redundó en "sólo" dos muertos hasta ahora reportados y más de cuatrocientos detenidos, de los cuales sólo un 10% tiene antecedentes. El detonante de aquel entonces fue el aumento del pasaje, causado a su vez por el aumento de la gasolina y otros (harina, azúcar). Pero lo principal, desde el punto de vista subjetivo, fue la inmensa decepción de la expectativa popular del retorno de la bonanza propia del primer gobierno de CAP. Esta vez, 2016, el detonante fue una decisión gubernamental imprevista de retirar circulante sin contar con el "nuevo cono" disponible (evidencia de improvisación, fallas logísticas, irresponsabilidad), lo cual ocasionó graves problemas de disponibilidad de efectivo, en un país que ya lleva tres años con grandes índices de inflación (los mayores del mundo) y desabastecimiento, que han afectado incluso los tan mencionado "logros de la revolución".

La justificación oficial del "Paquete" de CAP era transformar la estructura económica rentista, por otra, productiva, basada en el libre mercado y la privatización. La justificación de la medida de este diciembre fue darle un golpe a las mafias colombianas que presuntamente habían extraído efectivo para múltiples operaciones (aunque según Pascualina Curcio, teórica de la "guerra económica" afirma que el grueso de esos billetes los tiene el Banco de la República de Colombia). CAP reculó y aplicó el "paquete" poco a poco, y luego fueron continuadas por Caldera. Maduro reculó y ahora anuncia que el nuevo cono circulará en enero.

Mientras tanto, seguirán las mismas políticas económicas, control de cambio, cambio diferencial, la apertura de fronteras con Colombia; muy pronto, el mercado paralelo del dólar seguirá sus actividades. Algunos gerentes (del sector automotriz, por ejemplo) ya anuncian una reducción de inversiones. Fedecámaras anuncia que la cosa va a empeorar.

No hubo febrero en diciembre. Faltan todavía dos meses.

 

 



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Jesús Puerta


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