La ética corporativa en el beisbol venezolano

El espectáculo de mayor pobreza que hemos vivido en la historia del béisbol venezolano y que jamás por razones socio-culturales nunca podremos olvidar, ha sido la actuación de los peloteros venezolanos en el primer mundial recientemente celebrado.

No vamos a entrar en los detalles técnicos-estratégicos propios de la dinámica del juego; sobre las razones o no de un cambio de alineación; en la naturaleza de un buen o mal fildeo o bateo; ni mucho menos de las tantas equivocaciones como lloriqueos y mimos que recibimos, desde, los distintos niveles de dirigencia, aunadas por las desproporcionadas suposiciones que los medios de comunicación no se cansaron de transmitirnos.

Deseamos considerar, las actitudes por encima de las aptitudes y del sentido vocacional por la profesión y decoro del espectáculo que nuestros peloteros venezolanos, descarnadamente asumieron en la justa mundial. Su accionar en el campo de juego, eclipsó nuestra “picardía o viveza caribeña”, la cual siempre nos distinguió de los co-creadores del béisbol; de su enseñanza aportada y bien demostrada en el 2005 por nuestro ex compatriota O. Guillen, quien elevo esa viveza a la categoría de un “beisbol inteligente”.

La picardía o viveza caribeña.

Nuestro apreciado Pompeyo Davalillo nos enseñó que “ la picardía o viveza” se iniciaba por concentrarse en lo rojo de las costuras de la pelota. Insistía que había que leer y controlar su recorrido; adivinando o intuyendo lo que venía en la jugada. No podíamos estar pendientes sino del curso de la esférica y de coger las señas que se adelantan en lo estratégico del juego. El público, los periodistas, los vendedores, la TV, las chicas del blue jean y sus picones desde la tribuna, como los pitos y aplausos no podían distraer al pelotero. El problema de este, era ir detrás, controlar la pelota de spalding y al momento del bateo, descoserla con los apropiados swings adivinando el lanzamiento que nos venía. Allí esta la clave de no poncharse decía el viejo veterano.

La selección venezolana no podía estar pendiente de esos principios básicos. No se vio el juego en equipo. No hubo la selección ni dirección adecuada para lograrlo y en los momentos del juego cuando se encontró en las chiquitas, no pudo hacer lo fundamental para ganar los juegos como lo demostraron los cubanos, koreanos, japoneses y méxicanos, este último eliminando a otro equipo corporativo como lo fue el de los norteamericanos.

La selección criolla tenía que darnos el espectáculo que dio. Era la hora o fue el momento más preciso de hacernos entender, que estuvo más pendiente de cómo hacer más y más pantalla, o “ el aguaje corporativo” que jugar a la pelota caribe. La selección fracasada, sobredimensionó las expresiones sensoriales y los componentes de “echar pinta” ante las sobradas condiciones físicas que poseen. Se distinguieron por los usos y abusos de la cursilería exhibida. Las grotescas cadenas del cuello; los lentes antireflejo usados por encima de las viseras de las gorras (cinco peloteros los usaron en el primer juego contra republica dominicana y de ésta ninguno) los zarcillos de brillantes; los tatuajes; el pintarse las mechitas del pelo; los comerciales y las escenas en la tv; un sin fin de cursilerías que no sólo dan pena ajena, también arrechera y desprecio ante las banales actitudes que les exigen a los peloteros las asuman y nos las traten de imponer.

La Etica Corporativa.

Una de las tantas reflexiones que hemos aprendido de este degradante espectáculo producido por la selección venezolana de béisbol, la concentramos, en relacionar unas cuantas preguntas: ¿merecemos continuar calándonos estos espectáculos tele-deportivos? ¿ pueden o son válidos estos símbolos de “pantallería o aguaje corporativo ser ejemplos para las nuevas generaciones?; ¿merecen ser imitadas?; ¿pueden este cúmulo circunstancias ser condiciones éticas?. Por supuesto que no! En ningún tipo de deporte debemos congraciarnos con este tipo de ética corporativa. Etica que sacrifica, desvaloriza la naturaleza y relación de los procesos sociales y deportivos por las injustificadas ganancias corporativas en detrimento de las más sanas intenciones emocionales reflejadas en un espectáculo deportivo. Etica de “matute” por “vinotinto” malsanamente impuesta por las Empresas Polar.

Este conjunto de montadas ocurrencias psico-deportivas propias del más rancio diversionismo ideológico debemos criticarlas, enfrentarlas y no permitir continúen reafirmando la hegemonía ideológica que la corporación polar y su complicidad con los directivos de la liga de béisbol nos asignan. Estos, una vez más demostraron su enorme incapacidad al equivocarse, desde la selección de los peloteros hasta la organización de adulantes agasajos a embajadores, como lo fue, la entrega de nuestra franela nacional al norteamericano y no así al cuerpo consular de los otros diez y seis países que participaron en el mundial de béisbol; toda una aberración diplomática con provocación, irrespeto, insulto y retrechería escuálida y amovallesca.

Para concluir no podemos dejar pasar la otra actitud que criticamos y combatimos, como lo es la complicidad y consentimiento de los narradores y comentaristas venezolanos, quienes con sus emotivas, fantasiosas, supuestas y opiniones sin contenido, le dan un toque de trivialidad y de más falsedad al espectáculo. Por favor a los Damasos, Betos, Pepes, los de Cisneros entre otros, quienes ya no tienen creatividad para comentar, denle paso a otras generaciones sin contaminarlas; no sigan contribuyendo hacer el ridículo y afianzar este tipo de ética corporativa. Respeten y consideren al pelotero en sí, a su trayectoria. No continúen haciendo comparaciones inverosímiles que mancillan la riqueza del partido de béisbol. Les recuerdo lo que decía Joe Garigola: no sigan “butchering” las transmisiones del béisbol.



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Miguel Angel Núñez

Director del Instituto Universitario Latinoamericano de Agroecologia " Paulo Freire" Venezuela

 ipiat2000@yahoo.es      @17MiguelAngel

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